Miradas tímidas

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Era la mitad de la case de Balam cuando no pudo soportarlo más

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Era la mitad de la case de Balam cuando no pudo soportarlo más. Nuevamente dejó viajar su atención de la pizarra hasta la figura baja de un joven de cabellos azules.

De repente su corazón respondió a la acción, casi con la misma fuerza a cuando escucha el nombre de aquel joven. Cada poro de su piel demoniaca se enciende y siente encontrarse en los limites del mundo, temerosa a caer en un vacío llamado amor y del cual, a la fecha de hoy, no conoce forma de escapar de él.

La voz del profesor se esfumó como niebla cuando en los ojos castaños de la joven se dibujó la figura del nieto del director de Babyls. Iruma Suzuki, era ese el nombre del joven del cual había caído enamorada y que para su mala suerte (O buena, quien sabe) era su primer amor.

Desde pequeña se jactaba de ser una demonio que difícilmente caía atraída por algún chico. Podía llegar a hablar horas tras horas sobre lo que para ella representaba una perdida de tiempo el estar enamorada, pero bueno, aquello ahora le podría valer de poco porque cada que escucha el nombre de Iruma un suspiro la abandona.

Ya había olvidado exactamente cómo fue que terminó en aquel estado. Recuerda perfectamente esa ocasión donde el peli azul subió a dar un discurso que lo puso al borde de la muerte, también puede hablar con elocuencia de la vez del enfrentamiento de Iruma y Alice, pero parte de su conciencia había bloqueado en sus recuerdos el momento justo donde ella había terminado enamorada de él.

Ahora solo podía asegurarse firmemente las miradas que le lanza al chico de cuando en cuando. Lo emocionada que se encuentra cada que cruzan sus miradas y lo celosa y atenta que es con las palabras de su compañero.

Estar enamorada era un mundo totalmente nuevo para ella, no sabía si estaba manejándolo correctamente, pero todo perdía sentido cuando era atrapada infraganti e Iruma le dedicaba una pequeña sonrisa.

—Te lo comes con la mirada —escuchó ella un susurro provenir de la derecha. Era Agares, recostado en su nube y pasando de largo la clase de Balam.

Ella desvió la mirada. Su personalidad solía chocar mucho con el rubio, pero aún así era buenos amigos.

—No es cierto —respondió la castaña casi a regañadientes.

A la sazón una risita apareció por la izquierda. Goemon se unió a la platica en susurros, con la esperanza de no ser atrapados por el profesor.

—En esta ocasión concuerdo con él —dijo, formando de sus ojitos rasgados una expresión divertida—. Te pasas mucho tiempo observándolo. Somos compañeros desde hace medio año, y aún así no has hablado con él ¿Por qué no lo intentas?

Al fondo, perfectamente se pudo escuchar a Agares decir algo como "Como siempre, hablas mucho" refiriéndose a joven samurai, pero la castaña respondió con un silencio, dubitativa.

Tenía mucha razón, pensó ella al cabo de un minuto, era cierto que llevaban ya un tiempo considerable en la misma clase y no habían cruzado palabra, pero no era su culpa. Era normal ¿no? Sentirse intimidado cuando se imagina un escenario en donde poder hablar con aquella persona de la que gusta.

Los nervios y miedos eran comprensibles, se justificó ella, pero reconocía que tarde o temprano sus sentimientos la llevarían a actuar.

Más temprano que tarde la clase llegó a su fin. La castaña estaba tan metida en sus pensamientos que se percató de esto cuando elevó su mirada y frente a ella se topó con el rostro fresco y juvenil de Iruma. Detrás de él y como era costumbre, se asomaron una figura rosa y otra verde, Alice y Clara, sus amigos tan inseparables.

El aliento se le escapó, inmediatamente se sintió intimidada. Apurada observó a sus lados y sus amigos le echaron porras desde una esquina del salón. Lo cobardes la habían abandonado justo cuando vieron que Iruma se acercaba y corrieron a molestar al profesor Callego, quien recién había llegado.

El peli azul llamó al nombre de la chica, esta respondió con un asentimiento y justo como lo había visto en sus sueños, los ojos celestes del chico la reflejaron con una nitidez sorprendente. Eran tan grandes como profundos, y tan divinos como inocentes.

Llegó a debatirse si en verdad Iruma era un demonio, pues con tan solo tenerlo frente suyo más parecía un ángel.

—Y-Ya que es la hora del almuerzo —dijo Iruma, con un tono de voz débil y temeroso. Al ser la primera vez que hablaban también sentía un poco de temor—. P-Pensé que podrías acompañarnos a comer algo. ¡No es obligatorio! Solo que bueno...eh...

Sorprendentemente el hijo del director se había quedado sin palabras, lo cual no era muy normal en él a pesar de lo tímido que podía llegar a ser. Sus mejillas se colorearon con rapidez y sus movimientos se volvieron un tanto torpes, evocando en ella una sola palabra justa para describirlo; Tierno.

No quería verlo sufrir más y tampoco que Clara y Alice lo bombardearan con preguntas, así que aceptó con rapidez reflejando una hermosa sonrisa en sus labios. En ese momento en que sus miradas se habían encontrado era como si ambos hubieran esperado por tanto tiempo ese momento.

Iruma le devolvió el gesto; estaba tan encantado como ella y curioso por conocerla al punto de querer estar todo el tiempo a su lado y protegerla.

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Miradas tímidas ━ Iruma Suzuki Donde viven las historias. Descúbrelo ahora