Capítulo 1

586 49 32
                                    

—Te extrañaré mucho, mamá—hablo con la voz rota—cuídate mucho.

—Tú también cuídate, hija—responde abrazándome con fuerza—no causes problemas.

Me separo de ella y camino hacia el tren, una señora toma mi boleto y luego me deja abordar. Agito mi mano en forma de despedida hacia mi madre y siento como el tren comienza a moverse, sosteniendo mi maleta con mi mano derecha, camino mientras mis ojos registran los vagones tratando de encontrar un asiento vacío que pueda ocupar.

Mis pies se detienen viendo el asiento desocupado.

No, me niego a sentarme junto a él.

Escucho pasos y giro mi cabeza, un trabajador del tren viene hacia mí, abre la puerta, provocando que todos posen su mirada en nosotros, y revisa el interior.

—Puede sentarse en este vagón señorita—agarra mi maleta y la guarda en el maletero de arriba.

—Siéntate junto a mí Skyler—habla la hermana menor de Peter, le regalo una pequeña sonrisa y me siento a su lado.

—Gracias.

Luego de varias horas el tren se detiene y salen dos niños de nuestro vagón, segundos después comienza a avanzar de nuevo, el sueño invade mi cuerpo y cierro mis ojos.

Estoy disfrutando de mi sueño, donde estoy nuevamente con mi padre hasta que un forcejeo en mi brazo provoca que abra mis ojos, frente a mí está el cabello de princesa.

—¿Qué? —pregunto girándome para volver a dormir e ignorarlo.

—Tienes la misma etiqueta—responde, suelto un ajá y él rueda los ojos—vas a quedarte con nosotros.

—Si niño, muy gracioso—opino mirando disimuladamente mi etiqueta—tiene que ser una broma—susurro al leer la suya.

—Yo tampoco estoy muy contento niña loca—agarra las dos maletas que quedan y me entrega la mía.

Ambos bajamos del tren y nos encontramos con sus hermanos, miro a mi alrededor y siento que estoy en la nada, la estación parece destruida.

—Genial—exclamo sentándome en el suelo—moriré con unos desconocidos y un zoquete.

Un automóvil pasa cerca nuestro y los niños Pevensie corren pensando que esas personas nos recogerán, hasta que el vehículo no se detiene y sigue su camino.

—El profesor sabría que vendríamos—asegura Susan.

—Tal vez nos pusieron las etiquetas mal—opina Edmund mirando la suya, me encojo de hombros y cierro mis ojos tomando un poco de sol.

—¿Estás... estás tomando sol? —pregunta incrédulo Peter, asiento aun con mis ojos cerrados—¿por qué?

—Por Nite—respondo abriendo mis ojos y mirándolo con una pequeña sonrisa.

—¿Nite?

—Ni te metas—escucho la pequeña risa de Lucy y me contengo para no reír también.

Comienzo a escuchar unos pequeños gritos de mujer y frunzo el ceño confundida, me levanto junto con mi maleta y me acerco a los Pevensie. Una mujer en una carreta tirada por un caballo se detiene frente a nosotros, me escondo ligeramente detrás de Peter.

—¿Señora Macready? —pregunta Peter.

—Sí, parece que sí—levanto una ceja y me alejo un poco del Pevensie mayor.

—¿Eso es todo? —pregunta con una cara de vieja amargada—¿y sus pertenencias?

—No las traemos—responde Peter por todos—esto es todo.

—Aprecio el favor.

La mujer nos señala con su cabeza, indicándonos que subamos con ella, camino hasta la carreta y primero ayudo a subir a Lucy, luego sube Edmund, también con un poco de ayuda, después le sigue Susan y por último Peter. Le paso mi maleta a la más pequeña e intento subir, pero la carreta es muy alta.

—Maldita altura—maldigo en voz baja mientras sigo intentando subir, observo como una mano se acerca a mi cara, subo mi vista a la persona y lo observo con mis ojos entrecerrados—no tomaré tu sucia mano si es lo que quieres.

—Apúrense allá atrás—regaña la mujer mirando al frente.

Ruedo mis ojos y acepto la ayuda de Peter, cuando estamos todos arriba, me siento junto a él y observo al paisaje.

Luego de varios minutos, frente a nosotros aparece una mansión, todos bajamos de la carreta y nos adentramos a la residencia.

—El profesor Kirke, no está acostumbrado a recibir niños en su casa—explica la señora mientras avanzamos—por lo tanto, hay unas cuantas reglas que deben seguir—se gira a nosotros con su cara amargada—la primera es no gritar, ni correr, no pueden utilizar el montaplatos—subimos por unas escaleras y Susan se acerca a una pequeña estatua—¡No toque ninguno de estos objetos! Y, sobre todo, está prohibido molestar al profesor.

La mujer amargada nos dirigió a dos habitaciones, una donde se quedarían Edmund y Peter, mientras en la otra nos quedaríamos las chicas.

Toda la tarde, estuvimos acomodando nuestras cosas y conociéndonos más. Luego de eso los chicos vinieron para hablar con sus hermanas mientras yo leía un libro que antes era de mi padre.

Despierto con la respiración agitada y me siento en mi cama, intento calmarme, pero los recuerdos de la pesadilla vuelven a mí, haciendo el menor ruido posible, salgo de la habitación y camino por toda la casa hasta salir de ella, bajo algunos esc...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Despierto con la respiración agitada y me siento en mi cama, intento calmarme, pero los recuerdos de la pesadilla vuelven a mí, haciendo el menor ruido posible, salgo de la habitación y camino por toda la casa hasta salir de ella, bajo algunos escalones y me siento en uno de ellos, alzo mi cabeza observando las estrellas que iluminan el cielo y abrazo mis piernas, mientras apoyo mi cabeza en ellas.

Escucho pasos y rápidamente giro mi cabeza, deseando no encontrarme con la vieja amargada de nombre Macready, pero me tranquilizo al ver que solo es el cabello de princesa.

—¿Qué quieres? —pregunto de mal humor volviendo a ver las estrellas.

Él en silencio se sienta junto a mí y mira el cielo.

—Estaba en la cocina tomando agua y te vi salir—responde posando su mirada en mí—¿estás bien?

—Solo tuve una pesadilla—digo dejando de abrazar mis piernas—¿Qué haces aquí?

—Estuve pensando...

—¿Piensas? —le molesto con una sonrisa, él rueda los ojos y río ligeramente.

—No importa—habla riendo conmigo.

Se levanta del escalón y estira su mano para ayudarme a levantarme, ambos entramos en silencio y subimos a nuestras habitaciones.

—Gracias por estar conmigo—le sonrío de forma tímida y él también lo hace—descansa.

Entro a la recamara y me acuesto con una sensación extraña, pero agradable.

Warrior Woman ➣ Las Crónicas De NarniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora