Pov Natalia.
-Ah, y ponme también 6 bollos de esos con chocolate, por favor.- La mujer asintió con una sonrisa, cogiendo con unas pinzas las pastas que le estaba señalando.
-¿Algo más?
-No, eso es todo.
-Pues serán 8'50€.- Me extendió el datáfono cuando vio que sacaba la tarjeta de mi monedero.
-Perfecto, muchas gracias.
-Que pases un buen día.- Se despidió con amabilidad. Yo le mostré una sonrisa mientras agarraba las bolsas que me tendía.
En cuanto me despedí y salí de la panadería, ese sol de invierno volvió a bañarme la piel, haciéndome cerrar los ojos un instante para coger aire y llenarme los pulmones mientras hacía de nuevo el corto camino hacia casa.
Subí las escaleras, estirando el cuello hacia atrás, llevándome una mano a la nuca, sintiendo las cervicales cargadas y algo de fatiga que esperaba que un buen café pudiera ayudarme a solucionar.
Esa noche tampoco había dormido demasiado bien.
Solté el aire en un largo suspiro, y relenticé el ritmo en los últimos escalones para empezar rebuscar las llaves en mi riñonera, mientras me apuntaba mentalmente pedir de nuevo hora con la fisio.
-¡Que me da igual, Elena! ¡Tienes ya una edad! ¡Empieza a hacerte cargo de tus decisiones de una maldita vez!- Los gritos amortiguados tras la puerta llegaron a mis oídos justo cuando metí la llave en la cerradura, haciéndome fruncir el ceño y apresurarme a abrir.
-¿¡Pero qué coño dices!? ¡No soy yo la que cambia de opinión cada 5 minutos! ¡A lo mejor la que debería hacerse cargo de sus decisiones es ella!
-¿Pero se puede saber qué es este alboroto?- Intenté no alzar mucho la voz al entrar en casa y encontrarme a Elena discutiendo con María en el salón. -¿Cuándo habéis llegado? Pero si no he salido ni veinte minutos.
-Acabamos de llegar ahora mismo. Es la hora de desayunar.- Dijo María, suavizando el tono y poniendo al instante cara de niña buena, señalando con la mirada las bolsas que llevaba en la mano y haciéndome poner los ojos en blanco.
-Como hayáis despertado a Alba os espera una buena dosis de su adorable humor por las mañanas.- Cerré la puerta con cuidado, dejando las llaves en el mueble de la entrada y adentrándome en el salón. -¿Se puede saber por qué estabais discutiendo ahora?
-Aquí, tu querida hermana, ¿a que no sabes lo que hizo la otra noche?
-Elena...- Suspiré cansada, dejando las bolsas sobre la mesa. -¿Qué ha pasado ahora?- Ella se encogió de hombros, haciéndose la desentendida mientras ojeaba su móvil sentada en el sofá.
-Ha pasado que se lió con la hermana de Pablo y ahora si te he visto no me acuerdo.
-¡Pero es que yo ya le dije que no buscaba nada serio y ella estuvo de acuerdo y se me lanzó igual!- Se defendió la otra, subiendo de nuevo la voz, a lo que me apresuré a lanzarle una mirada de reproche que la hizo bajarla de golpe, siguiendo después en un susurro. -¿Qué quieres que haga si ahora ha cambiado de opinión? ¿Casarme con ella?
-Pues ella no dice lo mismo. Se nos ha presentado hoy en casa diciendo que habías jugado con ella. A las 8 de la mañana.- Se giró a mirarme a mi con dramatismo. -Un domingo.
-Yo no he jugado con nadie, te aseguro que le dejé las cosas bien claras. Pero me parece que está un poco...- Se llevó un dedo a la sien, abriendo mucho los ojos.
-A ti lo que te fastidia es que te haya hecho madrugar.- Murmuré divertida cuando pase al lado de la más mayor, quitándome el abrigo para colgarlo en el perchero que teníamos junto a la puerta.
ESTÁS LEYENDO
Aura
RomanceAlba y Natalia son mejores amigas desde que se conocieron el primer año de instituto. Desde entonces siempre han sido inseparables, no había una sin la otra. Pero con los años su amistad se ha visto influida por nuevos sentimientos. Nuevos sentimie...