10. Oni

106 25 1
                                    

Frías y pequeñas gotas de agua caían sobre su rostro una y otra vez, hasta que finalmente lo hicieron reaccionar, abrió los ojos lentamente y se encontró atado sobre una silla

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Frías y pequeñas gotas de agua caían sobre su rostro una y otra vez, hasta que finalmente lo hicieron reaccionar, abrió los ojos lentamente y se encontró atado sobre una silla.

—¿Que...? —Confundido miró a su alrededor, estaba encerrado en lo que parecía era un edificio abandonado, el óxido y la deplorable fachada le hicieron saberlo al instante, lo malo es que no recordaba cómo era que había llegado ahí en primer lugar.
Se agitó violentamente sobre aquella silla y sintió un ardor en su estómago, recordó al instante como aquella mujer tóxica lo había puesto a dormir en la estación sin ningún problema. Nuevamente se agitó, y fue entonces cuando una puerta de aquella habitación se abrió, temeroso volteó y se encontró con un hombre que portaba la máscara del demonio rojo en la cara, y una katana en la espalda.

—¿Damon? —Preguntó, pero el enmascarado no dijo nada, al contrario, desenfundó el sable y le mostró su afilada y resplandeciente hoja—. Ay mierda... escucha... po-podemos arreglar esto... te-te gusta el helado? Te compro un helado pero suelta esa cosa, ¿sí?

—El Maestro Damon manda saludos —levantó la espada. Cerró los ojos esperando la estocada, cuando el tragaluz del techo se rompió y una figura cayó atravesando con un sable a aquel hombre.

Jonathan miró pasmado aquella figura, quien arrancó la espada de su captor, la limpió y lo observó detenidamente. Portaba un kimono tradicional japonés de color negro y un kasa sobre su cabeza, además de un pañuelo que ocultaba casi por completo su rostro. Aquel hombre levantó su espada también y la dirigió hacia Jonathan.
Pero éste cortó sus ataduras y lo dejó libre.

Aquella figura misteriosa guardó su espada, miró a Jonathan con severidad y después se retiró la máscara, dejando al descubierto su rostro.

—¿Lee? —Exclamó estupefacto, pero cambió su actitud al instante y se mostró indiferente—. ¿Qué haces aquí?

—Vine a rescatarte —enunció el recio sensei. Se alejó de él y miró por el gran ventanal del lugar.

—Yo no pedí que lo hicieras...

—Olvidemos ese asunto por un instante y salgamos de aquí, una vez que estés libre puedes seguir odiándome lo que quieras —caminó hacia la misma puerta en la que llegó el hombre de la máscara. Jonathan no tuvo de otra y comenzó a seguirlo.

Al salir de aquella habitación, pudo notar que lo tenían recluido en una especie de fábrica, y una muy dejada al olvido, todo estaba oxidado y casi al punto de parecer un basurero, pero no estaba vacía en lo más mínimo.
Tan solo al cruzar la puerta, una alarma sonó y de distintos lugares comenzaron a salir más hombres de Oni.

—Espero y sigas en forma, Blazer —mencionó el maestro, saltó desde las escaleras en las que iban bajando y se adentró al combate con los mercenarios.

Jonathan no le siguió, pues un par de ellos subieron a atacarle, el primero dividió en dos lo que parecía ser un bo staff y arremetió contra él. Lanzó un par de golpes con los bastones, el estar fuera de juego le hizo reaccionar lento y recibió algunos impactos.
Rápido lanzó a su oponente lejos con una patada, éste rodó por los escalones e hizo caer a sus demás compañeros.

Blazer: El Guerrero LegendarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora