I
Hay partidos chivos y éste iba a ser uno de ellos. A Ezequiel lo llevaban
casi en andas y la verdad es que la fe que le tenían era injustificada.
Porque si bien el Equi era un ocho habilidoso y con llegada, tampoco podía
salvar a un equipo él solo y mucho menos si iban a jugar —como hubiera dicho
mi tío Roberto— contra el caballo del comisario. Pero allí estaban, felices con la
nueva adquisición de Corazón Boliviano.
Nosotros íbamos unos metros atrás, no como un reconocimiento a la
estrella del equipo sino porque otra vez había muchas posibilidades de
cruzarnos con los Gardelitos. El Oficial Chuy nos conocía bien y no era cosa que
nos viera justo en ese momento.
Llegamos a un potrero en el que habían hecho los palos y los travesaños
del arco con tirantes de madera. Si se rodeaba el potrero, del lado contrario al
que estábamos nosotros había una montañita de escombros y residuos. Con
Pinocho dimos toda la vuelta y nos ubicamos ahí. Una especie de platea alta, de
las baratas, de ésas en las que el partido se ve lejísimos pero en las que podés
estar sentado y sin chocar con la barra brava de la popular.
Y la popular estaba bastante concurrida. Habría unas treinta o cuarenta
personas esperando el comienzo de los partidos. Alentaban, tiraban algún
petardo, saltaban. Igualito a una cancha en serio aunque sin tribunas ni césped.
Como en la arena romana, los tres grupos de gladiadores aparecieron por
distintos lados. Corazón Boliviano fue el primero en llegar. Al minuto
aparecieron los de Gardel Vive con el Oficial Chuy a la cabeza y por la otra
punta entraron Los Perfectos de Fiorito. Adelante venía el flaco alto de la Casa
de los Religiosos Uruguayos y más atrás reconocimos a Róger, a Ramón y a un
par más de la Casa.
—Por un momento pensé que lo iban a traer a Pablo —le comenté a
Pinocho.
—Eso hubiera sido lo que único que nos faltaba.
Primero iba a jugar Corazón Boliviano con Gardel Vive, después Corazón
Boliviano con Los Perfectos de Fiorito y finalmente se enfrentarían uruguayos y
Gardelitos. Si a alguien había favorecido el fixture era a Gardel Vive, que tenía
un descanso entre partido y partido.
Los uruguayos se sentaron en hilera a un costado de la cancha (en las
plateas preferenciales, podría decirse). El oficial Chuy era el técnico de Gardel
Vive. Señaló a Ezequiel y dijo algo pero todos parecían muy tranquilos.
Seguramente el Equi les llamaba la atención porque era el único rubio del
equipo y casi les sacaba una cabeza a todos los de Corazón Boliviano, incluso a
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El equipo de los sueños
Teen FictionEs para lo que los necesiten leer en el celu como lo necesite