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Narra Marta

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Me volví a teletransportar, un demonio me estaba esperando en la entrada del infierno.

—El señor lo espera en el palacio, siéntese acá— me dijo y me senté como en una especie de columpio y me llevó volando hacia el palacio. 

El demonio que me había traído llamó a la puerta se marchó luego y me dejó a cargo de otro. Este me llevó hasta una habitación en la cual me estaba esperando Lucas.

Entré y el cerró la puerta y me agarró la mano.

—¿Como estás Marta?— preguntó.

—bien—sonreí—¿Y vos?

—yo también estoy bien, gracias—me devolvió la sonrisa— vení, quiero enseñarte algo— dijo y me llevó sin soltarme de la mano.

Me llevó hacia un balcón bastante espacioso en el cual había una mesa en el centro, encima de la mesa se encontraba un jarrón con rosas negras, iguales a la que me regaló una vez lucho. También había una botella de vino y dos copas. Desde el balcón podía contemplar todo. Me ofreció asiento a un lado de la mesa y el se sentó en frente. Sirvió vino en una de las copas y me la dió, luego él se sirvió otra.

—tengo una pregunta para vos...—dijo.
Noté como sus ojos brillaban y no paraba de mirarme.

—¿que pregunta?

Narra Lucho

Marta me ha gustado mucho desde siempre, ahora se que es plenamente feliz y estoy seguro de que acá podría estar muy agusto. Conmigo, con Andrea y con las demás personas que irá conociendo a lo largo del tiempo. Quiero decirle que la amo y que me encantaría pasar toda mi vida junto a ella, aunque sea inmortal. Quiero mostrarle mi verdadero yo y que no me vea siempre como un demonio. Pero si hago eso se quedará acá para siempre, entonces antes debería preguntarle si es lo que quiere.

Narra Marta

—¿Estrías dispuesta a llevar una vida acá y quedarte para siempre?— me preguntó. Me quedé pensativa, si que estaría dispuesta, excepto por una cosa. No quiero dejar a Lucho solo, después de todo lo que ha hecho por mi y en todo lo que me ha ayudado. El y Andrea son las personas que más amo y es por eso que no puedo aceptar.

—no— dije y agaché la cabeza— pero seguiré viniendo siempre que pueda.

El se quedó mirándome en silencio unos segundos.

—esta bien, lo entiendo— respondió y tomó un trago de su copa, yo también lo hice.

Lucas llamó a unos señores para que tocarán algo de música.

—¿querés bailar conmigo?— preguntó y yo acepté sonriendo.

Nos paramos y me pegué a el, el apoyó sus manos en mi cintura y nos empezamos a mover lentamente al ritmo de la música.

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𝐡𝐞𝐥𝐥 • 𝐥𝐮𝐜𝐡𝐨 𝐬𝐬𝐣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora