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Mientras veía a través de la ventanilla cómo todo quedaba atrás y el paisaje comenzaba a pintarse de blanco, los pensamientos de Byron parecían más revueltos que de costumbre, todo había dado un gran giro de repente.

Su padre había encontrado trabajo en Japón y volverían allí después de casi dos años viviendo en Corea. La noticia había sido tan repentina que apenas tuvo tiempo para despedirse en condiciones de sus amigos y sus compañeros de equipo.

Comenzaba a echar de menos el carácter frío de Bryce, la sonrisa orgullosa de Claude y sus absurdas discusiones por cualquier cosa, realmente le habría gustado poder meterlos en uno de sus bolsillos y llevárselos consigo a Japón.

Cuando sintió el coche detenerse, sus pensamientos se disiparon concentrándose en el nuevo lugar que sería su hogar. La baja temperatura de Hokkaido se hizo presente nada más salir del auto, pero tampoco era algo insoportable. Sus padres no tardaron en ofrecerle un abrigo mientras comenzaban a sacar cajas del auto para llevarlas al interior de la casa donde tendría que vivir a partir de ese día.

Tras un tiempo todo estaba ya listo. Miró con detenimiento su nueva habitación antes de suspirar con cierta tristeza, echaba de menos su antiguo cuarto y todos los recuerdos que se habían quedado en él al irse.

Se asomó a la ventana y cierta curiosidad se apoderó de él al ver una zona totalmente nevada frente a él. Cogió del armario algo para poder abrigarse y salió de la casa, realmente quería saber qué era ese lugar.

Cuando llegó a la gran verja metálica pudo descifrar que era un parque, así que decidió entrar. El suelo estaba levemente cubierto de blanco mientras que los árboles totalmente del mismo color dejaban caer poco a poco la nieve que hacía peso sobre sus hojas, los ojos del coreano brillaban con fuerza, aquel sitio era realmente bonito.

Continuó caminando mientras disfrutaba de lo silencioso y tranquilo que era el ambiente. Cuando levantó la mirada del suelo vio una fuente frente a él, se sorprendió al ver que el agua fluía con naturalidad en vez de estar congelada. Despejó algo de la nieve que se había acumulado sobre el borde y se sentó mirando todo con una sonrisa, quizás ese lugar no era tan malo como imaginaba.

De pronto, algo impactó contra sus pies llamando su atención. Miró hacia abajo y vio un balón de fútbol algo desgastado, lo recogió entre sus manos mirando las distintas marcas que tenía, parecía tener bastantes años.

Unas voces le hicieron volver a la realidad mientras miraba a lo lejos como dos chicos se acercaban.

- Te dije que te habías pasado, Aiden - La mirada de Byron se fijó en el peligris que caminaba mirando en todas direcciones, parecía buscar algo, pero se veía tranquilo.

- No exageres Shawn, no creo que haya salido del parque - Su atención fue redirigida hacia el otro chico. Se veía similar al primero, pero tenía el pelo naranja y caminaba despreocupado, parecía todo lo contrario al peligris.

- ¿Buscáis esto? - Ambos chicos se giraron hacia Byron cuando escucharon su voz, no dudaron en acercarse al ver que el rubio tenía un balón sobre sus manos.

- Disculpa... ¿Podrías devolvernos el balón? Mi hermano se ha pasado de fuerza al tirar y pensábamos que lo habíamos perdido - Shawn rió algo nervioso mientras Aiden desviaba la mirada.

- Claro, sin problema - Dejó caer el balón al suelo antes de darle una pequeña patada, la esfera rodó lentamente hasta llegar a los pies del peligris.

- ¿Eres nuevo? No te había visto por aquí antes - La sonrisa cálida de Shawn se vio acompañada por un pequeño pase hacia el coreano, quien recibió el balón devolviéndole la sonrisa.

- Pues sí, mis padres y yo hemos llegado desde Corea hace unas horas - Ambos continuaban pasándose el balón mientras hablaban, Aiden se mantenía al margen sentado sobre uno de los bancos con los brazos cruzados.

- Corea, eso es bastante lejos... - El peligris detuvo el balón con su pie - Mi nombre es Shawn y él es mi hermano pequeño Aiden, un gusto conocerte - El rubio no pudo retener una sonrisa.

- Soy Byron, el placer es mío - La mirada rojiza del coreano se posó sobre Aiden, no levantaba su vista del suelo mientras movía la nieve con sus pies distraído - Oye, ¿por qué no vienes a jugar?

- Ya iré cuando quiera, déjame en paz - El pelinaranja le dio la espalda bajo la algo sorprendida mirada de Byron.

- ¡Aiden, no seas así! - Shawn suspiró algo cansado - Discúlpalo, es muy cabezota.

Una pequeña risa se escapó de la garganta de Byron. Aquellos dos hermanos eran muy similares a Claude y Bryce en cuanto a su forma de ser, y a pesar de las respuestas algo frías del menor de los tres sentía una gran calidez proveniente de él, incluso llegaba a reconfortarle.

El tiempo siguió pasando mientras ambos chicos seguían jugando en el parque bajo la mirada algo disimulada del pelinaranja. Cuando reaccionaron, los tres se dieron cuenta de que estaba empezando a atardecer y los colores anaranjados comenzaban a pintar el cielo lentamente.

- Jamás había visto un atardecer tan bonito como este antes - Los ojos de Byron eran incapaces de apartar la mirada del horizonte, cuando vivía en Corea era muy difícil ver el atardecer por la gran cantidad de edificios que había.

- Los atardeceres en Hokkaido son los mejores, no hay nada más bonito en todo Japón - El rubio dirigió su mirada hacia Aiden, los ojos del menor brillaban con intensidad mientras mantenía una gran sonrisa en sus labios, su hermano rió levemente mirando a Byron.

- Aiden está totalmente enamorado de los atardeceres, creo que no hay nada que le guste más aparte del fútbol - El pelinaranja asintió efusivamente sin desviar su mirada del cielo.

Tras unos minutos, las farolas del parque se encendieron ante la caída de la noche, entonces los tres chicos se fueron. La sorpresa volvió a apoderarse del rubio al ver que los hermanos vivían dos casas más adelante, pero eso le hizo feliz.

Al entrar en casa sonrió inconscientemente mientras colgaba su abrigo en el perchero, quizás vivir en Japón no iba a ser tan malo.

ATARDECER ;; Inazuma Eleven ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora