Capítulo IX

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Dulce despedida.

La mañana llegó sobre Goryeo. Era invierno, por lo que el cielo estaba cubierto de nubes grises y lúgubres, y caía una leve llovizna por todo el pueblo. El príncipe Kyungsoo estaba observando cómo caían los bastoncillos de cristal perdiéndose en el lago, mientras los mismos mojaban sus ropas y disimulaban las lágrimas que caían constantemente de sus ojos.

Esa mañana el Rey se había enterado de lo sucedido con su hijo y el escudero, teniendo que dar así la sentencia final del joven Kim JongIn por el pecado mortal que había cometido. 

Ambos jóvenes estaban tan lejos y a la vez tan cerca, siendo cubiertos por el mismo cielo y empapados por la misma lluvia, pero cada uno en una situación distinta. Jongin caminaba con dificultad, casi siendo arrastrado por los guardias encargados de su ejecución. Miraba al cielo, sintiendo cómo las gotas caían sobre su rostro lastimado lavando así la sangre y sus lágrimas secas.

Allí, llevado como animal al matadero, pensó en su familia, su hermana, en Kyungsoo...  Aún podía sentir sus besos frescos como brisa de primavera acariciando su rostro, escuchaba resonar los gemidos pronunciando su nombre dentro de su cabeza, y sobretodo recordaba como se había sentido que le dijera que lo amaba. Aunque su corazón dolía más que sus heridas, realmente no se arrepentía de absolutamente nada. Había amado al príncipe como a nadie en el mundo y esperaba que pudiese ser fuerte, que siguiera adelante. Esperaba que lo perdonara por no ser capaz caminar a su lado nunca más otra vez. 

Subió sus pies heridos y descalzos en el banco de madera, mientras su cuello ahora era abrazado por la misma soga que se encargaría de llevárselo de este mundo. Miró al cielo una vez más y sonrió levemente para sí mismo sumido en sus pensamientos. Para cuando se dio cuenta, sus pies quedaron suspendidos en el aire, sus ojos se nublaron y finalmente, Kim Jongin exhaló su último aliento.

Las campanas de la sala de ejecución resonaron en todo el palacio, indicándole a todos la muerte del joven guerrero. Kyungsoo al escucharlas se desplomó en el suelo con su corazón hecho pedazos. Una parte de él había sido arrancada y sentía la herida a flor de piel. El cielo parecía llorar junto a él cuando la lluvia se intensificó transformándose en tormenta, haciendo que el lago se rebosara al igual que las lágrimas del joven príncipe que brotaban a cántaros de sus orbes sombríos. Sus manos se aferraban a un único recuerdo físico que tenía de Jongin, aquella nota que le había dejado en el desayuno ahora empapada estaba ilegible, pero él recordaba a la perfección su significado. La apretó contra su pecho el cual dolía punzante, mientras su mano contraria se enterraba en el pasto mojado quebrando sus uñas por la fuerza empleada. Nunca se había sentido tan miserable en toda su vida y deseó acompañar a su amado hasta la muerte.

Un grito desgarrador brotó de su garganta que de seguro había llegado hasta el cielo, pues este le respondió con un estrepitoso trueno. 

***

Dos años habían pasado desde aquél oscuro suceso en la vida del joven príncipe, quien aún no superaba del todo la muerte del hombre que amó y amaría siempre. Siempre le entristecía el hecho de que Jongin sería recordado como un traidor, al cual ni siquiera tuvo la oportunidad de que se le homenajeara con un funeral o un entierro decente. Su cuerpo al parecer había sido desechado en el bosque y su hermana se encargó de hacerle una pequeña ceremonia y le dio sepultura en, según los rumores, un lugar que el mismo Jongin le pidió antes de morir. 

Kyungsoo se enteró de esto mediante las damas de la corte a las que le pedía información, y de igual manera supo el lugar donde yacían los restos de su difunto amor, el cual era el mismo sitio donde se habían conocido. Grande fue el dolor de Kyungsoo al saberlo, que lloró hasta que sus ojos no pudiesen derramar más lágrimas mientras se quedó horas tirado en aquel sepulcro, siendo su esposa quien lo fue a buscar.

¿Morirías Por Mi? - KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora