O8; ¿𝙰𝚌𝚎𝚙𝚝𝚊𝚌𝚒𝚘́𝚗?

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Ambos gemelos entraron a su hogar, el delicioso aroma de la cena recién hecha les recibió, se le hacía agua la boca de tan solo pensar en ya comer de una vez

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Ambos gemelos entraron a su hogar, el delicioso aroma de la cena recién hecha les recibió, se le hacía agua la boca de tan solo pensar en ya comer de una vez. Su padre siempre había sido buen cocinero, en especial cuando se trataba de postres, ya que estaba muy mentalizado sobre el tema, es decir, su fábrica trataba de ello.

Durante su niñez, ambos niños acompañaron a su padre a todos sus viajes de negocios, específicamente luego de que su madre biológica saliera de sus vidas. Esto sucede mayormente, porque Shouta no tenía la confíanza suficiente para dejar a sus hijos al cuidado de una niñera, además de saberse qué solamente son ellos en su círculo familiar, ya que los demás, estaban fuera del país. Muy a pesar de esto, la Empresa Miya, tiene extensiones de fábricas con su marca, existe una en Italia, otra en Alemania y la última se estableció por completo como la central en Japón.

Por ello tanto Atsumu como Osamu saben diferentes idiomas, obligados completamente, ya que por el trabajo del mayor, debían quedarse por meses en tales paises, a modo de tener que entrar a una institución del lugar. Esto dejó de suceder cuando los gemelos cumplieron doce años, extrañamente su padre había decidido manejar sus empresas extranjeras mediante la tecnología, dejando la ocupación de las otras dos, tanto a su hermano en Italia, como a su mejor amigo en Alemania.

Claro, a sus doce años fue un respiró para ellos, y así cómo lo vieron en esa época, nunca sospecharon sobre que su padre escondía una relación.

— Llegamos —dijeron al unísono.

— ¿Eh? —el pelinegro se giro en su lugar, con su típica mirada de desgana, pero sonrió con calidad al ver sus gemelos, por lo que dejó lo que estaba haciendo y fué a saludarles respectivamente.

Tuvo que hacer un poco punta de pié.

— Otra vez estás durmiendo poco papá —le dijo Atsumu reprochandole por las visibles ojeras que el hombre llevaba bajos sus ojos.

— Esperó que hayas estado comiendo como debes —sí, Osamu también le regaño.

— Tranquilos, no soy un niño y puedo cuidarme muy bien solo —les dijo mientras agarraba con una mano a cada uno, tirando sus mejillas con algo de fuerza.

— Ya, duele, ya entendimos —dijo sonriendo con algo de burla cuando les soltó, para luego acariciarse la zona afectada.

— Que extraño que no hayas llegado llorando por perder —dijo burlandose el pelinegro, mientras se giraba y se iba de nuevo a la cocina para apagar el horno.

— No se lo recuerdes, me a dejado sordo de tanto quejarse —dijo el peligris mientras empujaba a su gemelo y se retiraba para ir a dejar sus pertenencias a su cuarto.

— Me lo imaginaba.

— ¡Eso no es verdad! —se quejó para seguir a su gemelo e irse a su habitación a dejar igualmente su bolso, no sin antes sacar su célular, que tenía varias notificaciones.

• 𝗦𝗼𝘂𝗹𝗺𝗮𝘁𝗲𝘀 •  𝐴𝑡𝑠𝑢𝐻𝑖𝑛𝑎𝑂𝑠𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora