El sol de Obelia

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[EN OBELIA]

Hoy era un día especial.

El cumpleaños número 18 de la princesa Athanasia había llegado.

Pero hoy, no habría celebraciones ni grandes banquetes en su honor. Hoy todos en Obelia estarían de luto, ya que cada año que pasaba, perdían la esperanza de volver a ver aquellos ojos zafiro abrirse de nuevo .

Aquel palacio en el que alguna vez se celebraron festejos y reuniones, hoy se respiraba la impotencia de quien lo habitaba.

El caballero que defendió a Athanasia ese fatídico día, Felix Lobain, veía con profundo pesar que no solo la vida de Athanasia se escapaba de sus manos, sino también la del emperador, quien apenas y probaba bocado, y pasaba noches en vela esperando escuchar la voz de su pequeña princesa.

-Si muere Athanasia, yo me iré con ella- era lo que solían escuchar de Claude.

-Si muere Athanasia, yo me iré con ella- era lo que solían escuchar de Claude

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Y no era para menos. Ya habían pasado 13 años desde su encuentro. Ella llevaba 13 años durmiendo.

Y dentro del reino, ya nadie tenía esperanzas de que despertara.

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Liliana York, la mujer que cuidó a la princesa desde su nacimiento, cantaba al pie de la cama canciones de cuna para que la princesa no tuviera pesadillas en su largo sueño.

-"Ella sigue siendo una niña"- decía a los demás sirvientes del palacio.

Por su parte, Claude oraba a los dioses, que aunque sea un instante, le permitieran a su hija volver junto a el.

Juró por su vida jamás lastimarla, además prometía que la amaría con intensidad y compensaría cada error cometido.

Pidió a Diana también que intercediera por la vida de su hija, disculpándose una y otra vez, y, si quería castigarlo, le arrebatase la vida sin dudarlo.

-Athanasia te lo ruego- decía Claude mientras tomaba las manos de su hija- tú has ganado, has conmigo lo que quieras, pero por favor regresa a mi lado, mi mente no puede soportar ni un día más esta ausencia...

Esta vez no se esforzó por esconder su llanto. Lloró como si fuese un niño. Sus lágrimas caían sin control sobre aquella cama de sábanas blancas.

-¡Athanasia! ¡Despierta por favooor!- gritaba ahogado en el alcohol y penas.

Se sentía morir, si su hija no despertaría, no tenía caso seguir viviendo.

Pero, como si su grito hubiese sido escuchado, la mano de la princesa comenzó a moverse. Leves quejidos provenían de ella, y en un instante, la magia ocurrió

 Leves quejidos provenían de ella, y en un instante, la magia ocurrió

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En su cumpleaños número 18, la princesa Athanasia abrió los ojos...

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Claude no supo cómo reaccionar. Lo único que fue capaz de hacer es abrazar a su hija y agradecer por que sus ruegos fueron escuchados.

Una y otra vez repitió a su hija cuanto la amaba, y que tan bendecido era por tener a una hija como ella.

Pero... ella no respondía nada. Sus ojos se habían abierto, pero su rostro no expresaba emoción alguna.

Claude llamó rápidamente al médico real, quien constató que la princesa se encontraba bien.

Al escuchar eso, Claude sintió que la vida le daba una nueva oportunidad. No importaba si había que enseñar a su hija con paciencia y esfuerzo las cosas más básicas, él tenía a la princesa que en 13 años había anhelado.

Lily y las demás sirvientas de la princesa lloraban de alegria. Felix no podía creer que aquel milagro había sucedido, y decía no arrepentirse de haber arriesgado su vida por aquella rubia de ojos zafiro.

En Obelia, la penumbra se había ido, y los festejos entre sus habitantes comenzaron, pues la princesa había regresado.

Por fin había una heredera al trono.

El sol de Obelia.

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[LUCAS]

En la habitación, habían pasado unos pocos días. Arthy seguía inconsciente y su mana mostraba variaciones de intensidad irregular.

Lucas noto una variación mayor de Maná, y sentía como poco a poco este se extinguía del cuerpo inerte en el sillón.

-¿¡Pero que...

El rostro de Arthy comenzaba a palidecer, y su cuerpo comenzó a tornarse helado. Su respiración se volvía cada vez más suave, y poco a poco su corazón se detuvo.

Desesperado, Lucas trató de utilizar su magia en ella, pero fue inútil. La bella dama frente a él, había dejado de vivir.

Dejo caer su cuerpo de rodillas frente a aquel sofá. Su cuerpo temblaba sin parar, y ante sus ojos, aquel mana desbordante y variable de extinguió sin que él pudiera hacer nada.

-Señor ¿que le está pasando a mi mami?- Dijo Lucy

Lucas no pudo responder

-¿Ya no va a regresar, verdad?

Aquellas palabras quebraron su alma, y Lucas, el gran mago, el más poderoso del mundo, aquella noche abrazo a su pequeña hija y lloró sin control.

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Esta no es la historia que pedí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora