Capítulo 07

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-"No sé ni siquiera por qué los mantengo vivos".

-"¿Dónde está la carta?"

Aquel día, Ancel había sido notificado de que le había llegado otra carta, y que debía ir a la oficina de Nakamura para buscarla, aunque tuviera que ver a ese Japonés, valdría la pena volver a leer algo tan bonito como esas palabras escritas con tinta que lo hacían volver a sentirse vivo. A la misma hora del almuerzo la leyó, otra vez, y otra vez.

 -"¿Sabes cómo te verías aún más bonito? Hace unos días había visto un traje con un chaleco marrón oscuro y de inmediato pensé en ti, en cómo te verías tan bien luciéndolo, ni siquiera deberías peinar esos hermosos rizos. Necesito besarte, no entiendo como alguien que se ve tan dulce puede ser tan fuerte... te escribo esta carta para no mantener acumulados mis sentimientos hacia ti. Por favor, si te encuentras alguna flor, olvídalo todo y úsala en el cabello, desde la distancia te lo estaré agradeciendo, mi gran soldado".


-"Deja de leer esos papeles, no valen nada".

Ancel se asustó y escondió la carta, podría jurar que no había nadie en las barracas por la hora del almuerzo. No se trataba de nadie más que de Harry, quien no le hablaba desde hace un buen tiempo al Alemán, ¿a qué se debieron esas palabras?

-"¿De qué hablas?"

-"Solo déjalo, es lo mejor que puedes hacer".

Harry caminó sin expresiones hacia un rincón en el que había cerca una ventana abierta con vista al cielo azul, solo se quedó ahí como si no fuera nada lo que dijo; y, tal vez, realmente no hubiera sido nada; pero Ancel ya estaba cansado de su comportamiento y eso no le importaría cuando fuera confrontarlo. Se levantó de la cama, con molestia llendo directo a Harry, esperando tener más respuestas que tener otro mal rato por su culpa.

-"¿Qué te sucede? Si tienes algo qué decirme, agradecería que me lo dijeras en la cara".

-"...¿Eres Alemán?...¿Eres Nazi?"

-". . ."

Ancel arrugó el papel que tenía entre sus manos al escuchar eso, ¿esa era la razón por la que le había dejado de hablar? ¿Porque descubrió su secreto? Siempre había dicho que era de alguna parte de Europa, pero nunca dijo que era Alemán por razonables motivos. Lo tacharían como el enemigo que le rinde culto a una esvastica, el que aportó algo a que todo esto sucediera, y tenían suficiente solo estando en ese infierno.

-"Si crees que por eso dejé de hablarte solo dejame decirte que estas equivocado..."

-"¿Entonces? Me sorprende que no le hayas contado a nadie, todos son iguales..."

-"¿Qué quieres decir, Alemán? ¿Que todos los  Americanos somos iguales? Eso también pensé yo de los malditos Alemanes, y ahora eres mi amigo".

-". . ."

-"Ancel, si te digo que dejes de leer esas cartas te lo diré por algo... es mejor que no lo sepas, jamás".


-"¿Saber qué? ¡Harry, sabes lo que esto significa para mí!"

-"¡NO QUIERO QUE ME MATEN!"

En ese momento más reclusos entraron, el Alemán ya no quiso continuar la conversación, por lo que salió de la barracas con su carta en mano. Debía controlarse de algún modo, ¿él sabía sobre el origen de las cartas? ¿Por qué si le decía la verdad iba a morir? Mientras caminaba por el campo, fue detenido por los soldados Japoneses, casi se le olvidaba que era prisionero.

Le obligaron a limpiar junto a alguien más una parte del campo con un rastrillo. Mientras trabajaba, sentía un amargo sabor en la boca, y un dolor en la garganta, acompañado por una extraña sensación en el estómago, era su estado eterno desde que llegó a ese lugar; pero nunca lo había sentido tan presente. Se percató que en el suelo había una margarita, en aquellos segundos paró de rastrillar, a pesar de que los soldados le estuvieran gritando; se inclinó para tomar la margarita y la colocó en su cabello, los soldados e incluso los prisioneros que pasaban vieron la escena con confusión. En el fondo, había una que otra risa.


-"¡みんな黙って!"

El grito de Nakamura volvió todo a la normalidad, era imposible entender cómo aparecía en los momentos más inadecuados, solo lo hacía. Igual, no era como si Ancel tuviera la cabeza para preocuparse por él o por otra persona, debía olvidar todo conocimiento y seguir rastrillando como se lo habían ordenado, una flor no detendría nada.
Los soldados que estaban vigilando al recluso y al Alemán se acercaron a Nakamura, uno de ellos le susurró algo que dibujo una sonrisa burlona en su rostro.

-"¡Alemán! ¿Quién te dio esa flor? ¿Tu novio?"

Los prisioneros llegaron a notar que Nakamura se dirigió a Ancel como "Alemán"; pero a Ancel no le importó, raramente, solo quería olvidar por 5 minutos que su vida era una mierda. El Japonés se acercó a nuestro Alemán y de un golpe le quito el rastrillo, acción que forzó a Ancel a volver a la desgarradora realidad, fue forzado a ver a Nakamura a los ojos.

-"Me parece tus gustos no se aplican nuestras normas".


-"...He visto cuerpos sin piernas, sin manos, sin cabezas, he visto personas con las que hablé tiradas como basura en la tierra. Vi a mi hermano comérselo los gusanos y tuve que abandonar su cuerpo porque era solo eso, un cuerpo".

-". . ."


-"Una flor no es nada, y sí, sé que no me lo preguntó, Señor".


Ancel se inclinó y tomó el rastrillo, una opinión era lo menos que le interesaba, y por una desconocida usaría hasta un vestido. Al final, nada iba a importar si todos se iban a morir, incluyéndolo como parte de la masacre. Algo que tenía claro gracias a reclusos involucrados, era que los Aliados estaban ganando la guerra, las cosas en Japón solo podían terminar en dos cosas: en deshonra o en muerte.

". . ."


¿Habían mejores formas de morir, no? Como morir sabiendo algunas cosas que no se podían dejarse inconclusas, debía saber quién era la responsable de que sus últimos días no fueran tan crueles e insufribles, debía saber quién le entregaba las cartas, aunque le costara todo.

Más Allá de lo que el Alma Entiende.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora