Un suceso inesperado

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Helga corría como loca abriéndose paso entre las personas que transitaban en la calle. Estaba histérica, rota, partida. Aguantaba las lágrimas apretando la mandíbula, pero un dolor tremendo se arremolinaba en su pecho.

Hacía escasos minutos había recibido una llamada que cambiaría totalmente el rumbo de su vida:

Helga se encontraba trabajando en las instalaciones de Telefonía Pataki, imperio que había heredado después de salir de la universidad como regalo de su viejo y enfermo padre, cuando una llamada del celular de Arnold interrumpió la elaboración de sus informes:

—Hola cariño, ¿qué sucede? —saludó tiernamente.

—¿Es la Señora Shortman? —preguntó del otro lado una voz desconocida, lo que hizo que a ella se le acelerara el corazón y se pusiera de pie de un brinco por inercia.

—Sí, soy yo, ¿le ha pasado algo a Arnold?

—Sufrió un accidente en carretera, lo están trasladando en este momento en ambulancia al hospital de Hillwood. Por favor diríjase allá.

—P-Pero ¿Él está bien? Por favor dígame si...

—Disculpe pero le darán información certera una vez que él se encuentre en el hospital.

—¡Sólo dígame si mi esposo está bien! —bramó al borde del colapso, sin embargo la persona que se había comunicado con ella colgó el teléfono.

*****

¿Segura que estarás bien sin mi? —preguntó Arnold a su esposa mientras acomodaba un poco de ropa en su maleta de viaje. Helga estaba sentada en la cama con la laptop en sus piernas tecleando con ávida rapidez. se detuvo en seco ante el comentario de su esposo y bajó un poco sus lentes de pasta negra regalándole una mirada acusadora.

Arnoldo, sólo serán dos días, estaré bien.

¿Segura que no quieres acompañarme? —dijo, alzando una ceja con gesto sugerente.

Vas a ir a un congreso, no a pasear así que no tendría caso. Además tengo algo de trabajo qué terminar, me ocuparé en eso y cuando estés de regreso tendré tiempo libre para que hagamos lo que queramos ¿de acuerdo? —prometió ella.

¿La directora general de Telefonía Pataki me concederá una cita? —preguntó él acercándose a su mujer de forma seductora.

Las que quieras —siguió ella el juego mientras abría los brazos pidiéndole que se acurrucara junto a ella en el lecho. Arnold se lanzó hacia ella y la besó.

¿Me extrañarás? preguntó, con la cabeza hundida en su cuello.

Claro que lo haré. ¿Ya tienes todo listo?

Si, ropa, tableta y llaves del auto —repasó él—. Sólo me falta otro beso tuyo.

Oye pero... ¿No sería mejor que te fueras en camión en vez de manejar? Puede ser que te canses y tengas que parar o algo...

No te preocupes ángel, estaré bien —dijo depositando un beso intenso en los labios de su amada.

*****

La alta rubia comenzó a temblar y se llevó las manos a la cabeza. Un montón de cosas pasaron por su mente en un segundo y la desesperación por saber de su esposo comenzaba a apoderarse de ella. Como pudo tomó su bolsa y le indicó a su asistente que debía salir por una emergencia. Aún temblando, salió de su oficina y se dirigió al hospital que quedaba a unas seis cuadras de su trabajo. No quiso usar su coche porque temía no ser capaz de manejar. En un momento de lucidéz tecleó el número de Phoebe para buscar algo de apoyo.

¿Por qué la elegí como mi Esposa?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora