1. Tiempos oscuros

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Cerca de quinientos años después de la caída

Jiang FenMiang siempre consideró una bendición -si le podía llamar así- tener poco talento y no destacar demasiado. No porque le gustara ser vago o porque no tuviera ambiciones en la vida. Si no porque eso significa un mayor índice de vida en el tiempo actual.

Hubo un tiempo en el que su familia era la familia real de lo que antes se conoció como YunMeng, el reino del loto. Ahora se veía rebajado a ser llamado el distrito cuatro. Una manera vulgar de reducir su importancia histórica y la riqueza que una vez tuvo el castillo del loto.

Castillo, que actualmente eran ruinas que se usaban de vez en cuando para labores clandestinas de vándalos y repudiados que rondaban el antes lujoso castillo. Una verdadera pena, saberse miembro de una antigua familia real que antes era la más fuerte de todo su reino, ahora se veía reducida a... bueno, a él. Quien no tenía mayor talento para el manejo de su poder del viento.

No lo consideraba realmente una deshonra si con eso podía garantizar que su familia siguiera con vida.

A veces la gente seguía acercándose a él, con la esperanza de que se uniera a pequeños grupos que afirmaban tenían lo necesario para un levantamiento. Con promesas de recuperar la antigua gloria de su tierra.

No es que estuvieran realmente los lujos que profesaba su familia tiempo atrás. Pero considerando el peor de los casos, vivía al lado de su esposa e hijos y se consideraba afortunado de no estar bajo el ojo crítico del gobierno.

Su único interés era mantener bien a su familia. Por lo que no importaba si no tenían mayores lujos de los que antes se jactaba su linaje y de los que el capitolio alardeaba tener.

Sin tomar en cuenta lo tedioso que era ir cada seis meses a que controlaran su nivel de energía en las torres de regulación. Sistema del que se valía el capitolio para asegurarse de que nadie tuviera más poder y energía del que se considerara seguro. Seguro para ellos, claro está.

Tenían que mantener un perfil bajo para poder sobrevivir, y no correr el riesgo de que su familia fuera apartada de su lado por motivos aparentemente desconocidos.

Pensaba en todo esto mientras entraba por las puertas de la oficina de control del imponente edificio que pertenecía a la torre de regulación. Todos los ciudadanos solo tenían permitido entrar hasta el segundo nivel para su chequeo regular de energía. Los otros tres niveles, se presumía pertenecían a todo el sistema de vigilancia implementado para mantener la energía de toda la población en un estado manejable.

Un procedimiento al que todos eran sometidos a partir de los dieciséis años de edad. Terminado el ciclo de aprendizaje en la academia. A partir de entonces se prohibía seguir desarrollando el núcleo de energía que le permitía a todo el mundo conectar con el elemento de nacimiento, en el caso del distrito cuatro, el aire.

Distrito uno, fuego. Distrito dos, agua. Distrito tres, tierra. Y distrito cinco, madera*

Una vez a cada seis meses a partir de los dieciséis años. Llegabas al primer piso del edificio blanco de la torre de regulación, dabas tu número de registro de ciudadano, tu nombre, te sacaban sangre. Te hacían pararte bajo los rayos ultravioleta dentro de una cápsula de vidrio en la que vertías tu energía, te daban una tarjeta que debías llevar todo el tiempo encima y podías seguir con tu vida.

Vida que consistía básicamente en proveer para el capitolio.

Si le preguntaban a Jiang FenMiang no era tan malo como la mayoría te lo hacía ver. Algunos decían que los rayos dentro de las cápsulas atrofiaban u obstruían de alguna manera tus meridianos para limitar tu cultivo. Si eso era cierto o no, él no tenía idea.

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