Capítulo trece {+18.

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El departamento estaba en total silencio. Louis había salido temprano, a decir verdad desperté esa mañana y el ya no estaba.

No sabía en qué hora vivía, en la casa no había reloj y por supuesto que el celular de Louis estaba con él y fuera de mi alcance. Por eso, había aprendido a calcular la hora por el sol, ya que Louis no tenía horarios, aparecía y desparecía en cualquier momento sin decirme nada en lo absoluto, claro.

El único ruido que se sentía era el desesperante goteo provocado por la vieja canilla de la cocina. Era insoportable al principio pero de a poco me acostumbraba por más que lo odiara.

A media tarde, -alrededor tres según mi reloj solar- el silencio fue interrumpido por las llaves que abrieron la puerta y segundos después esta misma se cerró de un fuerte golpe: Louis venía de malas.

―Mira esto ―dijo irrumpiendo en el cuarto y tirando un volante sobre la cama en donde me encontraba recostado con el cubo mágico, el cual armé y desarme incontable cantidad de veces desde que lo encontré en el cajón de la mesa de luz junto con lubricante, preservativos, ropa interior, etc. ― eres famoso ―exclamó con ironía.

Tomé el folleto en mis manos y lo observé. Encontrándome con una foto mía en blanco y negro. Sobre esta en letras mayúsculas la palabra "desaparecido"

―Qué opinas ¿Eh? ―se burló quitándome el papel de las manos y poniéndose a leerlo― Harry falta de su hogar desde el día xx/xx/xxxx. Dieciocho años, cabello castaño ondulado, tez blanca. Vestía jeans oscuros y una chaqueta negra. Si alguien lo ve por favor comuníquense al siguiente número... Bla bla bla ―balbuceó mientras yo lo miraba anonadado.

― ¿Acaso no tienes sentimientos idiota? ―le grité quitándole el papel de las manos para terminar de leerlo internamente. Luego del número de teléfono decía "su familia y amigos lo quieren de vuelta" y solo eso bastó para que mis ojos se cristalizaran.

―Oh no... ―Me observó con angustia fingida por lo cual se ganó una mirada letal de mi parte― No llorarás ¿O sí? ―se sonrió apenas y volteó para dirigirse al baño.

― ¡Maldito hijo de puta insensible! ―le grité arrugando el papel con rabia y se lo tiré dándole en la espalda. Bufé con rabia y tristeza antes de tirarme hacia atrás y tapar mi rostro con la almohada.

―Te asfixiarás muñeco ―comentó con diversión encerrándose en el baño pero no le respondí.

Asfixia...

¿En qué momento había empezado a tener ideas suicidas? No, no quería matarme, ni que me matara, pero tampoco quería vivir encerrado apenas viendo el sol a través de la diminuta ventana del baño que daba a un asqueroso callejón. Sin dudas no era lo que tenía en mente a la hora de ver mi futuro.

―Creo que deberías hablarle a tu mama ―soltó de lo más natural. Podía ver su sombra parada frente al inodoro.

― ¿Bromeas? ―de inmediato me senté en la cama para quedar viendo en su dirección.

― ¿Cuando lo hago? ―rodé los ojos conteniendo las ganas de mandarlo al demonio, a veces podía decir estupideces tan seriamente que solía confundirme― pues ¿Quieres hablarle o no? ―preguntó impaciente. El ruido de la cisterna se hizo presente y luego giro para abrir las canillas de la pileta.

― ¡Claro que quiero! ―exclamé con entusiasmo y hasta cierta alegría.

―ok bebé. Supongo que sabes que todo tiene su precio ¿No? ―salió del baño y se apoyé en el marco de la puerta mientras secaba sus manos con una toalla.

―ya decía yo... ―murmuré para luego suspirar ¿Louis siendo amable? ¡Claro que no! El solo hacia las cosas si a él le convenían y se beneficiaba en algo. Un estúpido balazo no lo cambiaria como por un momento lo creí.

Stockholm syndrome {Larry Stylinson. EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora