Capítulo Cuarto

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▬▬ sᴏʟᴏ ᴜɴᴀ ᴛᴀᴢᴀ ᴅᴇ ᴄᴀғᴇ́ ▬▬

▬▬ sᴏʟᴏ ᴜɴᴀ ᴛᴀᴢᴀ ᴅᴇ ᴄᴀғᴇ́ ▬▬

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Mes de Marzo de 1966

El jardín de niños estaba tan rebosante de alegría como siempre lo había sido, en ese momento más que nada, porque la profesora más querida, la más dulce y sensible, retomó sus actividades en el lugar. Jane estaba feliz de regresar junto a sus niños. Ese era más que un simple trabajo para ella. De verdad le fascinaba estar rodeada de pequeños, enseñarles cosas nuevas, escuchar sus ocurrencias y poder tener la dicha de verlos en su etapa dulce e inocente.

Era hora del descanso. Niños y niñas se esparcían por todo el ancho espacio del jardín. Era un ambiente verdaderamente especial, porque ninguna de esas almas conocía ese odio y avaricia que los adultos tan bien saben distinguir y no temen demostrar.

Las dos profesoras, que se dispusieron a vigilar a los alumnos que decidieron salir al jardín, se encontraban sentadas en una banca, con el cerco vivo de fondo. El resto del jardín, tenía esa peculiar decoración verde de césped y otras plantas. Un lugar espléndido para la adecuada recreación infantil. El cielo estaba nublado, pero a pesar de eso, no se sentía frío. Los pequeños y sus maestras, no necesariamente debían tener el resplandeciente sol sobre sus cabezas para pasar una mañana agradable.

-¡Maestra Jane! -gritó una pequeña, captando la atención de la pelirroja -. ¡Míreme, mírame!

-Te veo ¡Eres toda una acróbata! ¡Pero con cuidado, por favor! -Jane respondió con una afabilidad apropiada de usar cuando se quiere hablar a un niño sin regañarlo. Jane tenía ese don, y, aunque se enfadaba ciertas veces, los niños la adoraban sin condición.

-¡Los niños te extrañaron tanto! -mención su compañera de asiento y de trabajo-. Matthew, ¡baja de ese árbol antes de que te hagas alguna avería!

-No debía de haberme ausentado tanto -Jane se lamentó, observado a sus pequeños y pequeñas.

-Pero, es comprensible. Fue una lamentable pérdida, amiga. Comprendo la desdicha de perder a un padre. Oh, lo comprendo muy bien. Déjame decirte, que tienes todo mi apoyo, Jane. No lo dudes -la dulce rubia tomó las manos aterciopeladas de su amiga, cuales apretó un poco, para transmitirle cuán sinceras eran sus palabras. Jane solo le sonrío en agradecimiento.

Jane y Cynthia Powell se conocieron hace un par de años, cuando la pelirroja comenzó su trabajo en esa institución de aprendizaje. No solo eran compañeras de trabajo, eran las mejores amigas. Entre ellas había una amistad bastante sincera. Aunque no siempre podían estar presentes en todos los momentos importantes de la vida de cada una, entre ambas ya se estaba establecido el hecho de saber que siempre podían confiar entre ellas, teniendo palabras de apoyo, y una ayuda incondicional.

𝙏𝙝𝙚 𝙗𝙪𝙩𝙩𝙚𝙧𝙘𝙪𝙥 𝙘𝙝𝙖𝙞𝙣 | 𝗍𝗁𝖾 𝖻𝖾𝖺𝗍𝗅𝖾𝗌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora