Capítulo 2

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Mientras esperaba la hora para comenzar su turno Sam se encontraba sentada frente a aquel hombre que a simple vista parecía horrorizado por el resultado que pronto recibiría del niño, a pesar de tener un aspecto desastroso, su rostro era muy llamativo, sobretodo porque su tupida barba resaltaba su mentón y hacía lucir sus ojos verdes, era algo bajo de estatura y de cuerpo promedio, quizás un año mayor que ella y a pesar de que ella no le había dirigido la palabra ni siquiera para hacerle sentir bien, podría apostar que tenía un cálido carácter. Aunque quizás no era de su importancia y ni siquiera la involucrara, por alguna razón no dejaba de pensar en ese pequeño niño, era tan inocente que no merecía que algo malo y grave le pasara; echó un vistazo al reloj en su muñeca y notó que faltaban quince minutos para empezar a trabajar, así que por un segundo pensó en levantarse y acabar con el tic nervioso en su pierna para aclarar su mente, pero en lugar de hacerlo abrió su boca para llamar la atención de aquel hombre sin nombre.

- ¿Él es tu hijo?

- ¿Disculpa? – preguntó el muchacho que masticaba sus uñas con desesperación.

- El niño, ¿es tu hijo? – replicó Sam.

- No, es mi sobrino…, lo cuido mientras sus padres están en un viaje de negocios.

Hubo una corta pausa.

- ¿Puedo preguntar qué fue lo que le pasó?

- Ni siquiera yo sé qué ocurrió – espetó en un susurro, su rostro se tornó vacío –, estábamos jugando y me descuidé por dos minutos para ir por un vaso con agua, mientras lo hacía lo escuché quejarse y cuando regresé al sofá lo encontré en el suelo con algunos adornos de vidrio esparcido por toda la sala… No creí que fuera tan grave pero luego de algunos minutos, Fred seguía sin reaccionar.

Después de escuchar aquel relato pensó ir hacia él y darle un abrazo para calmarlo un poco, pero no quería parecer atrevida o algo por el estilo que la hiciera dar una mala primer impresión, así que cuando se levantó sí fue hasta donde él pero solamente le frotó suavemente su espalda como muestra de apoyo antes de despedirse e ir a su puesto de trabajo.

- Espero que todo salga bien con Fred, suerte…

Él ladeó una pequeña sonrisa que Sam no alcanzó a ver pues ya se había dispuesto a darse la vuelta y avanzar, pero aquel hombre la persiguió para llamar su atención.

- Yo… no te agradecí por lo que hiciste.

- Descuida – le aseguró ella –, no fue nada.

- Soy Evan, por cierto…, mucho gusto… De nuevo, muchas gracias por todo.

- Me llamo Sam…

Ya eran casi las 10:00p.m. y Evan apenas iba de salida, lo que tomó por sorpresa a Sam fue el hecho de haberlo visto irse solo, eso le causó gran curiosidad y preocupación porque aún seguía pensando en el niño de esa tarde que incluso cuando lo vio cruzar las puertas quiso ir y preguntarle pero no quería entrometerse, así que se fue directo hacia los archivos y encontró que la cirugía del pequeño Fred se habían realizado con éxito pero que se quedaría unos cuantos días más para monitorear que todo estuviera bajo control, eso la tranquilizó en su totalidad. Su turno terminaba hasta medianoche, pero algo que le pareció muy extraño fue el hecho de que su jefe siguiera en su oficina cuando él se iba una hora antes que ella, media hora después una enfermera le comunicó que él requería su presencia y aunque por un momento no se imaginó nada malo, mientras se dirigía a la oficina no dejó de pensar que la manera en la que la enfermera le habló fue en un tono algo serio; cuando cruzó la puerta para encontrarse con su jefe el espacio estaba vacío, se acomodó en unos asientos y se secó el sudor involuntario de su frente, para cuando el hombre regresó a la oficina a Sam se le había cerrado su garganta y aunque la manera en la que él hablaba era muy serena, ella no dejaba de debatirse que quizás algo de esa conversación podría salir mal.

Después de élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora