22. No me sueltes nunca.

11.2K 375 234
                                    

Pov Alba.

-¿Estoy bien?- Volvió a preguntar, pasando las manos de nuevo por su camisa.

-Estás perfecta. Así que deja de hacer eso, que con lo que te están sudando las manos más que alisarla la vas a desteñir.

-Joder, es que me tendría que haber puesto la camiseta azul que había elegido primero.- Bufó nerviosa, pasando esta vez la mano por su pelo, aprovechando después para peinárselo mejor, mirándose en el reflejo se su móvil. -Joder, qué pelos...

-A ver, histérica.- La sujeté de los hombros, haciendo que me mirara. -Calma, ¿vale? Que llevas toda la mañana igual. Te recuerdo por septuagésimo segunda vez que no tienes que impresionar a mi madre. Te conoce desde que tenías 13 años. Has dormido mil veces en mi casa. Has comido con ella otras dos mil. Te adora desde siempre. Y te adora con una camisa amarilla, con una camiseta azul, despeinada o calva. ¿Lo entiendes?- La zarandeé un poco, consiguiendo que finalmente asintiera.

-A mi me conoce desde los 13, pero a tí te parió ella y aún así estás de los nervios, bonita.- Me caló al instante.

-Coño, es que es mi madre.- Contesté con obviedad. -Y las dos sabemos que está un poco...- La puerta abriéndose frente a nosotras dejó mi discurso a medias.

-¿Se puede saber qué hacéis ahí plantadas cuchicheando?- Se cruzó de brazos la susodicha.

-No me he acordado de coger las llaves.

¿Y no pensabais llamar al timbre? Telepatía aún no tengo.

-Estábamos comentando una cosilla, mamá, ahora íbamos a llamar.

-Uy, ¿otra vez con los secretitos como cuando teníais 15 años? ¿Qué tramáis ahora?- Preguntó mientras me rodeaba fuerte con sus brazos, y dejaba varios besos ruidosos sobre mi mejilla.

-¿Qué vamos a tramar?- Rodé los ojos.

-¿Vosotras dos juntas?- Nos señaló al separarse, alzando las cejas. -Cualquier cosa.- Dijo con obviedad, abriendo los brazos de nuevo, esta vez mirando a Natalia con una sonrisa enorme. -¿Y tú se puede saber qué te has hecho en el pelo?

-Es que tenía calor, y...- Se encogió de hombros, mientras se dejaba estrujar.

-Cuando Alba me lo enseñó te quería matar... Con ese pelo tan bonito que tienes tú.- La regañó, separándose de ella, acunando después su cara entre sus manos y observándola con más detenimiento, provocando que las mejillas de Natalia se tiñieran de rojo. -Aunque tengo que admitir que te queda estupendo. Estás preciosa. Aunque bueno, tú siempre estás preciosa.

-Si molesto me voy.- Alcé las cejas, pero sin poder evitar que una sonrisa apareciera en mi cara al verlas así.

-Como si tú no pensarás como yo, nena, si el otro día te deshacías en halagos con su nuevo "luks".- Contestó, aún repasando con su mirada el corte de pelo de Natalia. -¿O no?- Se giró a mirarme ante mi silencio. -Dile a ella lo que me decías a mí.

-Que sí, que está guapísima.- Admití en un suspiro, lo cual hizo que la morena se pusiera aún más colorada. -¿Te crees que no se lo he dicho yo ya?

-Por lo roja que está, no lo parece.- Rió, soltándola finalmente, lo que la otra aprovechó para dar un paso atrás, metiéndose las manos en los bolsillos a la vez que bajaba la mirada.

-Mamá... Déjala, anda. Que ya me la estás poniendo nerviosa.- Me acerqué un poco a ella, rodeándola de forma casual por la cintura.

-Anda, entrad...- Se apartó de la puerta, mirándola aún divertida. -Jorge está poniendo la mesa.

AuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora