Capítulo 3

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La tormenta por fin había cesado y Sam ya tenía toda la disponibilidad de llegar a su destino y terminar con lo que se había propuesto hacer, pero con cada extremo de su ropa goteando se sentía tan incómoda que prefirió esperar un poco más. Evan, que la había rescatado de no haber resbalado seguía ahí con ella y dado a que llevaba una sombrilla, apenas sí se lograban distinguir unas cuantas manchas de agua en su ropa, aunque Sam le agradeció por lo que hizo, el rato que ambos estuvieron juntos guardaron algunos metros de distancia y se mantuvieron en completo silencio, él la miraba muy obviamente mientras que ella lo evadía y pensaba ¿por qué él? ¿Y por qué justamente a ella?, no es que no pensara que él no fuera lindo, lo era, pero consideraba que sus intenciones por acercarse iban muy rápido y eso la estaba abrumando. Sam se levantó de donde se encontraba sentada y dio marcha a sus pasos, los cuales fueron interrumpidos por Evan.

- Oye, ¿a dónde vas?

- Tengo asuntos que resolver – respondió ella con un tono brusco pero sin llegar a ser grosera.

- ¿Puedo acompañarte?

Sam se quedó muda por algunos segundos para luego gruñir y darle una respuesta.

- ¿Qué tú no tienes por hacer?

- De hecho, no…

Ella ignoró sus palabras, se encogió de hombros y se dispuso a seguir su camino. Evan terminó por seguirla.

Cuando cruzaron las puertas y Sam encendió las luces del lugar todo estaba tal y como ella se lo había imaginado que sería: había telaraña y polvo por todos lados, el olor era totalmente desagradable y había plagas de insectos que hicieron que Evan se espantara y cayera al suelo gritando dramáticamente, lo que provocó que ella se echara a reír.

- Tengo que admitir que es muy lindo – dijo él –, ¿tú vivías aquí?

Sam asintió.

- ¿Y por qué te mudaste?

- Eres muy curioso, ¿cierto? – espetó ella.

Ambos se habían separado luego de que Sam le dijera a Evan que le ayudara a buscar algo con lo que limpiar mientras hacía lo mismo. Por muy fuerte que quisiera ser o sentirse, cuando Sam recorrió cada uno de los rincones de esa casa no pudo evitar sentir un hueco en su pecho al recordar que lo que ahí vivió con Scott; no se había olvidado de que tenía que buscar las cosas de él pero estaba retrasando el momento hasta el final ya que creía que si iba y las tomaba, sus ánimos decaerían y posiblemente lloraría, pero entonces el hombre que le llamaba desde la otra habitación llegó a ella cargando un par de cajas.

- Encontré esto en el baño, ¿vivías con tu hermano?

- No… – respondió Sam con su voz entrecortada mientras que sus ojos comenzaron a lagrimear al tomar las cajas al mismo tiempo que se tiró al suelo para revisarlas – Todo lo pertenecía a Scott, mi novio.

- ¿Dónde está él? – preguntó y se retractó – Olvídalo, no es mi asunto… No tienes que responder.

Aunque la expresión ausente de Sam no cambió, cuando le dedicó una rápida mirada a Evan le fue algo difícil no emitir una pequeña risa por su actitud.

- Él murió, fue hace algunos meses atrás y me está llevando muy trabajo asimilarlo.

Luego de tomarse algunos minutos para recuperar su autocontrol puso la cajas cerca de la puerta para no olvidarlas y regresó hasta donde estaba para empezar a limpiar la casa, después de pasar algunas horas al lado de Evan término agradándole más de lo que tenía pensado, Sam no dejó de reír cuando a él le pasó el mismo incidente con los insectos unas cuantas veces más; cuando acabaron y se dispusieron a regresar a sus casas, las calles estaban más oscuras que cuando ellos se encontraron y fue entonces cuando él se ofreció a acompañar a Sam hasta la puerta de su casa por “seguridad”. A primera hora del siguiente día Sam se encontró con su comprador para entregarle las llaves de la casa, al hacerlo le pareció que una parte de ella se alejaba lentamente y para siempre de su vida.

Tener las cosas de Scott guardadas en su casa fue de las peores cosas que Sam pudo haber decidido hacer, pues se había desorbitado de sí misma de gran manera que incluso se había convencido de haber retrocedido varios pasos en el proceso de la superación de su pérdida; todo comenzó con su cambio de apetito, por las noches se la pasaba en vela sobre sobre su sofá sosteniendo entre sus manos la ropa y algunas fotografías de su ex novio, cuando se iba a la cama no importaba el sueño y cansancio que tuviera pues se pasaba horas dando vueltas sobre ésta con los ojos hinchados y enrojecidos. Ya que para su madre todo iba perfectamente bien, fingía a través de su teléfono para no preocuparla y que no se pusiera intensa con el tema de buscar ayuda profesional, en su trabajo era un desastre: se obligaba a beber de dos a tres tazas de café para no cometer los mismos errores dos veces como la vez en que confundió los expedientes de algunos pacientes y terminó en un gran problema con su jefe, en la universidad ya no era la misma que cuando empezó; a la única persona que se sentía confiada en contarle todo era su amigo Josh, pero por alguna razón siempre que lo llamaba su teléfono sonaba apagado, llegó a creer que desde que él se mudó lejos ella dejó de ser importante en su vida.

Todo empeoró cuando en los días que Sam al fin comenzaba a dormir tranquilamente, empezó a tener sueños recurrentes con Scott en los cuales siempre se repetían los recuerdos más hermosos que habían pasado a lo largo de su vida y aunque todo eso significara algo muy especial para ella, cuando se despertaba gritando a media noche también sentía que su respiración se paraba. Un viernes en la madrugada creyó haber comenzado a enloquecer cuando tras ir por un vaso con agua se asustó cuando escuchó un extraño ruido en su sala, se movió con sigilo para asegurarse de que no fuera algún ladrón pero cuando se dio cuenta, era sólo su ventana abierta, fue hasta que regresó a su habitación que espetó un grito que terminó por lanzarla a su cama cuando se volteó y se percató que una silueta muy idéntica a Scott estaba frente a la puerta, aún con los nervios de punta entendió que solamente se trataba de una ilusión, pero el hecho de haberlo visto con su cuerpo flacucho, su cabello revuelto y las delicadas facciones de su rostro como las recordaba la dejaron perpleja a tal punto que a pesar de no poder dejar de temblar bajo sus sábanas, tomó su teléfono y comenzó a marcar un número al azar.

- ¿Podemos vernos? – preguntó totalmente acelerada.

A la mañana siguiente Sam estaba esperando a Evan afuera de la cafetería donde habían quedado para encontrarse, lucía cansada y sus ojeras sobresalían en todo su aspecto, a pesar de llevar cinco minutos sentada su tic en la pierna se intensificaba cada vez más que incluso se obligó a comprar un té caliente para calmarse. Cuando vio asomar a quien esperaba se levantó y corrió a él sin darle a él la oportunidad de saludarla, pues sin explicar cómo o por qué, ella lo sorprendió con un inesperado beso del que ni siquiera la misma Sam fue consciente.

Después de élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora