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Principios del año 1966
Un cielo nublado, y una ciudad ajetreada por la vida de ciudadanos sumergidos en sus propios asuntos y quehaceres monótonos y diarios, serían el escenario del inicio de una historia que podrían considerarse uno de los mayores deshonores y traiciones en la vida de cualquier familia y en la humanidad.
La mañana para los adultos transcurría de igual manera que para lo niños. Los pequeñuelos cumplían, como es debido, sus propios asuntos con gran dedicación y una ardua tarea inclinada a cumplir con sus deberes asignados.
Es así que en una guardería se da inicio a esta historia.
El mediano salón de infantes, a través de su amplio ventanal, dejaba ver el jardín repleto de vegetación, digna de ser un gran estimulante para esos seres de entre tres y cinco años de edad. No podía faltar el pequeño parquecito que estaba bien implementado de todo soñado juego de metal, pintado de un tricolor algo desgastado. Los niños jugaban, comían, reían y esparcían bromas, siempre con el ojo vigilante de las niñeras, disfrutando su receso con la fascinación que cualquier niño siente antes de volver a sus deberes escolares.
Dentro del amplio salón quedan esos niños más tímidos, que claramente están sumados en menor cantidad. Junto a esos infantes dulces y risueños, se hallaba la que era considerada, hasta el momento, su mejor maestra. Era adorada por los niños y bien vista por los padres de familia. Además era altamente elevada y calificada de ejemplo a seguir, y como una señorita decente por su familia.
Jane Asher, considerada por muchos la Asher más bella, era de por sí, y dando crédito a lo que su familia presumía de ella, una joven de clase, sencilla, dulce y amigable con todos los que la rodeaban. El tipo de chica que los mejores partidos de la ciudad se disputaban para conseguir su atención. Culta, algo tímida y bastante desconfiada de lo extraño a su entorno, por tanto algo ingenua y débil, más que todo por las pérdidas que en su vida tuvo que afrontar. Pese a todo, Jane Asher era todo un prototipo de señorita de sociedad, aunque ella no prestaba atención a esos asuntos. Lo sencillo era lo suyo.
