Tras un largo, exhaustivo y agotador debate, en el que mis padres y Daryl no dejaron de lanzar miradas de interrogación a los recién aparecidos, llegamos a la conclusión de que los chicos parecían de fiar y podrían quedarse con nosotros, al menos por un tiempo y bajo constante vigilancia.
—Tenéis una pinta horrible. ¿Estáis heridos? ¿Tenéis algún mordisco? —se había asegurado mi padre.
—Vosotros no parecéis mucho mejor —había replicado el chico llamado Hal.
—No podemos saber si dicen la verdad, podría ser un truco —dudó Maggie.
—¿Has visto sus caras? No creo que sean tan buenos actores —contestó mi madre.
—Aun así, no es buena idea tener que preocuparse por dos bocas más que alimentar, estando como estamos —había replicado Glenn.
—Pero son dos pares de ojos adicionales para cubrirnos las espaldas, hacer guardias y buscar provisiones —argumentó Carol.
—Y también son dos pares de piernas que harán más ruido, atraerán a más caminantes y nos harán ser más lentos —refutó Daryl —. Además, el pequeño cojea.
—Tenemos que darles la oportunidad, si dejamos de confiar los unos en los otros, habremos fracasado como seres humanos —había explicado Hershel.
—No sé... No debo ser el único que tome la decisión, vamos a votarlo... —propuso mi padre al notar todas las miradas fijas en él.
Y yo, mientras todo eso había sucedido a mi alrededor y mi grupo trataba de decidir fríamente nuestro destino, solo podía pensar en que, si decían la verdad, aquellos chicos acababan de ver morir hace apenas dos días a su padre y a su hermano pequeño. Era incapaz de no repasar su lamentable historia en mi mente.
—Formamos una comunidad a las afueras de un pequeño pueblo cerca de Athens. Desalojamos dos manzanas y construimos barricadas. No éramos muchos, pero todos éramos viejos conocidos y confiábamos los unos en los otros. Nuestro padre y su mejor amigo eran algo así como los jefes, los que imponían orden y disciplina. Funcionaba bien y tuvimos pocas pérdidas, todas ellas en misiones de aprovisionamiento o vigilancia externa, a manos de los mordedores. Un día Ben y yo estábamos fuera, nos tocaba una misión a nosotros. Volvíamos muy contentos porque habíamos conseguido medicinas y cargamento militar, pero pronto nos dimos cuenta de que algo no iba bien. Entonces escuchamos los gritos y los disparos. Soltamos las mochilas para correr a toda velocidad, cargando únicamente nuestras armas, pero cuando llegamos ya era tarde. Los cuerpos de los hombres y los niños estaban desperdigados por el suelo, se habían llevado a las mujeres. Vimos a nuestro hermano pequeño en un rincón, con un agujero en la frente.
Hal tuvo que parar y respirar hondo para poder continuar con su explicación, mientras su hermano Ben se acercaba más a él para apretarle el hombro.
—Ben entró en la casa que nos habían asignado para intentar dar con nuestro padre y coger algunas provisiones mientras yo vigilaba fuera. Pero nuestro padre apareció detrás de mí, confuso y con heridas por todas partes. Me suplicó que huyésemos, diciendo que quedaban más y que él los enfrentaría mientras nos alejásemos. Me mostró el cuello, tenía un gran mordisco. "Me han echado dos mordedores encima, yo ya estoy muerto, pero vosotros no. Escapad por la puerta trasera y cuidaos el uno al otro. No os separéis nunca. Os quiero" me dijo.
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Demonios (The Walking Dead)
FanfictionBasado en la serie The Walking Dead. Empieza desde la segunda temporada y sigue el ritmo de la historia original, con alteraciones creadas por mí. Narrado en primera persona por la protagonista, Tanya Grimes (papel inventado), y en ocasiones desde e...