Nuevo rumbo

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Layla daba vueltas en su habitación. Se mordía la uña del dedo índice, pensativa. Desde que le había mandado el video en donde Brainy besaba a Helga no había sabido de Arnold y tampoco del gerente de ventas de Telefonía Pataki y le urgía hablar con él...

Aquello del beso no había sido planeado por ella y a decir verdad le había sorprendido. Realmente el tonto de su cómplice había tomado una decisión que la había beneficiado y lo agradecía porque había estado en el lugar y momento adecuados. Layla estaba caminando rumbo al departamento de Brainy para poder hablar con él nuevamente, cuando por el ventanal del bar que daba hacia la calle, vio a la pareja de mejores amigos, sentados compartiendo una plática. Al parecer Brainy estaba haciendo alguna especie de jugada así que decidió esperar para que eso que su "socio" estaba tramando sin decirle nada con antelación, se le fuera revelado. Cosa que sucedió al cabo de varios minutos, dándole esa oportunidad de oro de grabar el momento exacto del beso y enviárselo a Arnold. Claro que no era tonta, no le iba a mandarle el momento en que Helga se le fue encima a Brainy, pero el pedazo del video serviría por lo menos para crear discordia aunque fuera algo breve. Ella apuntaba a que la brecha entre Arnold y Helga se fuera abriendo de nuevo entre un mar de dudas acerca de su matrimonio y sus sentimientos, aprovechando la amnesia parcial del rubio. Sabía que era un trabajo de paciencia. Un estira y afloja que terminaría rompiendo la cuerda. Pero debía esperar y se le agotaba un poco el tiempo.

Brainy, Brainy, Brainy... —pensó.

A la pelirroja le extrañaba no saber del chico, aunque por el momento que ella había presenciado y filmado un día antes, sabía que seguía en la jugada.

Layla estaba consciente de que su paso por Hillwood debió ser breve. Si bien no había levantado sospechas y parecía que nadie la había seguido o la estaba buscando, era muy arriesgado estar ahí, porque era un lugar ligado a ella, a su pasado y era casi seguro que la buscarían en algún momento en ese lugar. Y aunque sus ex compañeros sabían de su presencia, ella casi no se había dejado ver fuera de su casa o trabajo. Era bueno que no tuviera amigos porque así no tuvo que fingir en socializar, dar explicaciones de su regreso o estar en el ojo público. En la escuela en la que fungía como docente poco sabían de ella también. Era fácil inventar un currículum y mentirle a la sociedad sobre lo que hacía, ya que dicha institución se encontraba del otro lado de la ciudad. Convenientemente lo había decidido así.

La chica pensó en que esos años que habían pasado entre su salida de la universidad hasta el momento actual se le antojaban tan lejanos. Cuando tuvo que dejar Hillwood por su estupidez y osadía, muchos años atrás, tomó el dinero del seguro que había obtenido por la muerte de su padre y se dedicó a viajar. La gente creería que había sido tonta, porque con esa suma de dinero pudo haber abierto algún negocio o hecho algo para asegurarse su futuro, pero ella estaba tan atormentada y desestabilizada que se dedicó a gastarlo en viajar y "encontrarse a sí misma". Su travesía había empezado visitando primero Canadá en donde tomó clases por un año en una universidad, retomando su carrera y perfeccionando su frances. Como el dinero que tenía aún era suficiente no se puso a trabajar y más bien se dedicó a disfrutar de la ciudad y sus recovecos. Después cuando se aburrió de seguir ahí, su objetivo fue ir a Francia y seguir en su proceso de "sanación" ya que en algún punto quiso parar y "retomar el rumbo" y volver a ser una chica tranquila y buena, esa que era antes de que su padre falleciera y de que Arnold y Helga se hicieran novios. Pensó en que quería un nuevo comienzo en donde podía ser ella y recuperarse y perdonarse por todas las cosas horribles que había hecho en sus últimos años, sobretodo el incidente con Helga. Llegó a Francia pero desafortunadamente en el primer día ahí le robaron una de sus maletas en donde iba parte de su dinero. Aquello le reventó la poca paciencia que tenía logrando que sus esfuerzos por ser una persona normal y dejar su pasado vengativo, quedara de lado. Estaba harta de que le fuera mal en todo. Si la gente no era buena con ella, estaba empeñada en ser igual con el mundo. Y así, Cecile Shortman llegó para quedarse lo que le restaba de su estancia en ese país. Tomó algunos trabajos como empleada doméstica en donde hurtó ciertas cosas de valor, para después venderlas hasta que decidió que era peligroso seguir ahí. Se marchó de Francia y llegó hasta Gran Bretaña por medio de rides y abordando camiones de segunda y tercera clase. En el camino comenzó a tomar trabajos breves de camarera en restaurantes de paso en los cuales no duraba mucho. Juntaba un poco de dinero y volvía a desplazarse otro poco más. El rumbo lo tenía un poco perdido hasta que un día, estando en uno de esos restaurantes a orilla de carretera apareció un alto y delgado chico pelirrojo, al que atendió. Se llamaba Arnold Fraser. Fue precisamente ese encuentro que la cambió por completo y una idea repentina le llegó a la mente cuando él le preguntó su nombre. Helga Pataki, le había dicho ella. Suerte que se había teñido el cabello de rubio (que antes había teñido de negro) mientras viajaba...

¿Por qué la elegí como mi Esposa?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora