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Vegetta se quedó sorprendido, la confesión de aquella chica era algo que se tenía que digerir correctamente. Volvió a su posición normal mientras seguía viéndole los ojos a la fémina.

-Sabes bien que no te dejaré aquí. Vamos, iremos a mi casa.- dijo Vegetta mientras miraba a Gheo, ella solamente asintió mientras salía del baño.

Vegetta dio un último vistazo al baño, el vidrio roto y unas manchas de sangre por la tina y el lavamanos. Vio un rastro de sangre que iba por el tragaluz del cuarto, ya tenía una pista que muy probablemente revisaría mañana. Salió para ver a Gheo con la sudadera que hace un par de días atrás le dio. Le pareció algo tierno, y ya con ello salieron de la casa para encaminarse a la de Vegetta.

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Vegetta se encontraba en su baño con un botiquín de emergencias y una Gheo sentada a la par del lavamanos, Vegetta empezó a curarla, y soltando unos quejidos de dolor pudo terminar de sanarla, tenía muchas gasas, muchos moretones... Gheo tenía puesta una camisa de dormir de Vegetta, era muy grande, demasiado por lo que en la parte de abajo solo cargaba unos calcetines y bueno, la pantaloneta más chica y ajustada de Vegetta, que ni era tanto pues aún le quedaba un poco flojo.

-Te quedarás en mi habitación ¿sí? Yo tengo otra habitación en el tercer piso.- dijo Vegetta mientras cerraba su botiquín y lo ponía donde correspondía. Gheo se bajó de donde se encontraba sentada, y siendo guiada por Vegetta llegaron al cuarto del mayor, este la terminó arropando y cuando se iba a retirar, una mano lo detuvo, una mano que estaba sujetando su muñeca.

-Quédate...Por favor...- le dijo Gheo con un tono un poco suplicante, era evidente.

Vegetta siempre ha estado para ella desde el primer día que llegó, fue su almohada en muchas ocasiones, su cómplice, un mejor amigo... No quería estar nuevamente sola, no ahora, no esta noche, era evidente que Gheo estaba bastante plasmada por lo que le pasó, estaba petrificada y con miedo, no quería pasar la noche sola.

Vegetta solo dio una risa leve, para acercarse y darle un beso en la frente.- Deja me pongo pijama.- fue lo que dijo, y así fue, agarró su pijama y se metió al baño para cambiarse, se colocó un pans flojo color morado y una musculosa negra, regresando a la habitación se encontró a la fémina acostada de espaldas, estaba viendo la luz de la lámpara mientras esperaba a Vegetta.

El mayor se sentó en la orilla del otro extremo de la cama, apagó la lámpara de aquel lado y se acostó, volteándose hacia el lado de la fémina, solamente veía el pelo corto en la almohada y la espalda algo descubierta por la camisa prestada. Gheo no tardo en apagar también la luz, quedándose a oscuras. Vegetta soltó un suspiro, y se giró para quedar de espaldas con ella, estaba a punto de cerrar los ojos cuando sintió unos brazos rodeárle, sabiendo de quién se trataba.

La respiración de Gheo chocaba con su espalda, ya estaba algo pesada, por lo que esperó un momento, ella se quedó dormida, el mayor aprovechó esto para girarse y quedarse frente a ella, así rodeándola también con uno de sus brazos y acercándola más a él.
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La luz de la mañana empezó a entrar por el ventanal de Vegetta, casi que chocando con los ojos de este fue abriéndolos, el canto de los pájaros estaba inundando sus oídos, y así fue como este mismo empezó a reaccionar, con una mano se sobó uno de sus ojos, y la otra... Bueno, el brazo en sí rodeaban la cabeza chocolata de una Gheo dormida, la fémina estaba en paz, tranquila, en sus sueños.

Vegetta al verla así no pudo evitar soltar una sonrisa enternecedora, destapó un poco la cara de la fémina para ver su cuello, estaba con pocos moretones... Una pequeña rabia se apoderó de su corazón ¿Quién puede hacerle esto a un ser humano? Claro, un desequilibrado. Vegetta soltó un suspiro, y delicadamente volvió a tapar a Gheo, aprovechó para tirar de su brazo para liberarse (aunque no quisiera) y así empezar su día con un ligero cambio. Dejaría a Gheo dormir tranquila por ahora, se pondría las pantuflas para salir de aquella habitación en la que su bella durmiente yacería en su cama, bajaría las escaleras de su mansión y se iría a la cocina a buscar algo de que tomar, y para aprovechar, le haría algo de comer a Gheo.

-Tengo una idea...- diría Vegetta en lo bajo con una pequeña sonrisa, en seguida se pondría delantal y empezaría a cocinar algo para la pequeña.

Al rato, Gheo empezaría a abrir los ojos, reaccionaría con el sol que le iluminaba la cara, bostezaría y se estiraría con cierta dificultad, de hecho, soltó un quejido por el dolor que surgió por su espalda.

-Mierda...- dijo la fémina al sentir el dolor.

Se sentaría en la cama, y se frotaría su cara con sus manos, tratando de recordar lo de ayer... Claro, ya entró en contexto. Soltó un suspiro al recordar su casa hecha un desastre por culpa de Lolito, sin embargo... Lo que sucedió al rato de aquello, hizo que un cierto rubor apareciera en su rostro. Vegetta y ella. Durmiendo juntos. Abrazados.

-¡P-para ya, Gheo!- se dijo así misma mientras trataba de calmar su tono carmesí en sus mejillas.

Se levantó, y se miró los ropajes, soltó una pequeña risa al ver que estaba con una de las camisas de Vegetta, le quedaba enorme. Descalza caminó hacia el baño, y bueno... Hizo sus cosas, salió de este mismo ya aseada para solo sentir el aroma que emanaba desde la cocina, salió desde el cuarto, bajando a la sala y yendo a la cocina, se asomaría para encontrar a un Vegetta con una sartén en fuego bajo, una paleta y unos huevos recién rotos dentro de la sartén, que al parecer los revolvería mientras tarareanba una canción.

Esta imágen no solo era gloriosa para Gheo, sino que le hacía pensar en lo poco que Vegetta se tardó para que entrase a su corazón y lo invadiera totalmente, sonrió al verle así.

La fémina se fue acercando al hombre, este no se había percatado de su presencia, menos del sonido de sus pequeños pies ya que se encontraba cantando en voz baja una canción. El mayor al sentir unos brazos rodearle la cintura no pudo evitar enrojecerse, y soltar una risa.

-Dios mío, Gheo.- dijo el mayor entre risas.
-¿Te asusté?- cuestionó la fémina con cierta ilusión.
-No solo eso, pequeña, sino que me hiciste recordar algo.- dijo Vegetta con cierta tranquilidad ahora.

Gheo lo miró con curiosidad, se separó de él para sentarse en una de las sillas que se encontraban en la isla de la cocina. -¿Qué te hice recordar?- cuestionó esta misma.

-Había olvidado que una princesa durmió en mi casa toda la noche, y que esta se despertara a mi lado para iluminarme la mañana- dijo Vegetta con cierta tranquilidad mientras sonreía.

A cambio, se ganó a una Gheo completamente roja por el comentario que le hizo el mayor.

Mi segundo deseo, para ti, mi Dios, es que encuentres esa felicidad que tanto te mereces, aunque no sea conmigo en este momento...

⭐ 𝙎𝙤𝙡𝙤 𝘾𝙞𝙣𝙘𝙤 𝘿𝙚𝙨𝙚𝙤𝙨 ⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora