IX

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El bajo de la música recorría mi cuerpo, poniéndome en sincronía con la multitud. Tenía un ron con cola cola en una mano, bailaba alocadamente con Lindsay y en realidad me estaba divirtiendo. Lindsay había extendido su grupo de amigos en su último semestre en la universidad y había conocido a Jacob, hijo del dueño del club en el que nos encontrábamos. Afortunadamente al llegar no tuvimos que hacer fila para entrar, porque de otra manera entraríamos a la hora del cierre. Jacob nos esperaba en la puerta del club, al parecer Lindsay le había enviado un mensaje de texto mientras estábamos en el Uber.

Era un hombre fornido, con ojos y cabello color caoba acompañado de una sonrisa amigable. Lindsay nos presentó gritando por encima de la música alta y los dos intercambiamos unas sonrisas educadas. Nos colocó brazaletes color verde, que según nos explicó, indicaban que eramos mayor de edad y podíamos comprar bebidas alcohólicas. Luego de eso, nos dijo que tenía que encargarse de algo en la oficina que estaba arriba del club y que luego nos buscaría para unirse a nosotras. Creo que solo yo le estaba prestando atención a lo que decía ya que Lindsay solo me arrastraba a la barra con una sola misión. Licor.

Ahora, luego de dos bebidas para mí, cinco para ella, bailábamos como si la pista fuera nuestras. Cada tanto se acercaba algún chico invitando a alguna de nosotras a bailar o por un trago, pero ambas decíamos que no. Era nuestra primera salida juntas desde que me fui de viaje, e íbamos a disfrutarla al máximo.

—Extrañaba poder soltarme en una pista de baile. —le grité mientras giraba.

—Oh, cállate. Me extrañabas a mí, pequeña mentirosa. —me recalcó mientras ella también giraba tomando de su trago.

Empecé a reír y a decirle que no se equivocaba cuando volvió a estar frente a mí, su cara pálida y su sonrisa desaparecida.

— ¿Lindsay? —la tomé del brazo para acercarnos, así la podía escuchar mejor. —¿Qué pasa?

Está aquí. —me murmuró temblorosa.

—¿Quién? —miré a nuestro alrededor pero no noté a nadie conocido.

—Baño. —respiró profundamente. —Necesito ir al baño.

Tomando su mano, busqué con la miraba el baño, preocupada por su reacción. Di una vuelta en el mismo circulo, no encontrando con la mirada alguna puerta que indicara el baño. Lindsay no era de ayuda alguna, mientras seguía temblando. Me apresuré a uno de los guardias de seguridad y me indicó donde se encontraba el baño, así que nos arrastré hasta el. Afortunadamente no tuvimos que esperar mucho para entrar.

Al entrar, Lindsay cerró los ojos y trató de calmarse respirando una y otra vez. Había algunas chicas dentro pero no tenían interés en nosotras. entendía nada pero no quería presionarla, pero tampoco quería quedarme de brazos cruzados mientras mi mejor amiga sufría un ataque de pánico.

—¿Lindsay? ¿Qué puedo hacer? —me acerqué cautelosamente a ella.

Apretó sus manos juntas. Frunció los labios. Esto no era normal.

—Luka. —soltó en un abrupto murmullo. La miré confundida, ¿todo esto porque Luka estaba aquí? No podía ser, ya que había escaneado la multitud por una cara conocida y jamás me perdería la cara de Luka, así estuviéramos en un concierto con un millón de personas. Además, no parecía en tipo de lugares que él frecuentaba aunque estaba en cerca de su edificio en la ciudad. Pensar quién lo había invitado a venir aquí creó un fuego amargo en la boca de mi estómago.

—¿Crees que se va a molestar por vernos aquí? —pregunté de igual forma. Ella sacudió su cabeza. Entonces, ¿qué?

—Llámalo. Por favor. —la desesperación en su voz era alarmante, así que saqué mi celular de la pequeña cartera y busqué su número. Sólo lo tenía porque lo había robado del teléfono de Lindsay, nunca nos habíamos comunicado vía teléfono.
Con la mirada puesta en Lindsay, pero una ola de anticipación carcomiéndome, presioné el icono para llamar.

Esperando que contestara, acaricié el brazo de Lindsay para proveerle algún tipo de consuelo.

—Phebe. —La profunda voz de Luka me sobresaltó, casi dejo caer mi teléfono. —¿por qué me estás llamando a esta hora de la noche? —seguí en silencio, mi cerebro no estaba funcionando esta noche al parecer. Estaba impresionada por el hecho que sabía que era yo quién llamaba, lo que quería decir que tenía mi número guardado. ¿Cómo y por qué? —¿Qué es ese ruido? —preguntó. El sonido de la música del club se filtraba por las paredes.

—Hmm... Yo... —tartamudeé. ¿Qué se supone que iba a decir? —Algo algo está mal con Lindsay, me pidió que te llamara. —comenté mientras la observaba, perdida en la crisis que lo que sea que estuviera allá afuera hubiera provocado. Hubo un momento de silencio.

—Ponla al teléfono. -—pidió, su tono no admitía discusión.

—No creo que te pueda contestar en este momento. Está... ida. —No había otra manera de describirlo. Me sentía mal por estar emocionada hablando con mi crush más amado mientras mi mejor amiga tenía una crisis nerviosa.

— Okay, ¿dónde está mamá? Ella puede encargarse mientras llego a la casa. —escuché movimiento en la otra línea, debe estarse preparando para ir a su casa familiar, dónde no estábamos.

— ¡Espera! —salió en un gorgojo. —Estamos en la ciudad. —Escuché un suspiro enojado.

— ¿Dónde, exactamente, están? —preguntó, frío como siempre. Le nombré el club y la dirección. —Estaré allí en algunos minutos. Si puedes, saca a mi hermana para que tenga algo de aire fresco mientras llego. ¿Está bien? —era más una orden que una sugerencia, así que asentí a pesar de que él no podía verme. La llamada terminó.

Bueno, eso terminó mejor de lo que esperaba.

Tomando la mano de Lindsay y rodeandola con mi brazo, me dirigí hacia la puerta del baño. Me sentía como una perra, Lindsay estaba pasando por un momento duro y yo solo pensaba en que en pocos minutos vería a Luka, estaría cerca de él.

Era una pésima amiga. Pero bueno, la vida no era justa.

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⏰ Last updated: Sep 10, 2020 ⏰

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Yes, you. (Phoebe Grey)Where stories live. Discover now