Trece.

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Se quedó en el baño un rato más, lo suficiente para que un dolor de cabeza lo atacara. No sabía si era por el estrés que le había dado aquella pesadilla, el alcohol o las pocas horas de sueño que había tenido.

Cuando se sintió más tranquilo y con las fuerzas para poder pararse se dirigió a la sala y encendió la televisión, bajándole el volumen casi al mínimo rápidamente. Quiso pensar que ver algo le haría despejar su mente.

¿Pero qué iba a ver a altas horas de la madrugada? Estuvo dándole vueltas a los canales sin prestarle mucha atención. Infomerciales, películas para adultos, canales de música, nada interesante, así que simplemente marcó un canal para niños para entretenerse con los dibujos animados.

Estuvo viendo la tele por un rato, a esas horas solían pasar caricaturas viejas, así que ese era un punto a su favor. Entre los comerciales se distraía viendo su celular, casi rogándose a sí mismo mentalmente que no le volviera a entrar la idea de llamar o siquiera enviar un mensaje a Albarn. Y quién sabe cómo, pero cumplió su promesa. 

No pasaron más de diez minutos después de que Graham decidiera dormir de nuevo, sin embargo su intento de sueño se vio interrumpido por un Alex saliendo de la habitación con su celular en la oreja, en cuanto el más alto se dio cuenta de la presencia de su amigo pareció haberse puesto nervioso, pero sólo se limitó a hacerle una seña con su mano libre diciéndole que estaría afuera. 

Al menor pareció importarle poco o nada lo que hacía Alex, puesto que ni siquiera vio la expresión en su rostro cuando Alex lo vio por la poca luz que había en la sala. Sólo entendió la seña que le hizo y alcanzó a ver de reojo que tenía el celular en la oreja.

Unos cuantos minutos después el más alto entró silenciosamente por la puerta mientras guardaba su celular en el pantalón ajustado que no se había quitado desde que habían llegado a casa.

 - ¿Hablabas con Liam? - preguntó Graham con un tono burlón, refiriéndose a "lo del otro día"

El contrario bufó y soltó una pequeña risa seguido de un "quisieras" en voz baja.

- ¿Hablabas con la chica con la que saliste al bar? - volvió a preguntar curioso, pero no se esperaba la reacción de su amigo, quien lo miró como si hubiera dicho una estupidez.

- ¿Qué? ¿Cómo sabes que estaba con una chica? - musitó.

- No, no, simplemente asumí que habías estado con una, es decir, ¿quién más te llamaría a estas horas? o más bien, ¿a quién tú llamarías a estas horas? Por supuesto que a William no.

- No es de tu incumbencia a quién llame o con quién haya estado. - rodó los ojos.

- Oh, no, de hecho sí. - hizo una pausa. - Me has pedido que se lo oculte a Dave, en primera, ¿por qué debería hacerlo?

- Ya te dije, es alguien con quien Dave no se lleva bien.

- ¿Y no es un poco muy hipócrita estarte viendo o llamando a gente que no le cae bien a quien es tu mejor amigo? - Coxon se sentía tenso, lo que menos necesitaba ahora era una pelea, menos con Alex y menos por cosas que a lo mejor y eran verdad y no le incumbían.

James se quedó en silencio un rato evitando hacer contacto visual con el menor.

- Sólo te lo digo para que lo pienses. - susurró apenado. - Dave no te ha hecho nada para que hagas este tipo de cosas. No sé a quién estés viendo o llamando, no sé a quién le pueda caer mal a Dave, pero piénsalo, han estado viviendo juntos desde quién sabe hace cuanto, ¿qué otras cosas le has ocultado? - Graham sí que estaba haciendo contacto visual con Alex, quien estaba todavía parado en el marco de la puerta.

- Lo sé, soy muy consciente de eso, y pararé esto pronto, te lo prometo. - respondió aún sin mirar a Graham.

- Ya te he dicho que no me lo prometas a mí, prómeteselo a él, dime, ¿cuántas cosas más le has ocultado? ¿cuantas cosas me has ocultado a mí? - iba a continuar, pero James lo interrumpió.

- Basta, Graham. Ni siquiera se trata de ti. - finalmente volteó a verlo. - Sólo es esto, y no pasará mucho tiempo para que termine. Ya no hablemos de esto, ¿quieres? Sólo te haces sobrepensar las cosas.

Coxon no tuvo tiempo para responderle, inmediatamente se dio la vuelta y se dirigió a la habitación.

Estaba amaneciendo y su dolor de cabeza había vuelto, encendió su teléfono para ver la hora y se dio cuenta que no faltaba casi nada para que dieran las siete de la mañana. Hora en que sus dos amigos se irían a sus respectivos trabajos, eso si la resaca no les afectaba.

También eso le recordó que ya venía siendo tiempo de conseguirse un trabajo otra vez.


Cartas Para Un Desconocido •gramon•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora