Retornaba a mi hogar luego de una tortuosa tarde de estudio. Estaba perdido en mi mundo, con mis auriculares puestos escuchando un tonto programa radial. Fue entonces cuando sentí que alguien cinchó groseramente mi bolso. Por simple acto reflejo impedí que me lo quitara tirando de él en dirección contraria pero eso no fue suficiente. Observé al sujeto que estaba encapuchado y apenas podía divisar su rostro, ya que era de noche y la farola que iluminaba la calle estaba tras él.
― ¡Suéltalo maldito gay o juro que te romperé la cara! ―soltó despectivamente el sujeto pero aunque mi lado racional me decía que lo hiciera, una parte de mi me impedía desprenderme de él― ¡Que lo sueltes marica! ―en ese momento sentí un fuerte golpe en mi rostro y luego el sujeto sacó algo que parecía ser una navaja y la puso rozando mi cuello, de inmediato, mi lado racional se desprendió de dicho bolso, con bronca e impotencia. Antes de irse mencionó otros insultos sumamente despectivos respecto a mi homosexualidad.
Lo vi irse con prisa mientras algunas lágrimas mojaban mis mejillas. Nunca había vivido ese tipo de situación y me sentía sumamente vulnerable.
A no más de una cuadra, pude observar como otro sujeto lo interceptaba y de un solo puñetazo lo tiró al suelo, para una vez allí, comenzar a golpearlo sin piedad. Mis ojos no daban crédito a lo que veían, no pude evitar observar tan espeluznante acto.
Pude sentir como por un instante, mi corazón se detuvo al notar que él joven que lo golpeaba dejó de hacerlo para mirar en mi dirección. "Mierda" pensé y salí de mi estado de shock para empezar a caminar a paso apurado, solo quería llegar a casa y no salir más de allí. Estaba demasiado asustado en ese momento.
No fue necesario mirar hacia atrás para saber que el segundo sujeto, estaba persiguiéndome. "A la mierda todo" pensé. Deseaba que pasara un maldito auto, o que alguien apareciera para pedir socorro pero no sucedió, demostrar miedo probablemente era lo menos indicado, pero mis piernas temblaban en ese momento.
―Hey ¡Espera! ―me gritó el joven a quien podía sentir agitado, corría hacia mi "maldita sea" quise correr también pero una mano en mi hombro me detuvo.
―No tengo nada para darte, déjame ir por favor ―pedí casi en suplica. Podía sentir mi pómulo latir por el golpe del otro sujeto, mis manos se habían raspado cuando me tiró al suelo y ahora ardían.
―Yo si tengo algo para darte ―en ese momento, cerré mis ojos, esperando lo peor, pero para mi sorpresa, nada sucedió, solo que al abrirlos, el joven ahora estaba justo frente a mí con una leve sonrisa―, Creo que esto te pertenece. ―Dijo mostrándome mi bolso. Mis ojos se abrieron de par en par, realmente no era lo que esperaba, por alguna estúpida razón, lo quité de sus manos y lo pegué a mi pecho sujetándolo con fuerza. ―Tranquilo chico, no te haré daño ―dijo en un tono relajado―, déjame llevarte a casa ―negué rotundamente―, al menos déjame curar tu rostro ¡Maldito hijo de perra! ―dijo cerca de mi observándome―, no tu ―acotó de inmediato― vi algo de lo que sucedió, lamento no haber podido evitarlo. ―estaba sorprendido, pero al oír sus palabras pude relajarme un poco, él no me haría daño, eso sentía, eso quería creer.
―Gracias ―hablé al fin tímidamente, él me dedicó una media sonrisa que lo hizo verse jodidamente sexy. Ahora con calma podía verlo mejor, su aspecto era rudo, lleno de tatuajes con el cabello desprolijo, una musculosa negra que me permitía apreciar algo de su pecho, donde llevaba algo escrito pero no llegaba a divisar que era.
―Agradéceme permitiéndome llevarte a casa ―me llamó poderosamente la atención que insistiese con eso. Después de todo ya me había ayudado lo suficiente.
―Está bien ―acepté al fin. El me hizo un gesto con la cabeza indicándome que lo siga, y eso hice sin decir nada.
―Me tienes miedo o algo así ¿No? ―dijo como si aquello fuera lo más normal del mundo.
―Te vi golpear a ese sujeto... Intimidas ―confesé nuevamente con timidez a lo que el rió.
―No quiero hacer lo mismo contigo, tú no lo mereces ―habló tan sinceramente que pude sentirlo― ven, sube. ―me indicó dándome el casco de su motocicleta, una Harley Davidson de lujo. No conocía nada de motocicletas pero sabía que una de esas costaba una fortuna. Subí luego de tener mi casco colocado, intenté mantener distancia, era un chico, me gustan los chicos y él era un sumamente atractivo, no quería que un roce lo dejase en evidencia ―Sujétate, daremos un paseo ―dicho esto, hizo roncar reiteradas veces el vehículo antes de emprender la marcha. La brisa fresca chocaba contra mis brazos desnudos, haciendo que mi piel se erizase, el casco no era cerrado, por lo cual el viento golpeaba contra mi rostro hasta que me escondí tras él. Podría jurar que escuché su aguda risa cuando lo hice. Hizo rugir el motor aumentando la velocidad de golpe, por lo cual sin siquiera pensarlo, rodeé su cintura con mis brazos, posando mis manos en su abdomen. Mierda, podía sentir su musculatura perfecta a través de la ropa, eso, más la exquisita fragancia de su perfume, estaban volviéndome loco. Tanto, que no me había percatado que él no sabía dónde era mi casa, y yo no conocía el camino por el cual estábamos yendo.
―Oye, mi casa no queda en esta dirección ―grité para llamar su atención.
―Nunca dije que te llevaría a tu casa muñeco ―dijo en tono divertido, pero pude notar que hablaba muy enserio.
―Por favor detente ahora mismo ―le pedí pero fue en vano.
―Tranquilo Harry, ya estamos cerca ―mencionó despreocupado ¿Acaso me había llamado por mi nombre? ¿Quién demonios era este sujeto? No sabía ni quería averiguarlo, solo esperaba el momento en que tuviese que detenerse en algún cruce pero eso no sucedió. Como si leyera mi pensamiento, pasó varias luces en rojo a gran velocidad, lo que me obligaba a sujetarlo fuerte solo por instinto.
―Detente de una puta vez o gritaré ―en ese momento, entramos en un callejón, donde detuvo el andar del bi rodado sin previo aviso, por lo cual mi cuerpo chocó fuertemente con el suyo, pero apenas pude enderezarme lo hice y bajé del vehículo, quitándome el casco y dándolo contra el suelo.
― ¿Acaso eres imbécil? Pudiste haberme matado a la velocidad que íbamos ―grité de una manera histérica, él parecía divertido por lo cual negué con frustración y apuré el paso para salir de allí.
― ¿A dónde crees que vas? ―no volteé a verle ni contesté― detente o yo te detendré, ―seguí ignorándolo, no sé de dónde había sacado el coraje, pero lo hice― no quiero hacerte daño Harry, no me obligues a hacer esto por la fuerza.
― ¡Vete a la mierda! ―escupí con desprecio hasta que un ruido me hizo detenerme en seco.
―No estoy jugando Styles ―advirtió luego de haber cargado su revólver, un sonido como ese era inconfundible― no quiero hacerte daño, no me obligues, ―luego de eso volteé a verlo― vamos. ―indicó haciendo un gesto inclinando su cabeza a lo que parecía la entrada de un viejo edificio.
―Lo haré si guardas eso ―me atreví a decir observando el arma que tenía en la mano con el dedo justo en el gatillo y lista para disparar.
―Ya, andando ―insistió cediéndome el paso luego de haberla guardado.
Entré y una extraña adrenalina recorrió mi cuerpo ¿Acaso debía golpearlo y huir corriendo? Pues ese fue mi último pensamiento, antes de que tapase con un paño húmedo mi boca y nariz, quise oponerme, pero lo último que pude sentir fueron sus brazos rodeando mi cuerpo impidiendo que cayera al suelo desmayado.
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Stockholm syndrome {Larry Stylinson. EN EDICIÓN
Fanfiction―Quiero que seas mi perra Harry ¿Lo serás? ― ―Seré lo que tú quieras, Louis ―