Capítulo 1

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Las flores, la soledad y la naturaleza no nos decepcionan nunca;

no piden nada y nos confortan siempre.

(Stella Gibbons)

El jardín de la gardenia

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El jardín de la gardenia


En Mayo de 1996, el pueblo de Boseong se preparaba para la cosecha especial de té como todos los años. Era un pueblo pequeño, de aquellos donde todo el mundo se conoce y, sin los ajetreos de la ciudad, todos vivían en sana paz y tranquilidad. Aquellas cualidades fueron las que vio la familia Do en un folleto común que habían recibido de parte de una cercana amiga, y no lo pensaron más de dos veces para tomar sus cosas y partir hacia la aventura de vivir en otro lugar. No sólo para alejarse de los problemas de la ciudad, sino también para darle tranquilidad a su único hijo KyungSoo, pues este tenía problemas de salud y los doctores habían recomendado que le dieran la mayor tranquilidad posible.

Al llegar notaron que el pueblo era tal y como se veía en las fotos. Con múltiples casas de estructura de la antigua dinastía, maravillosos campos repletos de flores y trabajadores, y el clima parecía perfecto para sólo sentarse frente a una fogata y tomar un té verde recién cosechado. Era un pueblo de ensueño casi para todo el mundo, y Kyungsoo no podía estar más emocionado por vivir allí. Tenía sólo diecisiete años cuando dejó su vida atrás para comenzar de nuevo, pero camino al pueblo se preguntaba ¿exactamente qué era lo que había dejado atrás?

KyungSoo había sido diagnosticado con una extraña enfermedad que desmejoraba su calidad de vida, por lo que estaba privado de muchísimas cosas. Osteogénesis imperfecta, o mejor conocida como los huesos de cristal. A su corta edad había sufrido más de 19 fracturas por accidentes que en la vida cotidiana eran insignificantes, así que no era de extrañar que sus padres, a quienes les dolía más las fracturas de su hijo que al propio Kyungsoo, lo mantuvieran alejado de todo lo que le pudiera hacer daño, como en una pequeña burbuja de cristal. El joven no se quejaba de aquello, no podría de todas maneras. Le contrataron un profesor particular y terminó su secundaria dentro de la casa, sin conocer a otros chicos de su edad o enamorarse de alguna chica como en los libros que solía leer para pasar el rato.

Pero no por eso se consideraba alguien infeliz, estaba demasiado acostumbrado a la soledad de su habitación. Sólo tenía que apartarse de la ventana cuando veía a los vecinos de su edad jugar afuera llevando una vida normal, para no sentirse mal. Eventualmente regresaba a su lectura y el mundo a su alrededor se convertía en escenarios magníficos de los que sí podía formar parte.

Finalmente habían llegado a lo que sería su nuevo hogar, una casa de diseño asiático tradicional con un pequeño jardín que tenía una que otra mala hierba sin arrancar. Kyungsoo lo veía por la ventanilla del auto mientras sus padres bajaban primero para hacerse cargo del equipaje, esperando con paciencia para que le abrieran la puerta y lo ayudasen a bajar. No era que él no pudiese hacerlo solo, pero sus padres eran un tanto paranoicos con todo. Aun así, algunas veces decidía ir en contra de ellos con esas pequeñas cosas, y luego de cansarse de estar sentado salió solo del auto para estirar un poco sus piernas entumecidas con la ayuda de su bastón de marfil color azabache, el cual tenía desde hace un poco más de un año, pues este le ayudaba a mantener el equilibrio y a no caerse con facilidad. Sintió como la brisa fresca se arremolinaba al pasar por su rostro pecoso haciendo enrojecer sus mejillas con sutileza y a la par despeinaba su cabello castaño. Inspiró hondo, captando un pequeño aroma a montaña y a té verde, y miró con fascinación a su alrededor, detallando el entorno al cual tendría que familiarizarse pronto. Y creía que no tendría problemas con eso, aquel sitio parecía ser el lugar con el que soñó muchas veces de niño. Se atrevió a caminar despacio, colocando un pie y después el otro, ayudándose con su bastón cual anciano cruzando la calle, dando cortos y  temerosos pasos por el lugar hasta llegar al pequeño jardín de la entrada. Parecía que la casa tenía mucho tiempo deshabitada; había macetas con sólo abono en ellas y uno que otro tallo seco en su totalidad, su aspecto algo lúgubre hizo sentir un poco mal a KyungSoo. Tomó uno de aquellos tallos entre sus dedos el cual parecía haber sido de una rosa ya que aún tenía algunas espinas, y a pesar de estar secas una de ellas le pinchó el dedo al joven chico haciéndolo sangrar un poco. Soltó un pequeño quejido dejando caer el tallo.

Gardenias, cerezos y girasoles. - KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora