Capítulo Octavo

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▬▬▬ sʜᴇ's ɴᴏᴛ ᴛʜᴇʀᴇ ▬▬▬

Cuando se es espectador de una escena como la siguiente que se narrará, instintivamente uno se guía solo por lo que sus ojos logran captar

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Cuando se es espectador de una escena como la siguiente que se narrará, instintivamente uno se guía solo por lo que sus ojos logran captar. En este caso, quien la viera indagará sin mucho esfuerzo, que la mujer tan solo lleva en plan preparar su aspecto para el baile del que tanto se hablaba en el set de grabación. Pero siempre hay algo más allá de lo que se ve a simple vista. Más que nada tratándose de Linda Eastman.

      La persona que pasa desapercibida y sin posesión de un aire llamativo como muchas otras, posee en el interior un universo que si se pudiese ver a simple vista, como su aspecto y acciones moderadas, espantaría sin dudas hasta a la persona que mejor dice conocerla. La verdad es que, ni siquiera Margot podría jactarse de que conocer a profundidad a Linda. Muchas veces, se ha sorprendido cuando la rubia sacó a relucir alguna que otra cuestión de la infinidad que rondan por su cabeza. Eso sí, Margot es muy consciente de que Linda es capaz de todo y no se va para atrás a la hora de obtener algo.

      Astuta, reservada, modesta, además de inteligente, y que resulta misteriosa ante otros. Esa era Linda Eastman.

      Se tomó todo su tiempo. No era que estaba en medio del típico dilema, que surge a la hora de decidir qué conjunto le favorecía esa velada. Solo esperaba a que cayera la noche.

      Cuando llegó las penumbras a la ciudad, de inmediato, y con un tacto cuidadoso, fue deslizando lentamente las medias transparentes de seda, cubriendo con estas sus largas piernas. De su armario sustrajo el vestido que Margot le había comprado para la ocasión. Cuando lo vio, se molestó bastante porque representaba todo lo contrario a su acostumbrado estilo. Si por ella fuese, no asistiría portando un vestido. Pero ahora que lo miraba, no estaba tan mal. Era de color rosa pastel, con un moño del mismo color se ajustaba a la cintura. No era pomposo, y el corte iba casi recto.

      Se lo colocó, y vaya que le quedaba muy bien, aunque le brindaba un aire más aniñado. De esa inocencia de la que nadie sospecharía.

      Se sentó frente a su tocador, donde, prosiguiendo igual de relajada, se colocó el delineador sobre los ojos, luego pintó sus labios de un tono más natural. Aplicó rubor sobre sus mejillas tristonas, y marcó la piel de su cuello con gotas de perfume. Su peinado consistía en un recogido bajo, adornado con un tocado discreto. Era de un estilo más bohemio a diferencia de su vestimenta, pero aún así se acoplaban a la perfección, formando un conjunto encantador.

      Casi por finalizar, enfundó la mitad de sus brazos con unos guantes blancos y largos. Dio una última mirada a su aspecto. Estaba lista sin dudas para una reunión de gala.

      El último procedimiento para completar su conjunto, consistió en abrir uno de los cajones de su tocador y de ahí, tomar en manos su revólver.

𝙏𝙝𝙚 𝙗𝙪𝙩𝙩𝙚𝙧𝙘𝙪𝙥 𝙘𝙝𝙖𝙞𝙣 | 𝗍𝗁𝖾 𝖻𝖾𝖺𝗍𝗅𝖾𝗌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora