7. Mi color favorito.

9.6K 516 134
                                    

Actualiad.

Pov Alba.

Vaya nochecita había pasado.

No había dormido absolutamente nada, y ya podía ver los primeros rayos de sol entrar por las rendijas de las persianas del salón.

Suspiré, intentando colocarme boca arriba para cambiar un poco la postura, ya que después de toda la noche en la misma posición, tenía todo el cuerpo agarrotado.

Nada más moverme, sentí el peso del brazo de Natalia disminuir levemente, ya que al ver que me giraba, lo había apartado para facilitármelo.

No era la única que estaba despierta.

Cuando me coloqué finalmente boca arriba, volvió a apoyar el brazo con cuidado sobre mi, más que nada porque no tenía otra opción, ya que yo no había soltado su mano en ningún momento.

Pensé en decir algo, pero no me vi capaz de romper ese momento. Sentía que en cuanto hablara, esa noche acabaría, y ese momento desaparecería para siempre, quedando ya solo en nuestros recuerdos.

Ella tampoco dijo nada, así que nos quedamos compartiendo un rato más ese silencio. Un silencio agridulce. Un silencio que olía a impotencia, a frustración. Pero también a hogar. Porque eso es lo que era Natalia para mi, desde mucho años antes de compartir piso.

Mi mejor amiga. Mi mejor persona. Mi alma gemela. Y eso siempre iba a ser así, porque ya lo era mucho antes de que me confesara sus sentimientos, y lo seguiría siendo después.

Una sonrisa incrédula se dibujó en mi cara al recordar nuestra conversación.

¿Pero esta mujer en qué mundo ha vivido todo este tiempo?
¿Cómo podía estar tan ciega para no ver que estaba perdidamente enamorada de ella?

Y es que lo estaba, y mucho. No era un gustar de encoñada, era un gustar de querer pasar con ella el resto de mi vida, un gustar de amar, de querer, de pasarme noches en vela llorando y días enteros intentando sacarla de mi cabeza. Porque creía que no era recíproco, y ya había asumido hacía tiempo que iba a sufrir.

Lo que no me esperaba era que después de sufrir por algo no correspondido, empezaría a sufrir por algo correspondido que no pudo ser. Porque fuimos unas cobardes.

Y en cuestiones de amor, la cobardía se pagaba muy cara.

Y eso estaba haciendo. Pagar con creces no haber sido sincera y clara con ella. Porqué mi cabeza no podía dejar de pensar en lo que podría haber sido y no fue. La impotencia y la frustración llevaban invadiendo mi cuerpo desde que escuché esas palabras de su boca.

Tú me gustabas.

El eco de esas palabras se repetía una y otra vez en mi cabeza.

En esos momentos deseaba con todas mis fuerzas tener una máquina del tiempo. Porque si pudiera volver atrás y ser valiente, en esos momentos el presente sería totalmente distinto.

Sería nuestro.

Pero Natalia ya me había dejado claro que eso era cosa del pasado, y yo estaba con Lucas, que era el chico más bueno y cariñoso que había conocido nunca.

Un chico que me quería, me respetaba, y me hacía ver la vida de otro color.

Bajé mi mirada a nuestras manos unidas, y nos cubrí del todo con la manta, reforzando mi agarre como si quisiera memorizar su tacto para el resto de mi vida. Ella correspondió al gasto, y se acurrucó en mi, apretando aún más su cuerpo contra el mío, provocando que cerrara los ojos al sentir su calidez en mi piel y su aliento chocando en mi cuello.

AuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora