Capítulo 2: Peligro Ausente (parte 2)

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Ryuu me convenció de volver a la escuela. Por la mañana me mire al espejo y por un momento había olvidado lo largo qué se había vuelto mi cabello después de lo que paso con mi madre hacia casi mes y medio. Dejé de cortarlo y ahora lo tenía casi en los hombros. Ni me tomé la molestia de peinarme y simplemente me vestí para salir.

Tras recorrer el desolado camino qué me llevaba a la escuela sentí sensaciones extrañas. Duré mucho tiempo sin tomar ese camino y recorrerlo cada mañana; los rayos del sol mañanero me recibían cálidos y la brisa chocado con mi rostro se sentía realmente bien.

Cuándo entré al salón de clases todos me miraron, como si el tiempo se parara y esos chicos me juzgarán con la mirada. Los pase de largo sin prestarles más de la atención necesaria y tome mi lugar.

No pasó ni un minuto cuando escuché que murmuraban y me miraban de una manera extraña; es verdad que desde cierto punto me comportaba algo apático con ellos... pero nunca había sido de esta manera. Me sentía tan indefenso bajo sus duras miradas, tan débil al escucharlos, y tan inútil... Hasta su madre lo abandonó quien sabe por qué razón.

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Kenji estaba tan sumido en sus pensamientos mientras disimulaba repasar sus notas que no escuchó que Ryuu se había sentado junto a él y le estaba llamando. Para que le prestara atención puso su mano sobre su frente y solo así logró que Kenji se enterará de que estaba ahí.

-Hey, ¿qué pasa?-

-n- no, nada-

Miró a su alrededor y todos actuaban de manera normal, como si todo lo que había estado ocurriendo apenas segundos antes hubiera sido producto de su imaginación.

-No me di cuenta de que habías llegado-

Ryuu miró divertido a kenji.

-Por supuesto que no. Tuve que casi gritarte para que me miraras-

Antes de que Kenji pudiera justificarse con algo probablemente sería una respuesta estúpida y sin sentido el profesor entró y antes de empezar la clase miró extrañado por unos muy incómodos segundos. Como si quisiera advertirle que no volviera a fallar de esa manera. Kenji no pudo hacer más que bajar la mira sintiendo que las mejillas se le calentaban; menuda vergüenza.

El resto del día fluyo como todos los demás a excepción de una cosa: ese chico extraño, el del fondo. ¿lo recuerdan? pues miraba a Kenji quisquilloso y hacía movimientos exagerados con su lápiz sobre un papel arrugado. Estaba tan despeinado como de costumbre ocultando sus pobladas y oscuras cejas. Tenía los oscuros ojos bien abiertos, haciendo denotar sus largas pestañas y mientras más Kenji le sostuviera la mirada el chico sonreía cada vez más de oreja a oreja mostrando los amarillentos y puntiagudos dientes. Sonreía tanto que los hoyuelos que tenía en las mejillas se ocultaban entre las arrugas que se le formaban y sus ojeras se estiraban cada vez más. La piel del chico era tan pálida que cada mínima peca y mancha se le veían clarísimo (en especial porque estaba pecoso hasta los dientes. solo una expresión xD) Aunque su tono de piel parecía azulado si lo mirabas de lejos. Kenji temió que su ojos salieran de sus órbitas e inmediatamente se volvió a su lugar. Sin embargo sudaba como si estuviera dentro de un horno a pesar de que era casi invierno. Comenzó a sentir miedo sin saber por qué; siempre supo que ese chico era raro, pero ignoraba el hecho de que le tomaba especial atención a Kenji.

Se le entrecortaba la respiración y las manos le temblaban. Por más que intentara no podía concentrarse, estaba fuera de si. Rápidamente levantó la mano para pedir permiso de salir y habiéndolo hecho ni se tomó la molestia de mirar atrás. 

Salió tan rápido como pudo. Se lavó la cara en el baño tratando de ordenar sus pensamientos. Kenji era un chico especialmente nervioso, si una idea entraba en su cabeza no podría deshacerse de ella hasta comprobarla. Cuando por fin se calmó se dirigió sin prisas a la banca más cercana.

BAJO LAS ALAS DE LOS DIOSESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora