Parte 14

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El invierno estaba entrando en las montañas de Gusu, así que Lan Zhan había ido a la ciudad junto con Wei Ying para comprarle ropa que lo abrigase mejor. Wei Ying, en ese cuerpo, era más susceptible al frío; cuando la temperatura bajaba, el pequeño solía estornudar hasta que era abrigado o entraba a un lugar cálido.

Wei Ying, iba unos pasos por delante de Lan Zhan, saltando, imaginando que ciertas partes del suelo eran trampas y no podía pisarlas. De repente, se quedó en un mismo lugar, observando a Lan Zhan que se acercaba tranquilamente; como si esperase el momento perfecto, cuando Lan Zhan pasó justo por su lado, Wei Ying le saltó encima, gritando un fuerte:

—Lan Tan, ¡tálvame! —Lan Zhan fue tomado desprevenido por esto y casi tropieza. Wei Ying solo reía y Lan Zhan lo miraba sin entender del todo que pasaba por la mente de Wei Ying.

Así, Wei Ying Jugó hasta que llegaron a la ciudad. Como una costumbre adquirida, Wei Ying pidió numerosas cosas que Lan Zhan le compró, en su interior sabía que no debía malcriarlo todavía más de lo que ya era pero, él no podía resistirse a Wei Ying.

Cuando llegaron a la tienda de ropa, fue atendido por la dueña, una señora mayor, que estaba encantada de atender a un hombre tan guapo y a su hijo. Cuando Lan Zhan escuchó esto, internamente se avergonzó de esa suposición y le trajo recuerdos cuando también había sido confundido como el padre de A-Yuan.

Mientras Lan Zhan terminaba las transacciones de compra, Wei Ying exploraba la tienda, en un estante había algo que se movía y naturalmente fue a averiguar que era. Era largo, peludo y esponjoso. A Wei Ying le gustó la sensación y tiró fuertemente de eso.

Un chillido, un zarpazo y un llanto de bebé vino inmediatamente después. Wei Ying había jalado por error la cola del gato de la tienda que estaba debajo de algunas telas. En defensa propia, el animal había atacado a la persona que le había hecho daño. Wei Ying salió de la tienda en brazos de Lan Zhan gimoteando y con tres marcas de garras en su rostro.

Lan Zhan se disculpó por el maltrato que le dio Wei Ying al pobre gato y la anciana se disculpó por las heridas del niño.

De camino a la secta, Wei Ying seguía gimoteando, exageradamente, de dolor. Lan Zhan solo lo tenía en brazos y no hacía nada más para calmar su dolor, así que tuvo que decirle:

—Lan Tan, duele, duele —Wei Ying lo miró y los ojos claros de Lan Zhan le devolvieron la mirada—. Beto mágico, Lan Tan puede curar dolor de Wei Ying.

Allí, en un estrecho camino de montaña, el segundo jade, posaba sus labios en la pequeña y respingada nariz del Wei Ying de tres años de edad.


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Lo que puedo decirles es que esto esta por llegar a su fin.    

Los problemas del segundo jade [WangXian]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora