Capítulo 1

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"No quiero decepcionarte, pero es lo único que hago"

Pasó una semana desde que Horacio se confesó a Volkov y desde la muerte del oficial, José Luis Torrente.

El ambiente en la Comisaría se transformó en uno más lúgubre y desanimado, ya no era un secreto la existencia de "El Calavera" y todos los agentes eran conocedores de su objetivo: matar a los policías; sin embargo, no entendían por qué.

Horacio no durmió aquella noche, el recuerdo de su piel manchada por la sangre de un compañero le hizo sentir nauseabundo y los ojos rojizos del enmascarado le atormentaban en la oscuridad.

Tampoco pegó ojo la noche siguiente en la cual celebraron el funeral en la isla que fueron llevados por los secuestradores y en la que asesinaron a Torrente enfrente de los dos alumnos. No quería admitirlo en voz alta, pero ese día su hermano, Gustabo, se comportó como un capullo, como diría el Superintendente. Parecía como si al rubio no le hubiera importado una mierda la muerte de su compañero, y no sólo eso, gracias a su magnífico plan para darle celos a Volkov, la relación entre el ruso y el de cresta se enfrió de forma abrupta.

Horacio se levantó de la cama con el ánimo algo por los suelos, pero nada le impediría ir al trabajo, el cual adoraba, aunque después de lo ocurrido con Torrente lo tomaba con un poco de temor.

Fue al baño, se lavó la cara y se miró en el espejo del lavamanos. Pudo apreciar las ojeras que rodeaban sus ojos, aunque no le preocupaban demasiado, las podría ocultar más tarde con maquillaje. Salió de allí y se dirigió hacia la cocina para prepararse el desayuno. Simplemente tomó un cuenco, leche y cereales, nada fuera de lo normal.

Mientras comía, pensó en lo que les depararía ese día tanto a él como a Gustabo en servicio. Seguramente sería un día como los otros, algún código 3, algún código 1, atender denuncias y listo, vuelta al apartamento y esperar al nuevo día. Apartamento el cual debería considerar en desalquilar, básicamente porque no disponía del dinero suficiente para seguir pagando la cuota. Le dolía despedirse de aquel apartamento, dejaría de ser el vecino de Volkov, aunque tampoco serlo le hubiera ayudado en su relación. Nunca fueron juntos al trabajo, y mucho menos a la vuelta, salvo aquel día después del "Fame or Shame" junto con el Superintendente y el comisario Greco.

Escuchó pasos provenientes de arriba, Volkov. Suspiró, debería hacerle caso a su hermano y pasar página, olvidarse de él, dejar los sentimientos a un lado, pero no era tan sencillo. Cinco segundos y escuchó la puerta, cuatro segundos y escuchó el timbre del ascensor.

Terminó de desayunar su bol de cereales y volvió a la habitación para cambiarse de ropa y arreglarse.

Fue en el instante que arrancó el Audi para recoger a Gustabo que recibió una llamada de este.

- ¿Horacio?

- ¿Qué pasa, Gustabo? -contestó - Iba a pasar a recogerte, ¿dónde estás?

- No lo sé, me he despertado en la isla donde mataron a Torrente - respondió el rubio.

Horacio frenó de golpe, ¿qué hacía allí Gustabo? Que él recordara, si no se quedaba en su casa, Gustabo dormía en Garaje Central o al lado de Comisaría.

- ¿Qué haces allí? Hace ya una semana de aquello.

- Ni idea. Bueno, ¿me pasas a recoger?

Una idea brillante pasó por la mente de Horacio.

- Voy a intentar ir con una sorpresa - respondió el de cresta e inmediatamente colgó.

Tras unos minutos de conducción, Horacio llegó a la Comisaría. Fichó para entrar de servicio y se dirigió velozmente hacia los vestuarios. En ellos se encontró con el agente Leonidas, justo al policía que necesitaba.

Starting Over / VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora