2: El tan deseado calor

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Shinobu podía jurar que cada día antes de dormir recordaba una y otra vez la noche donde los colores bailaron sobre ella como si de alguna fantasía se tratase mientras los copos de nieve caían ensuciando su vestimenta, pero realmente nada de eso importaba, porque luego de mucho tiempo se había sentido cálida gracias a la compañía de una persona.

No, es más, fue mucho más que calidez, se sintió como si su corazón hubiera vuelto a latir. Todo gracias a Kyoujuro.

Los alrededores de las ciudades donde solían realizarse grandes festejos, la mayoría de veces se encontraban brotados de luces de colores o tiendas atractivas que marcaban el extraño interés en Shinobu, alguien que paseaba observando cada uno de l...

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Los alrededores de las ciudades donde solían realizarse grandes festejos, la mayoría de veces se encontraban brotados de luces de colores o tiendas atractivas que marcaban el extraño interés en Shinobu, alguien que paseaba observando cada uno de los negocios, ya sea de comida o algún decorativo. Todo se veía tan precioso e irradiante de alegría que su espíritu parecía crecer al menos por unos segundos mientras podía jurar que los colores hasta llegaban a escaparse de las lámparas o pinturas.

¿Eran los festivales tan preciosos? Apenas podía recordar al último que fue, en el que estaba participando de una simple misión y sus ojos estaban tan apagados como siempre. Esa fue su primera misión luego de la muerte de su tercera tsukako, ahí completamente estaba intentando aferrarse a la idea de que realmente no era su culpa, pero entonces ¿por qué cada persona a la que se acercaba se moría? Es más, siempre les sucedía a aquellas más puras, como si la muerte quisiera verla gritar de agonía una vez más.

Mas toda esa culpa se disminuyó al momento de conocer a Kyoujuro, porque extrañamente él era alguien puro que sanaba sus malestares con charlas tontas y sin sentido, hasta llegaba a calmar sus inmensas ganas de beberse todo el veneno en momentos de tensión. Era como algún ser de luz del cual nunca podría esperarse que muriera, se veía lo suficientemente fuerte como para terminar como la mayoría de sus cercanos.

No sabía qué tipo de relación tenía con él, pero estaba bien, no sentía peligro ni inseguridades a su lado, es como si nada llegara a importarle más que esa sonrisa y sus ojos que la observaban directamente a ella como si provocara que una ráfaga de calor recorriera todo su cuerpo.

—¡Kocho, así que aceptaste! —ella asintió con tranquilidad sintiendo cómo era tomada de la mano—. Creí que ese silencio había sido un abierto no, eres cruel cuando te lo propones.

—No está nada mal el lugar que elegiste, aunque nunca fui a una cita ¿sabes?

—¡Yo tampoco! En realidad le tuve que preguntar a Uzui porque es el gran hombre de tres esposas... ¡Debe tener una forma muy asombrosa de tener citas con todas ellas!

—Y una buena fortuna —aseguró, afianzando el agarre y observando al muchacho como si se tratase de un pequeño niño curioso—. Hoy es una noche libre de demonios, así que guíame, Rengoku.

Una sonrisa confiada se escapó de aquel hombre, quien observaba con una completa inquietud a la mujer en frente suyo ¿podría llegar a hacerla feliz por lo menos unos segundos? No tendría otro sentido su cita si no podía lograr su objetivo principal: ver la verdadera niña dentro de Shinobu, alguien que es capaz de abrir su corazón.

I love you [RenShino]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora