Capítulo 2

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Es en el borde de un pétalo que el amor espera.

(William Carlos Williams)

(William Carlos Williams)

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La sonrisa del girasol.


La mañana había arribado sobre el pueblo y los rayos del sol cubrían todos los campos repletos de plantas para que estas hicieran su fotosíntesis correspondiente. KyungSoo era alguien que se despertaba con el sol tal como sus plantas, extendía sus cortas y delgadas extremidades para después ir por una humeante taza de café y desayunaba con sus padres, en silencio. 

Sus padres eran personas amorosas. A temprana edad se compadeció de ellos y decidió ser alguien obediente para no preocuparlos más de la cuenta. Su padre, SeungSoo, era como el típico hombre promedio: serio, responsable, trabajador. La alegría de su vida fue tener su primer y único hijo varón, pero algo dentro de él pareció fracturarse cuando KyungSoo se rompió su pierna por primera vez por intentar jugar al fútbol, siendo aquella la última vez que pudieron practicar deportes. Se volvió un poco más triste, pero también más comprensivo y empático. Su madre, Ha Neul, siempre había sido alguien afectuosa y paciente, demasiado al parecer de KyungSoo. Y a pesar de que las preocupaciones acumuladas por los años se le reflejaban en su rostro, era alegre, fuerte y hermosa.

Luego de comer, la familia se dividió para hacer sus obligaciones. El Sr. Do iría a buscar empleo mientras la señora se quedaría en casa, terminando de decorar y arreglar las cosas de la mudanza. KyungSoo, por su lado, no tenía mayor cosa que hacer. El frío del suelo le entraba por sus pies descalzos mientras caminaba por la casa en busca de algo en qué entretenerse. Fue a su habitación para tomar su libro, cuando se percató de la pequeña gardenia tomando sol en la pequeña repisa de la ventana. La tomó entre sus manos e inspiró su aroma. Le gustaría dejarla en su habitación para poder admirarla siempre, pero decidió que lo mejor para ella era extender sus raíces y anclarse al frente de su casa. Entonces encontró un oficio.

Se dirigió hasta la entrada de la casa, pasando por la sala donde estaba su madre acomodando los muebles que combinaban con el diseño y color de la casa. La mujer volteó a verlo con una mano en su espalda.

—Cariño, ¿quieres que la siembre por ti? —cuestionó, en respuesta KyungSoo negó.

—Quisiera hacerlo yo. Tendré cuidado —esbozó una sonrisa—. ¿Y los lirios?

—Están en la mesa —dijo, no del todo convencida—. No te esfuerces mucho, si sientes dolor sólo grita, ¿sí?

KyungSoo asintió y caminó hasta el jardín, cargando con las dos flores. Poco a poco comenzó el trabajo, deshaciéndose de los antiguos tallos secos y el abono que ya no servía, al igual que arrancó las malas hierbas que desmejoraban el aspecto de la entrada. Su cuerpo se había vuelto más fuerte, pensó por un momento, ya que con anterioridad el mínimo esfuerzo le provocaba alguna fisura en sus huesos. Esta vez, a pesar de que sentía cierto dolor, pensó que soportable. Sembró la pequeña gardenia y después el lirio, a un metro de distancia cada una. Posteriormente les echó un poco de agua en un envase y se sintió satisfecho, igual que las flores.

Gardenias, cerezos y girasoles. - KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora