Capítulo seis.

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Aún no podía creer que ya había pasado un mes. Entre las cosas más relevantes, Timothée y yo teníamos una relación regular. Nos entendíamos a veces, y otros días desatábamos una guerra. O bueno, yo desataba una guerra porque sus molestas acciones provocaban que se dispare mi ira de una forma descomunal. Ahora bien, podíamos tener una conversación civilizada sin discutir por cada mínima cosa. La mayoría de las veces.

Lo que últimamente llamaba mi atención era que la misma chica había entrado más de una vez a su apartamento. Lo sabía porque me los cruzaba antes de ir a comprar al mercado o salía a pasear a Pipper. Lo cual me parecía de lo más extraño porque lo normal era que haya un desfile de mujeres caminando a través de su puerta. Pero esta vez, una morena de estatura media con llamativos ojos color caramelo y cuerpo de infarto había repetido su visita por lo menos tres veces a la semana. Suponía que estaba saliendo con ella, lo cual era difícil de imaginarse si estamos hablando de Timothée. Él y las relaciones eran como los gatos y el agua, si los juntas saldrás lastimado inevitablemente.

Nunca se volvió a mencionar lo de aquel famoso beso. Él pareció olvidarlo y yo lo preferí mantener de esa manera. Solo generaría confusiones e incomodidades.

Ahora me encontraba preparando el morral para asistir a mi primera clase en mi nueva universidad. La idea ya me entusiasmaba, y me hacía revolver un poco el estómago de los nervios. Pero estaba preparada para lo que viniera.

Tomé el morral y lo colgué de mi hombro antes de salir por la puerta. Me sorprendí al oír la puerta de Timothée abrirse al unísono. Era muy temprano para que el neandertal estuviera despierto. Por lo general solía quedarse hasta tarde jugando o escuchando su maldita música del infierno. Y cuando lo miré, supe que esa noche no había sido la excepción. Su rostro lo decía todo. Pero aún en mi mente corría la incógnita de qué hacía a estas horas saliendo de su casa. Quizás realmente se le acabaron los preservativos y no pudo improvisar ni siquiera con una bolsa de plástico. Con solo pensarlo me recorrió un escalofrío.

"¡Sellers! ¡Mi vecina favorita!" Él se recarga sobre el marco de la puerta y me regala una de sus sonrisas torcidas.

"¿Alguna emergencia, Chalamet?" Inquirí con ironía, intentando cerrar la puerta con las llaves del auto en la mano y asegurando el morral en mi hombro con la otra.

"¿A dónde vas?"

"¿A dónde crees que voy?" Le enseño el morral y ruedo los ojos.

"¿De excursión con tus exploradoras?" Se mofa.

"A la universidad, tarado."

"¡Sí! ¡Viaje gratis!" Lo veo festejar y me confunde.

"¿De qué estás hablando?"

"Adivina a dónde voy yo." Antes de que logre musitar palabra alguna, el extiende su mano parándome en seco "Y no tiene que ver con condones ni nada sexual."

"No lo sé, entonces. Se me acabaron las ideas" Lo imito recargándome contra el marco de la puerta.

"Tú y yo, pequeña Sellers, vamos a ir a la universidad." Ahora puedo notar la mochila azul marino que cuelga en uno de sus hombros. Y la idea de que él y yo convivamos también en la misma universidad me hace gritar histéricamente por dentro.  "Bueno, puedes quitar esa cara de espanto que no es la gran cosa."

"Como sea."

Mientras camino al coche, siendo seguida por el complejo de troglodita, no puedo evitar pensar en lo jodidamente jodida que estoy valga la redundancia. No solo debía soportarlo viviendo a mi lado sino que también debía soportarlo en la universidad. Asombroso. Simplemente asombroso.

"¿Entonces... me llevarás?"  Cuestiona él sin hacer mucho esfuerzo en seguirme el paso. Era más alto que yo, y si yo trotaba para escaparme de él, Timothée con dos pasos ya me alcanzaba.

"Déjame que lo piense..." Paro en seco y él voltea con una chispa de ilusión en sus ojos "No."

"¡Vamos Sell! Por favor. La universidad está a veinte calles. Un niño tan bonito como yo no puede hacer semejante esfuerzo." Hace un puchero.

Subo al coche y trabo las puertas. Él parece no darse cuenta porque intenta abrir la del copiloto repetidas veces hasta darse por vencido y extender sus brazos en el aire. Se asoma por la ventanilla y junta sus manos en súplica. Bajo la ventanilla del copiloto.

"Harás ejercicio. Te vendrá bien." Y con eso cierro la ventanilla y arranco el motor.

Veo por el retrovisor como él grita mil quinientos insultos distintos, hasta algunos que no conocía y agregaré a mi repertorio. Sonrío con autosuficiencia. Mi día comienza de maravilla.

(...)

Aparco en el estacionamiento al mismo tiempo que suena un reloj a lo alto de la universidad indicando las nueve de la mañana. Horario de entrada. A lo lejos veo la figura de Timothée llegar exhausta a la puerta y adentrarse en el edificio. Me río. Es que la he hecho tan bien.

Salgo del coche y me dirijo al interior de la universidad. Era bastante parecida a una preparatoria. Tenía casilleros y pasillos interminables. Muchísimas aulas. Revuelvo en mi morral hasta encontrar el papel que tenía mi número de casillero. Al encontrarlo, me dirijo a éste y dejo las cosas que no usaría en las primeras dos horas dentro.

Me permito los minutos que me faltan para entrar a clase para observar a mi alrededor. Veo varios grupos ya formados hablando animadamente entre risas, aunque también veo gente bastante perdida caminando sola con un papel en la mano y mirando hacia todos lados. Una pareja besuqueándose... Un minuto.

Era Timothée y la chica de los ojos caramelo.

Algo en mi interior pinchó, pero no le tomé importancia y me dirigí a mi aula asignada. Estaba a medio llenar cuando llegué. Escogí un pupitre cerca de las ventanas y me coloqué los auriculares para oír un poco de música antes de que llegara el profesor.

Mi reflejo en el cristal hizo que me sorprendiera de mí misma. Había cambiado mucho este mes, cosa que no solía pasarme muy seguido. Mi cabello se había aclarado y mi rostro parecia más afinado. Estaba envuelta en mis pensamientos cuando otro reflejo se sumó al mío.

"Parece que no te liberarás de mí tan fácilmente, Sellers." Dice Timothée que se sienta a mi lado.

"Es que en serio no te cansas de pisarme los talones."

"Es que es inevitable no pulular a tu alrededor, eres atrayente, Sell." No sé si lo dice de verdad o está mofándose. Por las dudas, contesto a la defensiva.

"Cierra la boca y procura abrirla solo para besar a tu chica." No sé porqué solté ese comentario, pero simplemente sentí que debía hacerlo.

"Ahhhh..." Sonríe "Entonces la pequeña Sellers está celosa."

"¿Celosa? ¿De ti?" Río "Primero que se caiga el cielo en mil pedazos."

"Claro, como tú digas, preciosa" Sonríe otra vez y mira al frente ya que el profesor había entrado, saludando a toda la clase con una energía envidiable a estas horas de la mañana.

Rodé los ojos y me concentré en lo mío. Es que un día de estos él me mataría. De verdad.


//nuevo capitulooooo espero que lo disfrutennnn

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cía//

¡Cállate, vecino! {timothée chalamet}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora