Capítulo 3

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Definitivamente, la noche anterior fue la peor de ese alocado año

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Definitivamente, la noche anterior fue la peor de ese alocado año. Y es que él, nunca se imaginó que ella podría estar allí, en la misma casa de él otra vez. Mientras Marcos pensaba en los porqués,  en teorías loquísimas, su hermana  contemplaba el lugar con detenimiento, analizando cada punto. Se abrazó a sí misma al sentir el frío que le provocaba ese hogar. 

— ¿Tu trabajo es ser CEO o modelo? —se burló al ver todas las fotos de él—. Guao, sí que debes amarte.

— Si quieres estar aquí, es mejor que actives el modo silencio —dijo y ella solo giró los ojos— ¿Cuánto tiempo te quedarás?

— No lo sé. —Alzó los hombros, pasando sus dedos por su pequeña biblioteca. Absolutamente todos sus libros eran de negocios, ni uno sólo era una novela que ayudaba a escapar de la realidad, de esos que tanto le solían gustar a él. Tragó profundo al ya no ver a su hermanito— ¿Cuánto tiempo estás dispuesto a aguantarme?

—Si fuera por mí, dormirías bajo el puente.

—Reformularé mi pregunta ¿Cuánto tiempo quieres que la gente no sepa que soy tu hermana?

—¿Me estas amenazando en mi propia casa?

— ¡Claro que no! Ya te dije que no soy así, solo quiero saber si tengo que ir buscando algún trabajo o algo por estilo. —Suspiró imaginando como iba a ser su relación de ahora en adelante.

Marcos la miró fijamente, sorprendido de que en todo momento ella se mostrara  tan firme, sin una sola expresión en su rostro, y, sobretodo, con la mirada fija en él. Tal vez, lo que más le sorprendía era no poder ver aquella inocencia y amor que solía emanar antes y eso... eso le molestaba, pero no supo de que manera.

— Mientras no te metas conmigo, puedes quedarte hasta que termines el instituto.

—¿Hablas en serio?— preguntó, incrédula.

—Si y no creas que es por ti. Estoy seguro que, si te dejo sola, recibiré llamada de tus padres, de una u otra manera, y realmente no quiero hablar con ellos.

Por primera vez, en las dos horas que llevaban juntos, Jessica apartó la mirada

— De hecho, mamá y....—Se mordió los labios, tratando de controlar su respiración—. Estuve en casa de los tíos —dijo sin ganas de explicar.

— ¿Por qué? —Ella abrió la boca para contestar, pero el no la dejó—. Sabes, en realidad no me interesa —confesó—. Como dije, te quedarás aquí, pero al momento de meterte conmigo, no dudaré en dejarte en la calle.

— Ni que fuera tu enemiga. —Rodó sus ojos, cansándose de ese lleva y trae que él tanto se esforzaba en mantener— ¿Dónde dormiré? 

Él señaló el sillón.

—¿Me estás jodiendo? Tu casa es realmente enorme ¿y no tienes un cuarto de invitados?

—Obviamente que tengo uno, pero esta lleno de cosas.

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