Parte 5

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Wei Ying estaba inquieto, el maestro Lan QiRen había castigado a sus compañeros de juego y no podían acudir a él para entretenerlo, Lan Zhan por su parte, estaba atareado con cosas que corregir para los discípulos de la secta y aunque quisiera prestarle más atención al niño, no podía; su parte responsable le exigía terminar con el trabajo acumulado.

Esta vez se encontraban en la biblioteca. Wei Ying se aburría, a veces miraba por la ventana, deseando poder bajar a jugar cerca del árbol, pero no estaba permitido. Lan Zhan le había entregado pergaminos sueltos para que jugara pero no le habían llamado la atención, Wei Yin comenzó a explorar la biblioteca, concentrandose en un estante en donde estaban numerosos pinceles y tinta. Si Wei Ying no podía jugar, Wei Ying imitaría a la figura blanca que siempre estaba junto a él.


Haciendo uso de su ingenio, logró subir a la repisa y tomar los artefactos que le harían falta para poder hacer lo mismo que Lan Zhan. Bajo casi sin hacer ruido, pero aún así logró alertar al mayor:


—¿Wei Ying? —escuchó su nombre y dejó sus nuevas herramientas en el suelo antes de ir hacia donde estaba su "Lan Tan".


—Lan Tan —Wei Ying se carcajeó un poco y se dejó ver. El segundo jade lo escaneó con la mirada y al no encontrar nada inusual, volvió a su trabajo. Wei Ying tomó aquello como la señal perfecta para seguir con lo suyo. Buscó los pergaminos y los llevó hasta el lugar donde había dejado sus herramientas.


El pequeño había observado muchas veces a Lan Zhan hacer cosas con eso, por lo que recurriendo a su memoria, vertió el liquído negro en el recipiente para la tinta, salpicando el suelo, los pergaminos y su inmaculada ropa blanca. Tomó un pincel y comenzó su trabajo. Wei Ying era un niño pequeño que no manejaba correctamente el pincel por lo que se manchó las manos, el rostro y destruyó visualmente la ropa blanca que usaba. Sin embargo, cuando estuvo feliz con el resultado de su trabajo, sonrío feliz, tomó el pergamino junto con el pincel y corrió, riendo, hacia Lan Zhan.


—Lan Tan, Lan Tan. ¡Mita, Mita! —gritaba el pequeño emocionado, el segundo jade hizo contancto visual con el pequeño y se sintió morir. Wei Ying había estado callado mucho rato y eso debió alertarlo, y como no prestó atención, el resultado que obtuvo fue un niño cubierto de tinta negra, ya se imaginaba el estado de la biblioteca que él mismo tendría que limpiar después.


Lan Zhan se levantó apresurado, quitandole de las manos el pincel y el pergamino sin tomarle la menor importancia. Tomó al niño en brazos y solo siguió las gotas de tinta hasta el lugar de los hechos: la escena del crimen era aún peor, pinceles esparcidos, manchas negras en la madera y pergaminos impregandos de tinta. Lan Zhan miró a Wei Ying severamente:


—Wei Ying, eso no se hace. Está mal —Lan Zhan comenzó a recoger todo, mezclando el pergamino donde había trabajado Wei Ying sin si quiera mirarlo un poco. Dejó todo sobre una mesa auxiliar y comenzó a limpiar todo. Wei Ying viendo como su trabajo era ignorado comenzó a jalar la ropa de "Lan Tan" para que le prestara atención.


—Wei Ying, basta, iremos a limpiarte pronto —pero el infante no se detuvo y el segundo jade trató de ignorarlo lo más que pudo hasta que ya no hubo ningún rastro de la actividad de Wei Ying. Luego de terminar, Lan Zhan tomo a Wei Ying del brazo, para que empezara a caminar rumbo a la salidad de la biblioteca. Wei Ying no quería irse, así que se resistió lo más que pudo y se safó del agarre del alto.


Comenzaron una persecusión sin sentido hasta que Wei Ying llegó a la mesa donde Lan Zhan, descuidadamente había puesto su pergamino. Sin embargo, Lan Zhan le restó importancia y repitiendo las acciones anteriores tomó a Wei Ying para llevarselo a darse una ducha y cambiarlo de ropa.

Wei Ying al sentirse menospreciado gritó un fuerte ¡no! que dejó estupecfacto al segundo jade. El pequeño escapo de sus manos una vez más y esta vez, se introdujo en un espacio entre los estantes de libros y pergaminos en donde Lan Zhan no podía llegar tan fácilmente y comenzó a llorar desconsoladamente.


Por más que Lan Zhan lo llamó, no logró hacerlo salir y ante tal escándalo, el primer jade vino al rescate de su hermano. Encontrándolos en tan curiosa escena, Lan XiChen solo adivinó que algo había pasado entre ellos y Lan Wang Ji explicó brevemente que había ocurrido. Mientras ambos jades pensaban en qué podría haber provocado tal rabieta, Wei Ying seguía llorando e hipando:


—Lan Tan malo. Lan Tan no ve dibujo —ambos adultos se miraron entre si y Lan Zhan se apresuró a rebuscar entre los pergaminos manchados uno en particular. No fue difícil reconocerlo: lleno de garabatos infantiles, habían trazs que simulaban una persona alta y otra mucho más pequeña, una extraña figura amorfa que simulaba un corazón en medio. No había que ser un genio destacado para adivinar quienes eran las dos figuras allí plasmadas.


Lan Zhan se acercó hasta el escondite de Wei Ying y le mostró su dibujo. Wei Ying entonces se calmó un poco y logró decir:


—¿Lan Tan guta? —sus ojos todavía estaban rojos y llorosos, esperando una respuesta.


—Si, me gusta.


—¿Muto?


—Mucho


Entonces, Wei Yin sonrió, dejó de llorar y salió de ese espacio. Lan Zhan pudo llevarlo a su habitación y bañarlo. Mientras quitaba las manchas de tinta del rostro del pequeño, Wei Ying le dijo algo que hizo sus piernas temblar:


—Lan Tan bueno, Wei Ying guta muto Lan Tan. 


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Ustedes no saben lo duro que fue convencer al segundo jade de que me dejara mostrarles el dibujo de Wei Ying, pero en el arte de la negociación soy una experta:

Esto es arte, ¡Aprecienlo!

Esto es arte, ¡Aprecienlo!

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Los problemas del segundo jade [WangXian]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora