Cuando pensaba que nada podía ir peor...

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No me apetece nada enfrentarme a un nuevo día de trabajo ahora que sé que tengo que hacerle de niñera al hijo del presidente. El edificio se muestra imponente frente a mí, con sus rótulos perfectos y la entrada ajardinada impoluta y fresca. Siempre me ha encantado el modo en el que Fashion for Life cuida hasta el más mínimo detalle. Sin embargo, hoy no estoy de humor.
El vestíbulo es un lugar concurrido incluso a primera hora de la mañana. Yoongi y yo entramos saludando aquí y allá con educación pero no nos paramos con nadie. Socializar no es mi punto fuerte, lo reconozco. Cuando un par de manos se posan sobre nuestros hombros, no tengo ni que volverme para adivinar que se trata del dicharachero Park Jimin.
—Traigo el desayuno directamente de la cafetería —dice, haciendo equilibrios con la bandeja de vasos.
—¿Se lo has contado? —me indigno, preguntando directamente a Yoongi. Él se aguanta la risa apretando fuertemente los labios antes de contestar.
—A ver... Era muy divertido. No puedes culparme por ello.
—Hyungie~ —ronronea Jimin, ofreciéndome el café. Apenas puede aguantar la risa.
—Vale, ¿ya os habéis reído suficiente de mí por hoy?
Aprieto el botón del ascensor una y otra vez como si eso fuera a conseguir que apareciera más rápido.
—Vamos, seguro que no fue para tanto.
—Estás demasiado centrado en tu trabajo, Hobi, te lo he dicho muchas veces —añade Yoongi.
—Tengo un objetivo que cumplir y ningún niñato va a llegar ahora, después de tanto esfuerzo, a arrebatármelo —gruño.

Nuestro departamento ya tiene las persianas subidas, algunas ventanas han sido abiertas para que el aire se limpie y hay flores frescas sobre las mesas. Todo un detalle del servicio de mantenimiento. Cuelgo mi bolsa en el perchero que hay junto a mi mesa de trabajo y cuando voy a quitarme el chaquetón, descubro un mancha de café. Así que vuelvo atrás sobre mis pasos hasta el baño, refunfuñando sobre mi mala suerte, solo para descubrir que es esos momentos está cerrado por los de la limpieza.

—Puedes ir al del final del pasillo —me dice el operario de mala gana.

Musito un 'gracias' y me escabullo entre la gente tapándome la mancha con la mano en un gesto bastante extraño. Al fondo del pasillo solo están los almacenes de material así que apenas hay gente. Lo agradezco, porque necesito un momento para serenarme y ser capaz de afrontar el día.

—Día que mal empieza, mal acabará —me digo a mí mismo mientras froto la mancha con un poco de agua frente al espejo del solitario lavabo.

Entonces escucho ruidos detrás de mí. Un golpe, un trastabilleo, la goma de un zapato chirriando contra el suelo... Observo con cautela a través del espejo y un poco más allá, descubro que la última puerta del baño está entreabierta. Ese pestillo nunca ha funcionado, pero...
Me vuelvo. Me agacho para mirar por debajo de la puerta y comprobar que hay alguien dentro y para mi sorpresa, descubro que es una pareja la que ocupa el cubículo.
Me yergo de inmediato y noto cómo se me encienden las mejillas. Estoy tentado a salir corriendo pero no quiero que me escuchen y que sepan que he estado ahí.
"Qué vergüenza", pienso, dando un paso atrás.
Y entonces, sin pretenderlo, veo sus manos y las reconozco al instante. Son sus dedos largos llenos de anillos brillantes recorriendo el cuerpo de esa chica descamisada. Bajan desde el cuello, acariciando sus formas hasta las costillas, luego hasta la cadera y un poco más hasta aferrarse a los muslos. A ella se le escapa un gemido cuando sus labios se le pegan en el cuello y la lengua juega con el lóbulo de la oreja. Está de espaldas, pero sé que es él, no tengo ninguna duda.

—¡Oh, no! —grita la chica cuando sus ojos se cruzan con los míos a través de la rendija de la puerta.

Se da prisa en abotonar su camisa, se peina con las manos, y pasa a mi lado tratando de esconder su rostro.
Kim Taehyung, por el contrario, se toma su tiempo. Sale del lavabo, se recoloca la camisa y se abotona sin apartar la vista, con una sonrisa en los labios hinchados.

—Jung Hoseok... ¿te has divertido? ¿Uh?

Todo era oscuro (hasta que llegaste tú) / VhopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora