Capítulo 2

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Me encontraba en nuestra habitación en compañía de los Pevensie, era un día lluvioso y todos estábamos haciendo distintas cosas, pero aburridos, demasiado aburridos.

—Gastrovascular—habla Susan mientras ella y su hermano mayor juegan un aburrido juego, inventado por la chica genio—pon atención Peter—regaña ella cuando este no contesta, alzo la mirada de mi libro y observo como el rubio se encuentra mirándome, hasta que su hermana le golpea la cabeza —gastrovascular.

—¿Es del latín? —pregunta aburrido mientras se frota la frente con una mueca, río ligeramente, pero dejo de hacerlo al ver la mirada de ella sobre mí.

—Sí.

—Y significa, el peor juego jamás inventado—exclama Edmund provocando la risa de todos nosotros excepto la de Susan.

—Vamos a jugar a las escondidas—sugiere Lucy, mientras toma mi mano y me ayuda a levantarme del suelo.

—Pero lo que estamos haciendo es muy divertido—asegura Peter, con mi mano tapo mi boca para evitar reír y el mayor de los Pevensie me observa con diversión.

—Por favor, una vez Peter.

—Vamos Peter, deja de ser tan aburrido—molesto con una sonrisa.

—Uno... dos... tres—comienza a contar.

—¿Qué hacen? —pregunta el menor de los hermanos con el ceño fruncido.

—Cuatro... cinco... seis.

Lucy vuelve a tomar mi mano y corre tirando de mí, salimos de la habitación riendo y con cuidado de no encontrarnos con la señora Macready, corrimos por la casa con Edmund siguiéndonos. Lucy intenta entrar detrás de una cortina, pero su hermano se lo impide.

—Yo llegué antes, largo.

Agarro los brazos de Lucy, para que me observe y me agacho a su altura.

—Yo distraeré a tu tonto hermano—afirmo con una sonrisa—busca un lugar para esconderte.

Ella asiente y tras darme un abrazo corre alejándose.

Camino tratando de ver donde se encuentra Peter, hasta que lo veo cerca de donde estamos.

—Oye, princesa—hablo mientras me apoyo en la pared, él gira a verme y entre cierra sus ojos en mi dirección—A que no puedes atraparme.

Sonríe divertido y se acerca en mi dirección, río y corro siendo seguida de cerca por él. Pero al escuchar pasos ajenos, me detengo, provocando que Peter choque con mi espalda.

Ambos nos miramos y él toma mi mano para escondernos de detrás de un sofá alto que alcanza a escondernos a los dos. Mientras tanto, tratamos de controlar nuestra agitada respiración.

—Eso estuvo cer...—el mayor de los hermanos coloca su mano en mi boca y me atrae a él cuando los pasos se detienen frente a nosotros.

—¿Sucede algo señorita Macready? —pregunta Margaret, una de las sirvientas, mientras se acerca.

—Creí escuchar algo—responde. Luego de un silencio pesado, vuelve a hablar—Sigamos trabajando, las visitas no deben tardar en venir.

Cuando vemos que se fueron, Peter saca su mano de mi boca y ambos suspiramos aliviados.

—No me atrapaste cabello de princesa—río mientras me levanto y vuelvo a correr. Peter me alcanza y me abraza de la cintura. 

—Atrapada—sonríe mientras nos miramos fijamente, pero ambos nos separamos al escuchar los gritos de Lucy.

—Creo que no entendieron de qué se trata el juego ¿verdad? —habla el mayor de los Pevensie cuando nos encontramos a los menores de la familia.

—¿No se preguntaron dónde estaba?

—Ese es el punto, de eso trata el juego—responde Edmund en tono amargado, provocando que ruede mis ojos.

—¿Significa que gané? —inquiere Susan acercándose a nosotros.

—Lucy no quiere que juguemos más—explica Peter.

—Estuve lejos por horas—explica ella.

—¿De qué hablas Lucy? —pregunto con confusión.

—Síganme—habla ella tomando mi mano y guiándonos a una habitación con un armario gigante—el ropero es mágico, me llevó a otro mundo.

—Lucy, aquí no hay nada más que el fondo del ropero—explica su hermana, mientras observa el armario desde dentro.

—Un juego a la vez, Lu—espeta el mayor de todos—no tenemos tu imaginación.

—Pero no lo imaginé—expone ella, cuando sus hermanos estaban por salir del cuarto.

—Lucy, ya basta—responde Susan, provocando que frunza el ceño.

—Tampoco le hables así—me acerco a la menor.

—No te metas, esto es un asunto familiar—cruzo mis brazos molesta e intento controlar mi enojo.

—¡Susan! —regaña Peter.

—¡Pero no estoy diciendo mentiras! —afirma Lucy.

—Yo te apoyo—asegura Edmund, levanto una ceja sin creerle.

—¿En serio? —pregunta esperanzada.

—Sí, te creo—continua—yo vi un campo de futbol en el gabinete del baño—ruedo los ojos por eso.

—Edmund, ya déjala en paz—espeta Peter—¿por qué siempre tienes que empeorarlo todo?

—Solo era un chiste—se defiende el menor.

—Creo que tú nunca crecerás.

—¡Déjame! ¡Tú te crees nuestro padre y no lo eres! —grita para luego irse corriendo.

—Tú sí que arreglas las cosas—ruedo mis ojos por el comentario de Susan, quien sale del cuarto.

—Pero todo lo que dije es verdad—afirma la pequeña en voz baja.

—Susan tiene razón Lucy—responde su hermano—ya basta.

Peter sigue a sus hermanos y nos deja solas. Me agacho a la altura de la pequeña quien me abraza.

—¿Tú me crees? —pregunta con la voz rota mientras llora—¿O también piensas que estoy loca?

—Tranquila Lucy—digo mientras la alzo y cargo—tus apestosos hermanos no importan. Si tú estás loca, entonces yo también.

Ella ríe y abraza mi hombro, nos dirijo a ambas a la cocina pasando entre sus hermanos y le enseño la lengua a Peter. Al bajar las escaleras, nos encontramos con la señora Macready.

—Disculpe—hablo mientras bajo a Lucy, la señora nos mira con su usual cara de desagrado—¿podría darnos algo para comer?

Ella asiente, susurrando palabras hacia nosotras y nos da unas galletas junto con un té.

—Por nosotras—levanto mi taza junto mi meñique.

—Por nosotras—ríe ella imitando mis movimientos.

Warrior Woman ➣ Las Crónicas De NarniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora