Escuché el silbido antes de que entrara por la puerta, perforándome los oídos y produciéndome el mismo escalofrío de siempre.
—Hola, florecilla —me saludó cruzando el umbral —. La encantadora mujercita que tienes delante se negó a darnos el tributo que nos corresponde. ¿Ya se ha orinado encima?
Miré a la chica, atada de pies y manos a la silla, temblando de miedo. Apenas tendría 5 o 6 años más que yo. Él se puso a mi lado, pasándome un brazo por los hombros.
—Ya sabes lo que tienes que hacer —me susurró al oído, apartándome un mechón de pelo —. Y también sabes lo que pasará si no lo haces.
Acarició las recientes heridas de mi antebrazo. Me dio el machete y se separó de mí, dándome espacio y mirándome sonriente.
Su segundo al mando desató un brazo de la muchacha y lo sujetó fuertemente contra la mesa. Volví a mirar a la chica, clavando la vista en la línea de rotulador dibujada por encima de su muñeca.
Intentando con todas mis fuerzas que mis ojos transmitiesen una sincera disculpa, le corté la mano de un machetazo.
Me desperté con el corazón a mil por hora, sudando a chorros. Tardé varios minutos en ubicarme, estaba en la habitación de aquella casa tapiada. Miré por la ventana, dándome cuenta de que ya estaba amaneciendo. Sólo quedaba una docena de caminantes rondando por la calle. Cogí rápidamente mi mochila y, sin mirarme al espejo ni colocarme bien la ropa, bajé por las escaleras.
—Hola, ¿por qué no me has despertado? —saludé a Daryl cuando le encontré en la cocina, comiendo unos cereales secos.
—Te hacía falta dormir —respondió sin mirarme, masticando.
—¿Y a ti no? —cuestioné cruzándome de brazos.
—No tanto como a ti.
Empezaba a estar harta de esa actitud. ¿Por qué a veces era cercano y protector y de repente se volvía frío y arrogante? Bueno, en el fondo puede que nos pareciésemos más de lo que me gustaría admitir.
Me senté delante de él y me pasó la caja de los cereales. Estaban realmente asquerosos.
—La horda se ha ido siguiendo una jauría de perros. Quedan pocos, podemos con ellos —explicó poniéndose en pie y cogiendo sus cosas —. Voy a echar una meada, cuando estés lista nos vamos.
Daryl condujo a toda velocidad mientras el frío viento me despeinaba el cabello. El viaje había sido una pérdida de tiempo, volvíamos sin mi moto, sin garrafas de gasolina y habíamos arriesgado nuestras vidas para nada. Pero sentí que algo iba a cambiar entre nosotros, al fin y al cabo, nos habíamos salvado la vida el uno al otro.
Me abracé a él con fuerza, apoyando mi cara en su chaleco, pensando en todo y en nada a la vez, y me preparé mentalmente para lidiar con mis padres.
Ocho meses después
Mi padre tira la puerta abajo de una patada y Daryl, Hal, Carl y yo entramos con nuestras respectivas armas en posición de ataque, prevenidos para cualquier situación.
—Carl, detrás de mí en todo momento —ordeno a mi hermano sin dejar de mirar al frente, sujetando con ambas manos mi machete.
Avanzamos con cautela por la casa, dividiéndonos los espacios.
—Salón despejado —escucho decir a Hal.
—La cocina también —advierte mi padre.
Recorremos la estancia hasta llegar a una habitación, un caminante aparece a mi derecha y antes de que me dé tiempo a rebanarle el cuello con el machete, Carl le vuela la cabeza con su pistola silenciada.
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Demonios (The Walking Dead)
FanfictionBasado en la serie The Walking Dead. Empieza desde la segunda temporada y sigue el ritmo de la historia original, con alteraciones creadas por mí. Narrado en primera persona por la protagonista, Tanya Grimes (papel inventado), y en ocasiones desde e...