Capítulo siete

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Desperté con pesadez en mis ojos, parecía que los parpados me pesaban, apenas si podía abrirlos. Quise incorporarme en la cama y me encontré con que mis manos estaban atadas al barandal del respaldo. Maldije internamente y como pude, me fui acomodando hasta quedar sentado en esta.

― ¿Louis? ―mi mirada recorrió toda la habitación en busca de algo que pudiera darme una pista de si me encontraba solo, y así era. Un suspiro salió de entre mis labios. Me di cuenta que tenía puesta ropa que no era mía, ya que aquella remera negra y los shorts me quedaban algo ajustados de más. Louis era más pequeño que yo físicamente, le robaba casi unas dos tallas aunque no pareciera.

Apoyé mi cabeza contra la pared e intenté recordar cuando me había quedado tan profundamente dormido que ni siquiera me entere que había vuelto a ponerme aquellas malditas esposas. Me sentía limpio y fresco, mi cabello estaba algo húmedo y olía a shampoo de menta. Un suave aroma a perfume masculino inundaba la habitación, si, me había bañado, eso podía recordarlo, Louis me había dejado unos minutos de intimidad para hacerlo con calma y lo agradecí profundamente después de haber tenido sexo en la ducha.

Seguía sin recordar cuando había quedado dormido.

Apoyé mis pies descalzos en el suelo y me quede mirándolos hundido en mis pensamientos.

Recordé la mañana anterior y como el día había sido de lo más normal, me había levantado a las 6:30 y como cada día de lunes a viernes desayune con mis padres y hermana antes de que cada uno saliera de casa a sus respectivos destinos.

Había asistido a clases, luego de estas tuve que ir a casa de Niall a terminar un trabajo y ya lo que seguía, era el hecho de haberme vuelto victima de asalto y secuestro en menos de un abrir y cerrar de ojos ¡Que idiota fui! Creí oír la voz de mi madre cuando de pequeño me decía "nunca hables con extraños" ¿Por qué no fui capaz de ponerlo en práctica esa noche? Volví a retomar la idea que lo del asalto hubiese sido plan de Louis, después de toso, aunque dijo en primera instancia que nunca me golpearía, luego lo hizo ¿Por qué ahora confiaría en su palabra?

―Al fin te despiertas bella durmiente ―aquella aguda voz atravesó la puerta de la habitación logrando que diera un pequeño brinco en mi lugar a causa de la sorpresa.

― ¿Quieres soltarme? ―pregunté molesto y él se acercó a mí para cumplir con mi deseo.

―Tuve que salir un momento y no podía arriesgarme Hazz, lo siento ―dijo fingiendo pena.

Al sentir mis manos libres me levanté de la cama y caminé hasta la puerta por donde él había entrado.

― ¿A dónde crees que vas? ―pregunto siguiéndome de cerca.

―a mi casa ¿Acaso no puedo? ―pregunte con ironía dispuesto a inspeccionar el resto del lugar.

Era algo así como apartamento interno, la única ventana que había visto hasta ese momento era la del cuarto de baño. Definitivamente no me perdía nada si no recorría aquel pequeño lugar. Pues salí de la habitación y me tope con un angosto pasillo el cual me llevo hasta una pequeña sala de estar donde solo había un perchero totalmente desbordado de ropa, una alfombra de color indefinido, y un sillón de un cuerpo con una chaqueta de cuero y llaves encima.

Sentía la respiración de Louis casi en mi nuca pero intente simular que eso no me ponía incomodo.

Luego de la sala, una puerta me dirigió a la cocina, era lo suficientemente cómoda como para quien vive solo, y se notaba que vivía solo, era el típico departamento de soltero solo que este era algo más sombrío.

― ¿Hace cuanto no limpias este lugar? ―arrugue mi nariz en un gesto de asco y salí de allí porque el solo hecho ver el color de las paredes amarillentas me causaba repulsión.

Stockholm syndrome {Larry Stylinson. EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora