Capitulo 19

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CAPITULO 19

Ciudad de Tartu.

Actualidad.

Jensen lanzó su chaqueta sobre el sofá de cualquier manera y le sobresaltó el maullido enojado de Sueño. Descubrió al gato, visiblemente molesto, bajo la prenda y sonrió disimuladamente intentando no ofenderle más. Sueño mostraba su irritación atacando con saña la ropa y Jensen desistió de intentar proteger la prenda, claramente ahora la chaqueta se había convertido en el tributo que tendría que pagar por molestar su siesta. Abandonándola a su suerte, Jensen entró en la cocina buscando algo con que refrescarse. La habitación se había enfriado notablemente y advirtió, algo sorprendido, la ventana abierta. Intentó recordar si la había cerrado antes de salir, pero fue incapaz de acordarse. Un pequeño pedazo de papel, imantado sobre la nevera, atrajo su mirada. El detective le había dado su tarjeta para informarse por el estado del caso de Singer. Jensen la miró con fijeza, como si aquel rectángulo pudiera darle una respuesta concreta sobre qué hacer con él. Tenía una excusa oficial para llamarle, pero no sabía si deseaba recurrir a subterfugios de ese tipo. Aunque era cierto que no había tenido oportunidad de compartir con el investigador sus dudas. Las fotografías que Bob portaba, la mañana en que había sido asesinado, continuaban en su despacho, sin que tuvieran ahora más sentido que entonces. Solo eran fragmentos de Roana, ningún descubrimiento inusual, nada importante. Se las habían entregado un día después, seguramente después de un análisis exhaustivo, y nadie le había preguntado si había algo inusual en ellas, supuso que encontrarían normal que las llevara encima, trabajando donde trabajaba. Pero Jensen no lo entendía, porque llevaba consigo aquellas fotos y porqué había puesto su nombre en el sobre. Pero el detective ni siquiera le había preguntado su opinión sobre ellas. Aunque en realidad no habían tenido ocasión de hablar de aquel o de cualquier otro tema. Después del encuentro en su piso, parecía absurdo buscar al hombre, éste había dejado claro que no deseaba profundizar en la atracción entre ambos. Que le rechazaran dos veces, era dos veces más de lo que necesitaba para darse por enterado.

Escogió un zumo de frutas del electrodoméstico, y disfrutó del frescor bajando por su garganta. Mientras, desde el salón, los sonidos de la batalla de Sueño contra su vestimenta le hacían intuir que ésta había cesado y el gato era sin duda el vencedor. Miró el interior del frigorífico en busca de alguna idea para la cena, pero ni tenía mucha hambre ni muchas ganas de preparar algo, se le pasó por la mente la idea de salir a cenar, y de nuevo el papel en la nevera pareció llamarle como una sirena seductora. Sus intentos por mantenerse inflexiblemente enojado habían fracasado estrepitosamente desde el principio. No podía evitar hacerse preguntas: lo que le había detenido, en las dos ocasiones, parecía importante para el hombre. Podía aventurar varias excusas razonables y, seguramente, habría unas cuantas que no llegaba a imaginar. Sin más información no podía juzgarle de forma ecuánime. Y para ser honesto, lo que sentía prioritario eran sus propias necesidades. Se sentía muy atraído por aquel hombre, aunque no pretendía transformar aquella atracción en nada más, pero realmente quería una oportunidad de descubrir hasta donde podía llevarle aquella afinidad. Había muchas cosas de sí mismo que no iba a confesar fácilmente a otra persona, cosas que ni siquiera sabía como expresar en voz alta. Siendo justo con los demás, tenía que asumir que también poseían sus propias áreas privadas, áreas que difícilmente compartirían. Apenas se conocían, no podía esperar que le contara todos sus secretos a las primeras de cambio. No era realista, ni siquiera era aconsejable. Ninguno podía aventurar ahora el grado de implicación que podría llegar a tener con el otro en el futuro. El motivo que le había detenido, dos veces, quizá no era algo sencillo de compartir con alguien que acabas de conocer. Obedeciendo a un impulso, que no quiso detener, tomó la tarjeta y marcó el número, al otro lado de la línea nadie levantó el aparato, pero el contestador le facilitó las cosas.

Linaje. (WIP) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora