Capítulo 16

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Giuli está dormida cuando llego a la habitación. Dalia es tan buena persona como para acompañarme hasta la puerta. Después del susto que me llevé hoy, no podría recorrer el camino sola. Tomo captura del mensaje y lo envío al grupo que tengo con los chicos, ninguno responde, supongo que están dormidos. Dalia comenta, antes de desearme las buenas noches, que mañana que veamos al hacker podremos obtener mínimo una respuesta.

Apenas logro dormir un par de horas, pues Giuli, con su característica frescura, se levanta temprano y se alista para sus clases. Una parte de mí estaba decidida a volarse la primera clase, sin embargo, después de tanto ruido y la música de mi compañera, es imposible dormir de nuevo. Cuando vives con alguien, hay que tener cierto respeto por el compañero, yo no bombardeo a Giuliana con mis problemas, no me desahogo con ella y tampoco le exijo que me acompañe a las mierda-aventuras que vivo con los otros chicos. He sido sumamente paciente con ella porque vaya, la chica es todo un personaje y suele ser muy irritante, ¿qué le cuesta simplemente alistarse en silencio?

Debería callarme, pues fue mi culpa, ¿quién me manda a embriagarme con mi mejor amiga en domingo? Es mi mejor amiga, y necesitaba urgentemente dejar de pensar en muertos y acosador, aunque fuera por tres horas.

―Si quieres estar con nosotros a la hora del almuerzo ―sugirió antes de salir―, estaremos en el jardín detrás de la biblioteca ―hace una pausa y me mira con pena―. Lamento lo de tu amiga, en serio, pero el hacer más amigos no es traición hacia ella.

Espero diez segundos para que se aleje, acto seguido, tomo un tenis que hallo junto a la cama y lo lanzo contra la puerta. No entiendo la razón de la furia excesiva ante su comentario. ¿Cómo se atreve a mencionar a Raquel? Claro que puedo hacer amigos, claro que no es traición, claro que... que... La única bendita persona con la que fui compatible terminó muerta en una fiesta, ¿no es lógico que evite tener amigos? Y no es eso, claro que tengo amigos, no son muy cercanos porque llevamos tres semanas de conocernos, pero algo es algo. ¿Amigos? Convivimos porque un asesinato nos unió, de no haber ocurrido eso, ni ellos me hablarían, ni yo a ellos.

Llego a Anatomía dos minutos antes de la hora establecida, La mayoría de los compañeros ya están presentes, sin embargo, pero mis ojos vuelan por el lugar en busca de una sola persona. Y gracias al cielo, Tristán no ha llegado aún. Tomo asiento en la parte media, hay un lugar entre una chica de cabello trenzado y un joven de tez aceitunada con gafas, ambos leen atentamente de sus cuadernos o libros, es increíble que los aspirantes a ser estudiantes de medicina sean tan cumplidos y estudiosos. Venga, aun hay tiempo, todavía podemos ser un poco irresponsables y no parecer computadoras con tanta información en la cabeza.

El profesor llega puntual, coloca su portafolios en el escritorio, acomoda la silla y saca los plumones de colores. Comenzamos con músculos de la cara, siempre supe que Anatomía era una materia extensa, pero me parece increíble que sigamos en cabeza. No quiero ni pensar en lo difícil del examen de mañana y en lo mal que me irá si no estudio. El asunto del acosador me ha quitado mucho tiempo, mi preocupación por lo que pueda sucederme a veces no me permite concentrar. Y luego hoy quedamos en ir en busca del hacker, no sé qué encontraremos ni qué tanto nos tardemos.

Joder, el acosador me amenazó con revelar algo si me voy de Yesca, pero no dijo nada sobre darme de baja.

Pocos minutos después de iniciada la clase, tocan a la puerta. El profesor se acerca para abrir y ante la vista y sorpresa de todos, permite a Tristán entrar al aula. Ahora que me fijo es a mi sorpresa, soy la única que no puede creer que, el profesor estricto que fue paciente conmigo únicamente el primer día y que no permite la entrada a nadie más, deje entrar a Tristán Diener como si nada pasara, casi como si le agradeciera.

Es rico y es un maldito genio. Rechazó Oxford. No pueden negarle mucho. Maldito engreído.

Por más que lo intento, me es imposible dejar de mirarlo, viste desaliñado, camina con los hombros caídos y aunque su maldito cabello luce espectacular, se nota despeinado. La sudadera gris está fuera de lugar, no estamos en la playa, pero definitivamente el clima es más caluroso que templado. Él no me mira, está demasiado centrado en sus pensamientos, toma su lugar acostumbrado en la parte de hasta atrás, ni siquiera mira hacia al frente, saca su cuaderno y se pone a dibujar o escribir.

Perversa obsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora