9. No te odio

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—Arriba dormilona —menciono la voz de Damon moviendo mi cuerpo no tan suave.

—Mmh —me removí en mi cama—. Deja dormir odioso —le lance un golpe esperando a darle y me acomode mejor entre mis almohadas.

—No, no, no —alboroto mi cabello—. Tenemos una cita

—Tú tienes una cita, yo tengo sueño

—Date prisa

—No

—Iremos hablar con Katherine —menciono Stefan quejas ya ahora supe también estaba en mi habitación.

—¿Qué? —me reincorporé de inmediato—. Vamos más despacio, okay.

—Que vamos a ir a ver a Katherine —menciono Damon lentamente casi deletreando la oración.

—Denme 5 —pedí poniéndome de pie.

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—Listo chicos, ya estoy —informe bajando las escaleras.

—Lets go Barbie —rodé los ojos y camine a la salida.

—Stefan ¿por qué la idea de hablar con Katherine? —pregunte al menor de mis hermanos.

—Curiosidad, ososidad. Llámalo como quieras —menciono el mayor.

—¡Ay Stefan! que horrible voz tienes —Damon me miro y me lanzo un beso.

—Queremos saber más sobre la maldición y esas cosas del sacrificio —menciono mi hermano con voz relajada, pero preocupado.

—Lo que Stefan quiso decir, en palabras muy resumidas– mencionó Damon— Queremos salvar a Elena —rodé los ojos.

—Es lo más inútil que he escuchado —mis hermanos se frenaron abruptamente para mirarme—. O sea chicos, no sé esfuercen tanto, de cualquier manera tarde o temprano va a morir —avance en medio de ellos hacia la tumba de Katherine.

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—Ok —mencione—. Yo tengo que ir a la escuela —informe tomando mi mochila—. Adiós.

—Nosotros iremos a ver a...

—Elena —interrumpí—. Que extraño de ustedes. En fin, que se diviertan.

Salí de la rumba después de que Katherine como de costumbre fuera más inteligente que mis hermanos, con mochila en la espalda avance un poco por el bosque con dirección a el camino hacia el pueblo. Una vez que estuve lo suficientemente alejada y que supuse mis hermanos ya se encontraran camino hacia Elena regrese una vez más a la tumba.

—Sabía que vendrías

—Tu siempre sabes todo —asegure con una sonrisa.

—Estas de lado de Elena.

—No estoy con Elena —sonrió—: Tampoco contigo, debo aclarar.

—¿Por qué? —cuestionó de manera triste o fingiendo la tristeza.

—Ya no soy esa niña Kath —aseguré—. Esa pequeña que corría tras de ti jugando todo el día, aquella pequeña que solía preguntarte sobre chicos, esa que te admiraba. Cambie, la vida me cambio, las circunstancias...tu —la observé con determinación—, tú me hiciste amar y odiar a la misma vez.

—Yo de verdad te apreciaba —aquella frase sonó realmente sincera.

—Lo sé —aseguré—. El sentimiento era mutuo. Pero tú sola lo arruinaste Katherine, tus juegos, tus avaricias, tu egoísmo, tú, tú y tú. ¿Sabes cuál es tu problema? Tú. Tú eres tú misma maldición, tal vez Elena es igual a ti físicamente, y si, las dos aman la atención de mis hermanos, pero ella está dispuesta a morir por los que más ama, cosa que tú no tienes el valor.

La Tercera Salvatore - Libro I [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora