11. Jules

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—Buenos días —salude—. Hice el desayuno —señale los platos que había en la mesa—. ¿Café o jugo?

—Café —respondió tomando asiento—. Despertaste temprano.

—Solo un poco —serví el café en la taza colocándolo frente a él.

—Gracias Anabella.

—Elijah muchas gracias por sacar a mi hermano de la tumba —tomé asiento frente al Original.

—No tienes nada que agradecer —me regalo una mirada—. Sabes qué haría cualquier cosa por ti.

—Lo sé —sonreí—. Recuerdo una vez que mi padre me castigo por una cosa insignificante. También me encerró en mi habitación sin comer ni beber agua por un día entero. Damon y Stefan tenían prohibido acercarse a mi habitación. Él creía que me llevarían comida o agua, pero por supuesto que mis hermanos supieron como llevarme una manzana y un vaso de agua. Fue lo único que comí en todo el día. Mi padre estaba lejos de ser un buen padre ­—sonreí con amargura al terminar mi pequeño recuerdo­­—. Por suerte solo lo soporte quince años y los primeros tres no cuenta.

­—No todo tenemos la oportunidad de la familia feliz —respondió el Original perdiendo su mirada en la nada.

—En fin —suspire—. Debo irme Elijah. Ya que no pase la noche en casa mis hermanos tal vez y se dieron cuenta de ello, y si no lo hicieron, lo harán en cuanto me vean llegar —deje un beso en la mejilla del Original—. Te veo después.

—Hasta pronto Anabella.

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—Hola Caroline, buenos días —salude alegremente a la rubia del otro lado del teléfono.

—Buenos días Ana —respondió la rubia.

—Caroline ¿puedo pedirte un favor? —conducía con dirección a la mansión.

­—Claro. Dime —suspire llena de alivio al poder contar con la rubia.

—¿Podrías mentir por mí? —pedí con una sonrisa tierna aunque se que ella no me veía.

—¿Mentir? —cuestiono—: ¿Mentir en que o por qué?

—No pase la noche en casa y apenas llegare —explique—: Claramente si me ven mis hermanos me cuestionaran y no les quiero decir la verdad.

—¿Pasaste la noche con alguien? —curioseo.

—Si —acepte, pues técnicamente pase la noche en casa de Elijah, o sea que la pase con él. En el sofá, pero con él—. Miente por mi por favor Car.

—Esta bien —respire con paz—. Pero tendrás que contarme todo.

—A su debido tiempo rubia, no comas ansias —sonreí—. Muchas gracias Caroline, te debo una. Y ahora te dejo porque ya llegue a la mansión. Te veo después.

—Adiós —y así ambas colgamos el teléfono.

—Buenos días —saludó Stefan quien iba saliendo de casa—. ¿Te divertiste anoche? —cuestionó de manera divertida con una sonrisa.

—Un poco, si —acepte con una sonrisa. Mi hermano hizo una mueca de desagrado seguido de una risa por parte de ambos.

—Tengo que acostúmbrame que ya no eres una niña.

—Así es —respondí—. Pero descuida no hice lo que estás pensando.

—¿Cómo sabes lo que yo estoy pensando? —hoy él se había levantado muy de buenas o sólo era mi imaginación.

La Tercera Salvatore - Libro I [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora