Capítulo 15

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Invito a pasar a Dana, después de todo, es mi amiga y si vino hasta acá solo para cerciorarse de que estoy bien, lo vale. Amigas como esas no abundan. 

Le doy un tour rápido por la habitación, no dura más de diez segundos, pues no hay mucho que mostrar. Finalmente, nos sentamos en la cama y durante unos minutos nos quedamos en silencio. Nunca tuve un solo momento incómodo con mi mejor amiga, estuviéramos en silencio, charlando animadamente, bebiendo como si nuestro hígado fuera de acero o viendo alguna película, siempre parecía adecuado.

Hoy no. En este preciso momento siento que un abismo nos separa y la única forma de cerrarlo es confesar todo, desde el principio hasta el final.

He ocultado información tanto a Juan Pablo como a Dana, algunos datos que no son relevantes porque esa etapa de mi vida fue borrada. El suceso quedó atrás y todos coincidimos en que lo mejor era fingir que nunca ocurrió. Pero el acosador lo sabe. Tiene una fotografía, tal vez no sabe el contexto. O pudiera ser que lo sepa todo. Aunque no sé, no hay forma, es imposible.

―Tu tía me financió ―Dana rompe el silencio― ¿No te ha hablado?

Mi tía no, mi madre algunas veces, pero han sido llamadas rápidas, siempre la he cortado. Mi tía no es la más cercana, pues tiene dinero y viaja mucho, le he conocido al menos 5 novios, pero nunca los he visto en persona porque son de cada país que visita. Nunca se llevó muy bien con mi madre, pero, al fin y al cabo, son familia y cuando pasamos momentos complicados tanto emocional como económicamente, estuvo para apoyar. Con dinero, sobre todo. Pero nunca se interesó tanto por nuestro bienestar, mandaba cheques mensuales y mamá, a regañadientes, los aceptaba, cubrió varios gastos sin rechistar e iba a nuestros cumpleaños y en Navidad, incluso Año Nuevo, pero era menos frecuente.

Lo más reciente fue el apoyo con la mitad de la colegiatura de Yesca. No se hace el pago completo por cuestiones de la transferencia temporal, pero sigue siendo una suma fuerte que ella aceptó tomar cuando mamá le comentó en su llamada mensual. Mamá no aceptó que cubriera todo el pago, pero sí la mitad. No es cercana, pero nos ha sacado de apuros y eso se respeta.

Dana conoce a mi tía por mis cumpleaños, también por los cumpleaños de mamá; mi mejor amiga logró agradarle más que su propia familia, pues siempre bromeaban sobre novios e incluso intercambiaron números.

―No y no creo que lo haga ―respondo secamente―. Seguramente no le importó y confió en ti para que averiguaras si algo malo me pasaba ―digo mordaz―. Pero estoy bien.

Dana entrecierra los ojos mientras me observa, una minúscula arruga de duda aparece en su frente, cada vez que adopta esa expresión, es porque no se traga el cuento que le están contando. Me conoce mejor que mi madre, aunque un poco menos que Juan Pablo, pero sabe que algo va mal.

―Sé que se vio raro, pero tenía que encontrarte ―se cruza de brazos―. Bateaste mis llamadas, mi plan era esperar afuera de la residencia hasta que llegaras, así que surgió la oportunidad de verte antes y la tomé. Él me dijo cómo llegar a este cuarto, supongo que no me dirás la razón del por qué lo sabe.

Evito el recuerdo de cuando estuvo aquí.

Vale, ya, a concentrarse. A Dana le creo, pero no sé qué tanta coincidencia hay en los sucesos de hoy ¿Tristán sabía que Dana es mi amiga? Aunque lo supiera, no tiene sentido que supiera de su visita, porque ni yo lo sabía. Si Tristán está usando a mi mejor amiga, se va a encontrar con el demonio mismo. O sea yo.

―¿Juan Pablo sabía que venías?

El rostro de Dana adopta una expresión de disculpa.

―He hablado con él, pero porque me preocupé y sí, le dije que pensaba venir, pero no dije cuándo.

Perversa obsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora