Capítulo 7

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Nadie ve, realmente, a una flor; es tan pequeña. No tenemos tiempo, y ver toma tiempo, como lleva tiempo tener un amigo.
(Georgia O'Keeffe)

Ramas secas, pétalos marchitos

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Ramas secas, pétalos marchitos.


El beso había sido breve y delicado como un simple roce, pero fue suficiente para sacudir a KyungSoo. Su cuerpo había reaccionado de formas que no imaginó y su ansiedad estaba disparada; sus manos sudaban y su rostro se teñía de rosa, avergonzado. Las mariposas en su estómago revoloteaban sin cesar aun cuando se separó bruscamente del rostro de Jongin, dejándolo algo desconcertado y, podía verse en sus ojos, estaba dolido. Ambos pensaron en la misma persona.

BaekHyun.

— ¿Por qué hiciste eso? —balbuceó KyungSoo, tocándose sus labios con sus finos dedos. Jongin titubeó sin saber que decir.

—Lo siento, KyungSoo, yo... soy un idiota —masculló bajando su cabeza y apretó sus puños—. Sin embargo, no puedo negar lo que siento por ti. 

KyungSoo palideció mientras sus manos temblaban por la impresión. 

— No tienes por qué sentir algo por mí...

— ¡Pero lo hago! —exclamó volviendo a mirar al menor, había ido allí decidido a declarar los sentimientos que lo estaban atormentando últimamente. No podía retractarse, ya no—. KyungSoo... me gustas. 

Los ojos de KyungSoo le picaron por las lágrimas que amenazaron con salir y se atrevió de mirar a Jongin. A veces la vida podía ser muy injusta. 

—Y tú a mí, Jongin —susurró y desvió la mirada, negando con su cabeza. Decir eso fue como quitarse un peso de encima—. Pero BaekHyun y su amistad son más valiosos para mí. Esto simplemente no puede ser —dijo casi entre dientes, Jongin tenía sus ojos humedecidos de igual manera. Soltó un suspiro y miró cómo una flor del árbol caía hasta reposarse en su regazo, marchita. 

—Lo sé —murmuró sin más—. Sólo espero que me perdones. 

—Llévame a casa —dijo Soo tomando sus libros para guardarlos en su mochila—, la clase terminó.

No dijeron más nada luego de aquello. Ambos recogieron en silencio y montaron la bicicleta nuevamente para ir de regreso. El cielo que antes estaba azul comenzaba a teñirse de nubes grises mientras la temperatura descendía, una clara señal de que el otoño llegaría pronto. El corazón de KyungSoo estaba hecho pedazos, se sentía un completo estúpido y mal amigo. Pensó que no sería capaz de ver a la cara a BaekHyun de nuevo, la vergüenza no se lo permitiría, pero tampoco podía ser tan cobarde, se dijo así mismo. Hablaría con el con claridad y le contaría lo que pasó. 

Finalmente se adentraron al pueblo el cual estaba tan animado como siempre, personas trabajando y yendo de aquí para allá, los jóvenes estudiantes que aprovechaban el fin de semana para reunirse, entre otras cosas. No veía el momento de llegar a la casa de Baek para hablar con él, necesitaba verlo.

Gardenias, cerezos y girasoles. - KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora