Capítulo diecisiete

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— Así no es, debes de meter la mano y luego girarla

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— Así no es, debes de meter la mano y luego girarla.

— Usagi, el espacio es muy pequeño.

— ¿Quieres que lo pasemos bien o no? — dije enfadada.

— Por supuesto, pero me cuesta mucho poner la mano ahí. — Belcebú me miró desde abajo, con sus ojos me imploró que le ayudara.

—Eres un blandengue, mira que tener que enseñarte a hacer algo tan sencillo.

El demonio estaba tirado en el suelo de mi salón, con las piernas hacia arriba mientras hacía el pino. Yo estaba a su lado, con mis manos hacía un círculo y él debía de meter su mano derecha dentro.

— Recuérdame porque estoy haciendo esto. — unas gotas de sudor resbalaron por su mejilla hasta su mentón

—Me pediste ayuda para saber tener mejor equilibrio.

— Lo sé, pero además de insinuarme, no pensaba que me hicieras hacer tantas cosas.—su respiración era irregular, aún no había conseguido levantar el brazo.

— Guapetón, yo me tomo muy en serio el entrenamiento. Es un tipo de tortura.

— Se nota que disfrutas. —hizo ademán de mover el brazo, pero perdió el equilibrio y bajó las piernas para ponerse de pie.

— Tienes demasiada musculatura en las piernas y menos en los brazos, deberías de ganar masa muscular.

—Te recuerdo que soy quarterback, me viene bien tener piernas como troncos de árboles. —dijo riéndose.

—Ya, pero cuanto menos peso mayor equilibrio.

— Si, si, lo sé. Por cierto, aun no me has venido a ver a ningún partido. Y hace tiempo que estamos juntos. —me cogió de la cintura y me atrajo hacia él.

— No me gustan los sitios con mucha gente. —sus duros abdominales estaban cerca de mi abdomen, tenía muchas ganas de pasar la lengua sobre ellos.

— Mi chica debería de venir a verme.

—Espera un momento, ¿cuándo he dicho yo que sea tu chica? — me aparté y puse distancia entre nosotros.

—Como llevamos tanto tiempo juntos, pensaba que...bueno... que ya éramos pareja.

Y por estas cosas, no me gustaba mantener los rollos más de una semana.

— Yo no he dicho que seamos novios, ni amorcitos, ni cosas cursis. Solo somos amigos que de vez en cuando se acuestan.

— Usagi, paso más tiempo en tu casa que en la mía.

—¿Acaso no te gusta? —levanté una ceja, si iba a echarme eso en cara se podía ir a paseo de una patada.

—No, me gusta mucho. Contigo puedo ser yo mismo.

—Pues eso, si quieres mantener esta libertad no me presiones. Es lo único que te pido.

—Vale, pero yo estoy enamorado de ti, y no se cuanto más podré aguantar. Me gustaría llevarte de la mano por el instituto, poder ir contigo al lago de sangre, y muchos más planes que tengo pensados. —puso cara de perro apaleado para darme lástima.

—Te pido tiempo, eso es lo único que quiero.

Tiempo para coger las maletas y largarme, tiempo para planear como matarlo, tiempo para saber qué hace con esta situación que no me gustaba ni un pelo.

—Dime una cosa, ¿tú me quieres? — me cogió de la mano y me acarició los dedos.

Le aparté la mano.

—Que no me presiones, joder. Siento algo por ti, no es odio al menos. Me gustas ¿vale? Conformate con esto por ahora.

Me abrazó con fuerza, después me levantó el mentón y luego me besó. Sus manos recorrieron toda mi espalda hasta llegar a mi culo, lo apretó con fuerza mientras metía su lengua en mi boca, buscando la mía.

Notaba una posesión hacía mi, que nunca había manifestado. Sus manos bajaron y después se metieron por debajo de mi falda. Seguía besándome con ferviente pasión. Agarré su pelo de color rojo entre mis dedos y con la mano que tenía libre le acaricié el cuello. Noté como se tensaba a mi lado.

Sus manos que estaban debajo de mi falda me cargaron contra su pecho, yo enrosqué mis piernas en su tronco. Me llevó hasta el sofá y nos tumbamos, seguíamos besándonos. Le mordí el labio para luego bajar un poco más y hacer lo mismo con la piel de su clavícula. Sabía que eso le hacía perder el sentido. Sus manos volaron hasta mi camisa, y con un golpe secó me la abrió. El sonido de los botones golpeando el suelo llegó a mis oídos.

Ese día no llevaba sujetador, no solía ponérmelo cuando estaba en casa dado que tenía unos pechos pequeños y en ese instante lo agradecí.

— Llevo toda la tarde queriendo morderte los pezones. — su voz salió grave contra mi boca.

—¿A que estas esperando?

En el momento en que comenzó a bajar hasta mis pechos dejando besos húmedos contra mi piel, llamaron a la puerta.

—No vayas, hagamos que no estamos. —dije en un jadeo.

Pero volvieron a tocar la puerta, esta vez con más fuerza.

—Voy, lo mando a la mierda y vuelvo.

Belcebú se levantó, se colocó un poco el cabello que le había despeinado y fue a abrir la puerta. Cuando abrió la puerta gruñó enfadado.

—¡No hay nadie! —estaba molesto.

Más rápido de lo que había ido a la puerta volvió a mi lado. En un segundo estaba sobre mí moviendo su lengua sobre mi pezón izquierdo y con su mano libre acariciaba la entrada de mi vagina sobre mis bragas.

Nunca había tenido a Belcebú tan desesperado por mi como hasta ahora, notaba que sus ganas aumentaban cada momento. No me hacía mucha gracia, dado que siempre se había mostrado calmado y muy amoroso cuando follabamos. No como en este momento que era todo deseo y pasión. Decidí aprovecharme, si habría algún problema ya lo resolvería la Usagi del futuro. 

Hola a todos:

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Hola a todos:

¿Quién será la persona o la cosa que llama a la puerta de Usagi en cada momento?

¿Qué os parece la relación que tienen hasta el momento Usagi y Belcebú?

El próximo especial será sobre la vida pasa de Usagi, cuando estaba viva y todo eso.

Nos vemos pronto.

Ginny ;)

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