Capítulo dieciséis.

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Llegamos al departamento y no cruzamos palabra alguna. Louis estaba alterado, ni siquiera me veía a los ojos. Lo primero que hizo fue tirar el casco al suelo causando un gran estruendo, en cambio yo, lo apoyé a un lado de la puerta. Estaba desorientado, no sabía qué hacer, él caminaba de un lado al otro como tigre enjaulado.

―Louis... ―me atreví a hablar luego de un rato de verlo parado desde la puerta sin saber qué hacer. Volteó a verme sin decir nada, su mirada decía más que mil palabras. Estaba a punto de estallar en lágrimas y eso me asustó, mucho. Esperaba que me insultara, hasta que me golpeara o me ignorara, pero no, estaba con los ojos rojos a punto de llorar― Louis ¿Que sucede? ―titubeé al hablar.

―Se terminó Harry ―suspiró dejando caer algunas lágrimas partiendo mi corazón en dos.

― ¿De qué hablas? Louis yo... Yo no te dejaré ―aseguré acercándome a él. Se veía tan débil que sentí la necesidad de abrazarlo y fue lo que hice. Él acurrucó su cabeza en el hueco de mi hombro como un niño pequeño.

―Te separarán de mi Harry ―dijo casi inaudible haciendo una leve pausa antes de continuar― pero no lo puedo permitir ―bruscamente se separó tomando mi rostro entre sus manos y mirándome fijamente―, tu eres mío Harry, solo mío ¿Está claro? ―besó mis labios con fuerza y rodeé su cintura con mis brazos para acortar la distancia― ¿Está claro? ―preguntó más fuerte separándome apenas unos centímetros mientras me penetraba con sus hermosos ojos azules.

―Solo tuyo Louis ―dije antes de que volviese a impactar mis labios contra los suyos. Comenzó como un beso salvaje, casi bestial, mientras mis manos recorrían su espalda sobre la ropa y el llevaba las suyas hacia mi cuello para finalmente enredarlas en mi melena. Nuestras bocas se unían y separaban, abriéndose y cerrándose intercambiando respiraciones que se volvían cada vez más aceleradas a causa de la velocidad, por eso, ambos fuimos calmándonos pero sin detenernos, logrando así un beso cálido, tierno, en el cual pude sentir amor. Sabía que aunque fuera enfermo, yo si lo amaba, aunque ponía en duda sus sentimientos, pero ya eso no me importaba, no lo dejaría, no podía, no quería.

Seguí sus lentos pasos que me llevaron hasta la cama, donde caí con él sobre mí, aunque poco me importó el impacto, él se separó unos segundos pero yo volví a apegarlo a mí.

―Harry... ―dijo entre el beso intentando separarse de nuevo por lo cual esta vez se lo permití observándole para que hablase― Nunca te dejaré ir ―confesó casi con frialdad logrando desconcertarme, como solía hacerlo, suspiré.

―Eso ya no me importa ―volví a besarlo pero una vez más se separó y salió de encima mío― ¿Qué sucede? ―pregunté sentándome en la cama viéndolo parado frente a mí.

―Estás loco.

― ¿De qué hablas? ―cada vez entendía menos, él tenía ese don, de enloquecerme y luego hacerme rabiar, solo él despertaba sentimientos en mi que yo parecía no conocer.

― ¿Porqué ya no quieres irte? ―preguntó viéndome.

―No puedes estar hablando enserio.

―Sí, hablo enserio ¿Porqué?

―Porque tú me lo pediste ¿Acaso no era lo que querías? ¿No es lo que quieres? ―me paré frente a él a una corta distancia.

―Tú me amas ¿Cierto? ―su rostro no me decía nada, no podía descifrar lo que sentía en ese momento, no había una expresión que me indicara si bromeaba o si hablaba enserio, por lo cual, no sabía que decir― ¡Responde Harry! ―exigió tomando mis brazos y sacudiéndome un poco― ¿Tú me amas?

―Eso creo―dije con cierta resignación y miedo, temía que soltara una fría carcajada y me dijera lo estúpido que era, o que se fuera y me dejase solo, pero eso no ocurrió.

―Entonces... Pase lo que pase estarás conmigo ¿Cierto? ―su expresión me demostró algo de tristeza y preocupación, estaba ocultándome algo, no sabía nada acerca de él, ni de su pasado, ni de su familia. Separé mis labios para hablar pero volví a cerrarlos sin poder decir nada― ¡Lo sabía! ―me soltó bruscamente separándose de mí dirigiéndose hasta la puerta pero al llegar a esta volteó a verme― Eres como todos los demás, mientes, me dices que me amas, que te quedarás siempre a mi lado y luego me dejarás ―empezó la frase casi gritando, con enojo, pero terminó con su cabeza baja y una mirada triste.

― ¿Quiénes son todos los demás Louis? ―me acerqué temeroso.

― ¡Todos Harry! ―habló como si de verdad yo tuviera que saber a quienes se refería y al notar mi confusión continuó― Mi padre, mi madre, mis hermanos ¡Todos! ―repitió alzando sus brazos al aire lleno de bronca y frustración.

Lo vi tragar saliva y darse vuelta mientras frotaba su rostro para al final alborotar su cabello el cual dejó revuelto.

― ¿Louis? ―me acerqué por detrás apoyando mi mano en su hombro. Pude oír un sollozo provenir de él.

― ¿Qué quieres?

Una vez más su voz estaba quebrada. Mi corazón se estrujaba ante tal situación, después de todo, Louis también era un humano, tenía sentimientos, y había descubierto su punto débil.

―Nunca te dejaré Louis, pase lo que pase ―afirmé y volteó a verme, con sus ojos llenos de lágrimas apretando los dientes. Estaba triste y enojado, eso me dejaba ver. Podía recibir un golpe de su parte, era consciente de eso, pero no me importaba, quería estar con él, quería abrazarlo, contenerlo, curar sus heridas y asegurarle que no lo dejaría, que no iba a fallarle como todos lo habían hecho― Te amo ―confesé suavemente y sequé sus lágrimas viendo una leve sonrisa dibujarse en su rostro.

Louis no era más que un corazón roto, el cual yo estaba dispuesto a sanar.

―Entonces ¿Nunca me dejarás?

―Nunca ―dije suavemente para luego besar sus labios, quería que creyera en mí, quería que se sintiera bien y definitivamente estaba dispuesto a todo por ganarme su confianza.

―Yo...

― ¿Si?

―Olvídalo ―volvió a besarme.

Debía saber más de él, debía preguntarle sin presionarlo, pero necesitaba averiguar porque era así, porqué cambiaba tanto, porqué parecía que convivía con dos Louis. Había demasiadas dudas rondando en mi cabeza, pero solo con un poco de tiempo y paciencia podría averiguar todo aquello.

Una vez más, la habitación estaba decorada por nuestras ropas que yacían por el suelo en diversas partes, donde las hubiéramos dejado al pasar mientras nos tocábamos con deseo de sentirnos el uno al otro. Pero esta vez, era diferente. Esta vez todo era más calmo, la pasión estaba presente pero acompañada por la dulzura en el sabor sus labios, la ternura en el contacto de nuestros cuerpos desnudos.

No había apuro, no había brusquedad.

Nos tumbamos sobre la cama, una vez más el quedo sobre mí pero por poco, segundos después me posicioné sobre él para llenarlo de besos, desde su rostro hasta su cuello, pasando por su pecho y bajando despacio hasta que sus manos tomaron mi rostro y me hicieron subir una vez más hasta sus labios.

―También te amo Harry ―confesó entre aquel beso dejándome helado por un segundo por lo cual me separé casi bruscamente, sorprendido, pero cuando reaccioné y vi sus ojos llenos de sinceridad y calma pude relajarme dedicándole una sonrisa.

―Te amo Louis ―repetí sobre sus labios besándolos una vez más.

Stockholm syndrome {Larry Stylinson. EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora