El primer encuentro

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Hace un año, en cuanto decidí que no me presentaría a selectividad, me dediqué a buscar un trabajo. No fue difícil en absoluto, Alba estaba decidiendo que renunciaría a su puesto en la cafetería del señor Hudson y me ofreció como un perfecto reemplazo. A su vez, ella se trasladó a un Burger King que quedaba más cerca de aquella extraña discoteca a la que adoraba ir (aunque ya sospechaba desde hace buen tiempo que mentía respecto a eso).

Aquel día cubrí a mi hermana con mamá nuevamente y la distraje todo lo posible inventando supuestas nuevas ideas que el señor Hudson tenía pensado para renovar el local.

Tal vez exageré un poco porque mi madre insistió en que pasaría por el café a quejarse.

—No es necesario mamá, probablemente solo consigas que se ponga más terco sobre todo. Lo haré desistir en una hora —dije mientras apuraba el tocino.

Mi madre puso los ojos en blanco y suspiró.

—Suerte, pero si insiste en…

—Déjalo ya, mamá.

—Hablando de dejar cosas ¿dónde se ha metido Alba nuevamente?

—Ya te lo dije —hice como si aquello no consiguiera más que ser un fastidio tonto—, ha llamado cien veces ayer en la tarde esperando por ti y no regresabas.

—Giselle y yo pasamos una gran tarde. El tiempo se fue volando.

—Y no te culpo mamá, pero le diré a Alba que venga el fin de semana de una vez para probarte que sigue viva y tal vez nos cuente del gran proyecto con Janice… aunque creo que habían incluido a otra chica… ¡Verónica! Alba dijo que hoy en la noche se quedaría allí.

—¿Y esta Verónica es…?

—Una amiga suya del trabajo —inventé rápidamente—anoté el  número en algún lugar. Cuando regresé del trabajo —dije mientras masticaba a toda prisa—, lo buscaré y así hablarás con ella hoy en la noche. Ahora —tomé mi chaqueta del sillón—, me tengo que ir.

Mi madre empezó a reírse de forma estúpida frente al televisor mientras me veía salir.

Bajé las escaleras corriendo y me cerré la casaca.

—Eso ha estado cerca —murmuré.

————

Aquella noche me dormí lo más temprano posible, antes de que mi madre regresara, para evitar preguntas. Al inicio, pensé que esa fue la causa de haberme despertado en medio de la noche, pero un segundo después hubo otro ruido y recordé escuchar que algo se había caído.

—Shh, la vas a despertar —susurró alguien.

Me tensé en la cama. Esa no era una voz que reconociera. ¿Ladrones? Me parecía absurdo, teniendo en cuenta que no era precisamente el mejor barrio de la ciudad y mi familia tenía muy pocas cosas que se pudieran llevar. Esperaba que al darse cuenta se largaran y nos dejaran en paz. Traté de que mi respiración no se alterara.

—Solo es un peine —dijo otra voz—. No despertaría a nadie.

“Excepto a mí” pensé.

Me esforcé aún más en controlar mi respiración. Tal vez si no me movía, no me harían daño.

La puerta de mi habitación se abrió y estuve a punto de levantarme, pensando que era mi madre.

—Nada —dijo una tercera voz.

—Huse ha llamado —era la voz de una chica—. Ni rastro de Alba en los alrededores. Sé que no es lo que esperas, Dariel, pero creo que ha desaparecido.

La ciudad de la luz (Profecías Supremas #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora