La marca de Alba

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—¡¿Qué?! —grité. No fui la única, Dariel se había puesto de pie.

Feried bajó la cabeza.

—También se me hace difícil comprenderlo, pero así es.

—Eric —dijo Dariel cruzando una mirada con él. No entendí qué quería hasta que Eric salió de la habitación: deseaba asegurarse de lo que Feried acababa de decir.

Después de unos minutos angustiantes, Eric regresó.

—Feried tiene razón.

—No —dijo Dariel cayendo sobre la cama, sujetándose la cabeza— ¿por qué le harían hacer algo así?

—No lo sé —dijo Feried— pero es un trabajo impecable. Y os aseguro que yo no le enseñé ese hechizo.

—Pudo haberlo sacado de algún libro —indicó Eric— pero sabía lo que hacía. Ha bloqueado también el recuerdo de esta mañana. Y ha tenido varios intentos, Feried, he buscado más adentro —me miró—, intentó no bloquearte a ti.

—No lo entiendo.

—Alba se ha bloqueado a sí misma, para que tu madre no se dé cuenta que no está, y quiso que en relación a ti todo siguiera igual, pero algo falló cuando lo hizo por primera vez —dijo mirando a Feried— por eso decidió rendirse y bloquearla completamente la segunda.

—Los daluths que la trajeron no debían tener mucha paciencia —comentó Andrew, pero se calló al instante al ver la reacción de Dariel.

—Tenemos que encontrarla —dijo Dariel—, y pronto.

—Hacemos todo lo que podemos, Dariel.

Eric resopló con fuerza.

—Debemos volver al CEL… investigar. Nos vemos luego —dijo antes de salir por la ventana. Dariel le siguió.

—Esos dos… —bufó Feried pero se detuvo antes de terminar su comentario.

Nadie sabía qué más decir.

—Entonces Liz —dijo Andrew que no parecía ser capaz de conmocionarse con nada— ¿te unirás al CEL?

—¿Podría? —repuse, dudando.

—Nada garantiza que si su hermana era una de los nuestros, ella también lo sea —dijo Feried.

—Pero… ella logró entrar al edificio del CEL sin problemas. Las runas de protección impiden eso ¿no?

Feried negó con la cabeza, sin aclarar nada.

—Pudieron pasar muchas cosas —se dirigió a mí— pero si puedes estar informada, puedes entrenar. Aunque tal vez deberíamos ver primero a Sakie.

—Podrías ser adoptada —comentó Andrew con una sonrisa contagiosa.

Le saqué la lengua, divertida.

—Bueno, hay una forma fácil de comprobarlo ¿no? —agregó volviéndose hacia Feried.

—Fácil para ti, Andrew, porque aunque no tuvieras poderes en ese momento, tenías sangre de lidhanita y nada podía pasarte. Pero un humano normal… es peligroso.

—¿Qué le pasaría?

Se habían olvidado de mí nuevamente.

—No lo sé. En el peor de los casos podría enloquecer. Con mucha suerte, tendría dolor de cabeza por unos días.

—No puedes arriesgarte a dejarla aquí. Los daluths podrían volver.

—Es cierto. Quédate aquí, tengo que poner marcas alrededor de su casa.

Feried salió por la ventana con la agilidad de cualquiera de los chicos y Andrew se sentó en la cama de Alba, jugando con un cuchillo.

—¿De qué hablaban?

—De una forma de comprobar si eres lidhanita o no. Un asunto delicado. En realidad es muy simple, solo es cosa de que un hechicero como Feried coloque la marca de los hechiceros en ti. Todos los lidhanitas tenemos alguna —dijo alzando la mano izquierda y mostrándome el dorso. Un tatuaje en forma del mismo amuleto que tenía Feried estaba dibujado allí—. Una de iniciación —alzó la mano derecha— y otra de acuerdo a tu don —el símbolo parecía escrito en chino—. Podemos usar runas comunes en los humanos comunes, pero una de iniciación… es mejor no arriesgarnos.

Se oyó un ruido fuera.

—Parece que Feried progresa con las marcas —comentó Andrew volviendo a tomar el cuchillo que había dejado para enseñarme los dibujos en el dorso de sus manos.

—¿Qué marcas? —pregunté curiosa.

—Oh, las marcas —dijo él prestándome un poco de atención con una sonrisa encantadora— lo siento, las runas no son mi don.

—Oh.

—Pero sé qué hacen —dijo intentando no dejarme sin respuesta— se supone que nos protegen. Las marcas están por todo el CEL, incrustadas en las paredes y el suelo. Los daluths no pueden ni acercarse.

—¿Y por qué Alba no lo hizo antes en nuestra casa?

Andrew negó con la cabeza.

—Era cosa suya, tu hermana siempre fue… ella es muy independiente —se corrigió—. No tenía el nivel necesario y Feried estaba de viaje cuando se lo sugerimos. Además, los daluths no se interesan por humanos simples y era un esfuerzo innecesario. Creo que esperaba poner marcas aquí y llegar un día diciendo que pudo hacerlo sola —concluyó con la voz cada vez más baja.

—Entonces conocías a mi hermana.

—Imposible no hacerlo —dijo Andrew—, fue un misterio durante semanas. ¿Cómo una humana podía tener el don? Rastreamos todo —dijo repitiendo las palabras de Feried aquella tarde— registros de nacimientos, historial médico, sus padres y abuelos. Nada.

—¿Y yo?

—Estaba bromeando sobre ser adoptada. Eres su hermana —dijo Andrew— no sabría decirlo, pero si me hubiera cruzado contigo hace unos días… hay algo de Alba en ti.

Aquello me sorprendió. ¿Algo de Alba en mí? ¿Algo de mi perfecta hermana en la poco agraciada yo?

—Estás siendo demasiado amable.

Andrew se rió.

—Siempre lo soy, preciosa.

A pesar de apenas haber hablado con él tres veces en mi vida, estuve a punto de tirarle una almohada como si ya hubiéramos desarrollado la confianza para eso. Sin embargo, Feried volvió a entrar en ese momento y me quedé quieta.

—Puedes dormir aquí esta noche —dijo simplemente— pero mañana en la mañana debes ir al CEL.

—Tengo que trabajar… —empecé a decir.

—Renuncia —me cortó Feried con un tono que no admitía réplicas—, sé que te dije que no, pero con todo lo que está pasando no hay otro remedio. Tenemos que descubrir si… si eres una de nosotros.

La ciudad de la luz (Profecías Supremas #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora